El caso es que a mis 58 años me excita muchísimo ver por debajo de la falda a las mujeres y más aún si es desde abajo y les veo el calzón ¿Algo extraño verdad?
Y lo sorprendente es que he sido así desde que tengo memoria, debo haber tenido 3 o 4 años.
A esa edad, siendo un niño, me llamaban mucho la atención las piernas de las mujeres.
En esa época todas las mujeres usaban falda o vestido que les llegaba justo por encima de las rodillas.
Esa parte visible de sus piernas, comenzando desde los pies con esos zapatos de tacón alto, las pantorrillas, lo redondo de sus rodillas, las líneas y hoyitos de detrás de las rodillas, el borde de la falda y como desaparecía por debajo el resto de las piernas me atraía de manera muy fuerte.
Tenía el deseo tan intenso, por no decir que me daban unas terribles ganas de agacharme en el suelo y ver para arriba por debajo de la falda de alguna mujer
Todas las mujeres me atraían, pero tenía mis preferidas, una de mis tias, una señora del vecindario y la mejor de todas era mi mamá
A mi tan corta edad de 3 o 4 años era consciente de que habían cosas prohibidas y esa era una de ellas, o hablar de ciertas cosas más si se referían a las mujeres, y una de esas era culo o calzón, y habían más palabras consideradas vulgares como por ejemplo “verga”, a la verga le decíamos “la paloma”.
En ese tiempo en mi casa solo éramos mi papá, mi mamá, y mis 2 hermanos, yo era el segundo, vivíamos en una casa con apartamentos aislados con un patio en común. Mi papá se iba a trabajar muy temprano, y regresaba hasta en la noche, mi mamá también se iba a trabajar un poco más tarde, se arreglaba muy bien, blusa manga larga, y sus faldas la mayoría eran amplias, o vueludas que le llegaban por encima de las rodillas y sus zapatos de tacón alto
Me daban tantas ganas de agacharme en el suelo a verle a mi mamá abajo de la falda para verle el calzón y el culo, pero no me atrevía a hacerlo, si mi mamá me hubiera sorprendido intentándolo no sé cómo habría reaccionado
En fin, todo esto provocaba algo en mi verga que para mi era inexplicable. No entendía que tenía que ver eso con mi verga
La sensación en la verga la descubrí porque yo hacía algo que para mí era algo incomprensible, y que realmente no recuerdo la primera vez que lo hice, sólo recuerdo que lo hacía, y que pensaba que era algo sucio, por eso lo mantenía en secreto, pero era algo muy rico.
Cuando mi mamá regresaba del trabajo como a medio día, después de almorzar mis hermanos y yo salíamos al patio a jugar con otros niños, mientras tanto mi mamá hacía algunas tareas de la casa y después acostumbraba hacer su siesta por las tardes. A esa hora estábamos afuera jugando con mi hermano mayor y mi hermano pequeño, y mi papá no había llegado del trabajo.
Yo sabiendo que mi mamá estaba dormida, me escabuía e iba a su cuarto. Entraba sigilosamente para no despertarla.
Casualmente ella siempre estaba acostada de lado hacia el rincón, dando la espalda hacia la puerta del cuarto, eso me daba más confianza de entrar y que no me vería.
Yo me acercaba y miraba sus piernas por atrás a la altura del borde de su falda, justo arriba de esas líneas y los hoyitos que se les forman detrás de las rodillas.
No podía ver dentro de su falda por que siempre estaba con las piernas flexionadas, pero ver las hermosas piernas de mi mamá, sus pantorrillas, y que tenía puestos esos zapatos de tacón alto, ya que no se los quitaba cuando hacía su siesta, era algo fascinante para mi.
Yo metía mis piernitas por debajo de la cama, cruzaba las piernas y apoyaba mis brazos encima de modo que mi verga quedaba apuntando para arriba justo entre el borde o canto de la cama y mi pelvis
La cama era de esas de angulares de metal, que dejaba espacio suficiente por debajo, y siendo yo tan pequeño, un niño de 4 años, mis piernas cabían muy bien en ese espacio.
Ahí viendo las piernas de mi mamá, me movía frotando mi verga en el borde de la cama.
Me movía balanceándome hasta levantar mis pies del suelo aferrandome a la cama.
Era algo bien rico que una vez comenzaba a moverme ya no podía parar de lo rico que sentía en la verga.
