CITA A CIEGAS
( Relatos Heterosexuales )

Cerca de las 22 hs. tomé el bus que llevaba a la ciudad, distante unos 120 kms. desde el campo de mis padres. Yo tenía por entonces 19 años, había comenzado mis estudios universitarios, por lo que vivía en la ciudad, pero visitaba los fines de semana a mi familia en el campo. Bueno, esa noche se sentó a la par mía (los asientos eran para dos pasajeros) una joven que estimo tendría 14 o 15 años. De buenas formas, lo que más noté fué su corta pollera, que le llegaba, una vez sentada, a cubrir la mitad de sus muslos.No cursamos palabra, pero a ésa edad, una presencia femenina cálida, de una bella joven a mi lado, seguramente era excitante. Yo leía un libro, ella se recostó algo, con su cara hacia la ventanilla. Yo ocupaba el asiento que da al pasillo. Las luces del coche se apagaron, puse mi campera sobre mis piernas por que hacía algo de frío, pero también para ocultar mi erección, que se insinuaba. La chica se movió, acercando su cuerpo al mío, casi de costado, inclinada hacia la ventanilla, como si se estuviera por dormitar así. Puse mi mano debajo de la campera y casi sin quererlo, rocé sus muslos tan cercanos. Fué el disparador. Mi excitación creció. No habíamos intercalado ni una palabra. Es más: ni siquiera había visto bien su cara, y no me atrevía a mirarla directamente. Pero mi mano se quedó en su tibios muslos, rozándola, centímetro a centímetro, aprovechando los movimientos del ómnibus. Ya con una erección formidable, yo mismo me volque un poco hacia el costado, en forma tal que quedamos casi como dos cucharitas, su cuerpo, de costado, casi pegado al mío, que tambien estaba de lado. Fué un instante decisivo.Mis manos avanzaron tocando esas piernas calientes, suaves, compactas...y casi sin proponérmelo, comencé a moverme suavemente, afirmando mi miembro durísimo sobre su costado. Ella se acomodó, pero tuve la clara noción que no rechazaba el contacto. Ya a esa altura, había colocado, como casualmente, mi campera cubriendo las piernas de ambos. Mi mano debajo, seguía acariciando, y de a poco, laboriosamente, fuí adentrándome, rodeé sus muslos, y llegué con mi mano a su entrepierna. la sentí húmeda, me pequé aun mas, moviéndome en forma que friccionaba mi miembro contra sus piernas. Creí que allí mismo acabaría, tendría un espléndido orgasmo. Sin embargo, el frenesí del deseo me llevaba más allá...Logré subirle casi totalmente su pollera, ella acercó sus nalgas a mi cuerpo, y ahí maniobré para sacar del pantalón mi pene que estaba durísimo, húmedo también y palpitante. No sé cómo pude, pero logré ponerlo entre sus piernas (siempre desde atrás) y frotarlo sobre su vagina humeda, pero ella tenía puesta una bombachita ajustada. Ya desesperado de la excitación, traté de bajarle la bmbacha un poco. Tras unos momentos lo conseguí, pero gracias a que ella levantó un poco su cola. Cuando quedó así expuesta, acerqué mi miembro a su vagina, desde atrás, mientras con mi mano levantaba un poco su pierna derecha, para procurar que el pene se ponga en posición de enfrentar esa vagina húmeda y caliente. Fué un momento de gloria cuando pude introducirle la cabeza. Creí llegar al máximo gozo, pero en un certero movimiento, ella se hizo hacia atrás y entró bien casi todo. Allí, ya sin miramientos, me sacudí acompasadamente, mientras mis manos seguían tocando esos muslos de piel lisa y tersa, suaves y firmes.No habíamos cruzado ni una palabra, pero algo exclamé cuando sentí que llegaba el orgasmo. Acabé frenéticamente, eyaculando dentro de su vagina, con seguramente un gran chorro de sémen que brotaba con urgencia. Acabé, me fuí quedando quieto, y de a poco comencé la retirada.A todo esto, nadie nos veía (al menos eso supuse), nadie reparó lo que ocurría en ese asiento trasero del bus. Voví a poner la campera sobre mi regazo. Pensé para mí que estaba yo todo mojado y tal vez manchado con mi sémen y sus jugos, pero no me importaba nada. Era feliz, con la sensación de una conquista sexual rarísima, una cita a ciegas con una muchacha que nunca sabré quién fué...

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