De adentro de la falda de mi mamá, asomaba lo que parecía ser una segunda falda que tenía un adorno en la orilla. Después supe que se llamaba fustán y el adorno de la orilla era el encaje.
Pero ver esa orilla hacía que sintiera más rico en la verga porque sabía que venía de adentro de la falda.
Y seguía moviéndome hasta que alcanzaba una sensación indescriptiblemente rica en la verga, era lo máximo en ricura, y sentía como si me orinaba, en
la sensación hacia mis últimos movimientos y luego me quedaba quieto un ratito aferrado a la cama sintiendo como que me salían chorritos de orina, pero inexplicablemente tan rico.
Al terminar me salía del cuarto despacio para que mi mamá no se despertara.
Realmente me estaba masturbando pero yo no lo sabía.
Así lo hice durante algún tiempo, y como no sabía que era, y como se llamaba eso tan rico que hacía, le puse nombre. Le puse "cuju cuju".
Le puse así porque además de el movimiento que hacía, también hacía gemidos calladitos con un sonido más o menos así: - cuj… cuj… cuj… cuj…
Todas las tardes esperaba ansioso la hora de la siesta de mi mamá, cuando calculaba que ya estaba dormida replicaba a una frase en mi mente
-¡Voy a ir a hacer mi cuju cuju! .-
Pero antes de ir, iba a orinar, según yo para no orinarme cuando terminará, pero siempre sentía que me orinaba cuando terminaba y llegaba a lo más rico, que era cuando terminaba mi cuju cuju.
Mi mamá nunca se dio cuenta, al menos nunca me dijo nada, excepto en una ocasión que me iba aproximando a la cama a punto de hacer
mi cuju cuju, tropecé con una silla que estaba ahí, con el ruido mi mamá se despertó, se dio la vuelta y me atrapó. Pero sólo me dijo:
-¿mijo ya te entraste de jugar?
Yo ahí parado sin ninguna razón, solo alcancé a decir:
-Si mama, cabal venía a despertarte…!
¡Qué mentira,!...si yo no quería que se despertara en ese momento.
Pero ella lo creyó y de ahí no pasó a más.
Pasada el tiempo, ya tenía 6 años, yo seguía haciendo "mi cuju cuju", como mi mamá ya no acostumbraba su siesta hacía mi cuju cuju aunque ella no estuviera allí acostada, siempre en la cama de mis papás, siempre a escondidas cuando mi mamá no estaba o estaba por ahí distraída en los que haceres de la casa
A esas alturas yo realmente no entendía por qué sentía todo eso. El por qué el hecho de verle las piernas a las mujeres me provocaba ganas de agacharme a verlas abajo de la falda y por qué hacía mi cuju cuju y sentía eso rico en la verga.
Pensaba que era algo exclusivo mío, o que sólo lo sentían los niños de mi edad, que nadie más sentía eso, ni siquiera mis hermanos
Y siempre por ser mi mamá la mujer que más veía, la más cercana, era a la que más me daban ganas de agacharme a verle debajo de la falda.
Y los zapatos de tacón alto eran un ingrediente que me provocaba más ese deseo, y mi mamá los usaba la mayor parte del tiempo, mi mamá a veces cargaba unos zapatos de tacón bien delgado y largo, cerrados, con la punta destapada
¡cómo me gustaban esos zapatos!
Pero esos solo los usaba para salir. En la casa usaba unos de plataforma siempre altos, pero destapados, agarrados solo de cinchos.
Y si cargaba medias transparentes, no se como, pero esas si sabía que le llegaban hasta cierta altura de las piernas, y me preguntaba:
¿Hasta donde le llegarán las medias? y lógicamente, acompañado de esas ganas en la verga. Pero ya no podía satisfacerme tan fácilmente, hacer mi cuju cuju era más difícil, no tenía oportunidad de estar sólo para hacerlo, el único lugar donde estaba sólo era en el baño, pero ahí no había forma de hacer mi cuju cuju, y no podía satisfacerme de otra forma. Intenté de varias maneras pero no sentía lo rico.
Sólo cruzar mis piernas abajo de la cama, y apoyar mis brazos encima era la única manera, y no en cualquier cama, solamente en la cama de mis papás. Pero cuando tenía la oportunidad, sólo con el hecho de acercarme al borde de la cama ya sentía lo rico.
Y ya hacía mi cuju cuju por alguna mujer en especial, miraba a las señoras vecinas, a una en particular que se llamaba Irma, doña Irma siempre andaba con sus faldas voladas arriba de las rodillas y sus zapatos de tacón alto, igual que mi mamá.
Estaba tan embelesado en el culo y el calzón de las mujeres que no había tomado en cuenta una cosa, y era que las mujeres no tenían verga, o quizá si lo sabía inconscientemente pero no me había percatado, pero comenzó a intrigarme ¿qué tenían las mujeres en lugar de la verga?
Cuando cumplí 7 años nació mi hermanita, estábamos emocionados porque era la primera hermana mujercita que teníamos, en ocasiones mi mamá le cambiaba el pañal estando yo ahí.
Me di cuenta que era una buena oportunidad para ver que tenían las mujeres ahí en lugar de la verga, solo tenía que estar atento a la siguiente vez que mi mamá le cambiará el pañal a mi hermanita.
Y así lo hice, mi mamá le quitó el pañal y mientras iba por otro la dejó por un instante, por unos segundos vi que era algo como dos dedos pegados juntos que iban de arriba a abajo. Me intrigó imaginarme que cuando las mujeres orinan, los orines les salen de ahí de en medio y a todo lo largo de esos como dedos. Y otra pregunta surgió, ¿cómo se llamará eso? Y otro pensamiento vino a mi mente, el de mi hermanita lógicamente es pequeñito, pero… ¿cómo será el de una mujer grande? refiriéndome a una mujer adulta, no quise pensar en mi mamá sino que me imagine a doña Irma, ¿cómo será el de doña Irma?.
Después en una ocasión, un amigo de mi hermano mayor, que ya era más grande. Tenía una revista con fotos de mujeres desnudas, a mi no me la enseñaron, pero alcancé a ver una foto en blanco y negro, unas mujeres paradas con zapatos de tacón alto, pero totalmente desnudas.
Quedé sorprendido, porque aunque la foto era en blanco y negro, logré distinguir que en esa parte tenían pelos, en esa cosa por donde orinan las mujeres, que yo aún no sabía como se llamaba la tenían peluda.
Sabía que los hombres tenían pelos en la base de la verga, pero era lógico, ya que los hombres adultos tienen pelos en cualquier lado,
¿pero las mujeres?... ¿las mujeres que tienen su cara tan bonita y sus piernas tan limpias?
¿cómo pueden tener pelos ahí? eso me paró la verga, me provocó ganas de hacer un mi cuju cuju y aún no sabía cómo se llamaba lo de las mujeres, hasta que en una ocasión, unas niñas que estaban en la banqueta. La más pequeña seguramente no cargaba calzón porque la más grande le dijo:
-Cuidado hermanita… te van a ver la pupusa -
Yo inmediatamente deduje que esa cosa se llamaba pupusa. Y efectivamente así se le decía a la vagina, decir “la pupusa” también era una vulgaridad.
Ya con la palabra pupusa rebotando en mi mente, me preguntaba cómo será la pupusa de doña Irma
Me imaginaba esos como dedos juntos, sólo que bien grandes, y además con pelos.
Ya después le oí otros nombres como: "la concha", "la cuca". Pero “la pupusa” era como el verdadero nombre, el más sucio y prohibido, yo me acostumbré a decirle la pupusa, y así le digo hoy en día.
Así que al ver a las mujeres, además de que me daban ganas de agacharme a verles el calzón, pensaba: ¿como tendrá la pupusa?.
Ya tenía 12 años y aún no sabía nada sobre el sexo, no tenía ni la más remota idea de las relaciones sexuales.
Pero seguía haciendo mi cuju cuju, ya no lo hacía en la cama de mis papás porque mis piernas al estar más largas ya no cabían por debajo de la cama, pero al estar más grande lo podía hacer en algo más alto, así que lo hacía en una mesa, siempre cruzando mis piernas por debajo y apoyando mis brazos encima, frotaba mi verga en el borde de la mesa.
Una noche ya estando acostado pensaba: ¿como hacer para poder verle el calzón a mi mamá, ¿pero como?, ¿con un espejo? pero no había donde ponerlo.
Entonces noté que algunos días bien temprano como a las 6, mi mamá lavaba ropa. El ruido del agua y el shiki shiki que hacía al tallar la ropa me despertaba. Yo sabía que en la posición donde estaba la pila en el patio, como a unos 3 metros de mi cuarto, mi mamá al estar lavando quedaba no totalmente de espaldas a mi puerta, pero casi. Así que al abrir un poco la puerta, miraba a mi mamá, y noté que tardaba algunos segundos inclinada hacia adelante, y como estaba concentrada en el lavado no veía hacia otro lado..
Entonces pensé que podría aprovechar ese momento y acercarme por atrás a ras del suelo y verle abajo de la falda y quizá lograría verle el calzón, pero no me atreví a hacerlo.
Pero ahí con la puerta semiabierta pegaba mi cara al suelo lo más que podía.
Desde ahí no podía verle el calzón, pero con la inclinación que tenía hacia adelante, y con el movimiento hacía que la falda se le abriera un poco y lograba verle un poco más de las piernas que no le había visto antes.
Era algo bien rico verle casi el inicio de los muslos, y como se le movía la falda hacia atrás y hacia adelante, ahí también se le asomaba el fustán que a simple vista no se le miraba, ver el encaje del fustán me paraba más la verga
En esos días mi papá le construyó una champita a la pila, le puso alrededor una pared de madera y láminas con la salida hacia el otro lado del patio. Esa pared de madera y láminas, le quedaba justo atrás a mi mamá cuando estaba lavando. Parecía como que hubiera rodeado la pila para que yo ya no viera a mi mamá cuando estaba lavando ropa. Claro que no era así, pero me quedé molesto porque ya no iba a poder verle las piernas a mi mamá a esa altura, que aunque no lograba verle el calzón, sentía que ya casi se lo miraba.
Después de eso, un día me quedé observando la estructura de esa pared, y como era de madera y láminas, noté que no topaba al suelo, había una rendija entre la lámina y el suelo, en esa rendija no se podía ver para el otro lado a simple vista, pero vi que era lo suficientemente grande para meter un espejo.
Y me acordé que mi mamá había dejado por ahí abandonado un espejo pequeño. Lo busqué y cuando lo encontré me emocioné por que había la posibilidad de verle el calzón a mi mamá con ese espejo y estaba atento a la siguiente vez mi mamá lavara ropa. Y acabal, el ruido del agua y el shiki shiki volvieron a despertarme, y sólo de oírlo la verga se me paró de la emoción, mi mamá estaba lavando ropa.
Me levanté bien emocionado, ya tenía listo el espejo. Sabía que mi mamá no me iba a atrapar porque la pared de láminas me protegería, mi papá ya se había ido al trabajo y mis hermanos no se habían levantado
Oía el shiki shiki de que mi mamá estaba lavando.
Metí el espejo en la rendija al ras del suelo por donde calculé que estaba parada mi mamá. Lo primero que vi del otro lado fue el techo sobre la pila. Lo incliné un poco hacia adelante.
¡Y… cabal !. Ahí estaba lo que tanto quería ver.
No lo podía creer… El enfoque era exacto. Y bien claro.
Hasta me tiré al piso para ver de cerca el espejo y ver todo con más claridad. Era como si literalmente estuviera en el suelo justo donde mi mamá es parada. ¡Ahí viéndole en directo todo el panorama abajo de la falda!.
¡Ahí estaba el calzón!.
Era como rosado claro… casi blanco…Las nalgas eran enormes, y le veía con detalle las líneas donde comienzan las nalgas que el calzón lejos estaba de alcanzar a taparlas. Todo se miraba con tanta nitidez, porque lo estaba viendo desde el suelo. Desde los zapatos de tacón como de plataforma que cargaba mirando el cinchito de los zapatos que le pasaba atrás del carcañal.
!Ahí desde el suelo estaba viendo toda la longitud de las piernas de mi mamá, que más arriba donde yo nunca había visto, eran bien gruesas. Hasta las grandes nalgas dónde la piel era más oscura!
Y talvez por el movimiento que estaba haciendo, un lado del calzón lo tenía un poco metido entre las nalgas.
El calzón tenía en toda la orilla un adorno igual que el de el fustán sólo que más chiquito.
Ese movimiento que estaba haciendo porque estaba lavando ropa, hacía que lo mirara todo más rico todavía, porque las ondulaciones de la falda se le movían bien rico viéndolas des ahí abajo, era ver las ondulaciones de la falda en otra dimensión.
Era un espectáculo… Era algo soñado… Era algo que siempre había soñado ver.
De vez en cuando separaba las piernas un poco y podía verle el puente del calzón. Esa parte del calzón que pasa justo en medio de las piernas.
!Era todo un espectaculo !
¡Un espectáculo bien rico!
!Algo nunca visto!
Me di el lujo de mirar un buen rato, ya que no había forma de que mi mamá pudiera verme, porque las láminas me protegían. Y si miraba que mi mamá dejaba de lavar, tenía tiempo suficiente para retirarme de ahí.
Con todo eso tenía la verga bien parada que me estorbaba de lo parada que la tenía, pero todavía tuve tiempo suficiente para hacer mi cuju cuju… ¡ Que rico!... Ahí en la mesa del comedor hice mi cuju cuju por mi mamá.
En esos días, en la escuela. La maestra llevó a un profesor que nos habló de algo que me dejó muy, pero muy impresionado.
Primero dijo que iba a hablar de las relaciones sexuales..Yo no entendí de que se trataba. Puso en el pizarrón 2 dibujos recortados individuales. Los dibujos eran 2 personas en pantaloneta pero no tenían la parte de la cintura para arriba. Entonces dijo: - éstos son un hombre y una mujer. ¿Pero cómo hacemos para saber cual es el hombre y cuál es la mujer?.
-Bueno pues sólo quitándoles la pantaloneta, dijo.
Ya que el dibujo de la pantaloneta también estaba recortado. Le quitó la pantaloneta al primer dibujo.
Tenía dibujada la verga, y tenía pelos, por eso se miraba que era un hombre adulto.
Mi mente voló de una vez al segundo dibujo. Inmediatamente pensé, si desnudó éste dibujo y es un hombre grande,
¡de plano el otro es una mujer grande y va a enseñar la pupusa!
-Bueno ya vimos que es un hombre- dijo.
Señaló la verga con la regla y dijo: -ésto se llama pene,
Me pareció que ya había oído eso, ¡pero que raro nombre! . Y explicó con nombres raros todo lo demás, como prepucio, glande. Señaló los pelos y dijo: éste es el vello púbico.
Luego le quitó la pantaloneta al otro dibujo y cabal era una mujer adulta porque lo que se veían eran pelos
.
-Bueno como verán ésta es una mujer. y ésta es la vagina. Éste es el vello púbico, dijo señalando los pelos con la regla.
Ese nombre "vagina" no me pareció tan raro, pero para mi seguía siendo la pupusa.
-Éstos son los labios mayores de la vagina.
En mi mente dije, ¡esos son los que yo pensé que eran como 2 dedos juntos!.
Lo de el ducto de la vagina también me sorprendió, pero donde realmente quedé asombrado fué cuando dijo:
La relación sexual es cuando el hombre introduce el pene en la vagina a la mujer y da mucho placer.
Ustedes van a poder hacerlo con sus mujeres y van a sentir ese placer pero tienen que esperarse hasta que se casen, dijo.
Ahí entendí todo,
¡con que razón siento todo eso en la verga por las mujeres!.
Pero mi asombro fué todavía más cuando dijo que el pene deposita los espermatozoides adentro de la vagina y ahí se forman los bebés, y al nacer salen por la vagina.
Me impresionó saber que cuando uno nace sale por la pupusa.
Ingenuamente pensé que entonces según los hijos que tenían los matrimonios esa era la cantidad de veces que habían tenido relaciones sexuales.
No quise pensar en mis papás, sino que se me ocurrieron los vecinos.
Por ejemplo doña Irma tenía 5 hijos. Osea que don Rubén le había metido 5 veces la verga en la pupusa a doña Irma.
Después de eso, un día que estaba sólo, no tuve necesidad de esconderme, estando en el patio me saqué la verga, la tenía bien parada pensando todo lo que había dicho ese profesor.
¿Como sera meterle la verga en la pupusa a una mujer?.
Yo tenía la idea de que la pupusa era por dentro así como era por fuera. Con esa misma piel.
Que la ranura de la pupusa era así como cuando a las mujeres se les juntan las chiches, la misma piel por dentro y por fuera.
Y que la verga se les metía en cualquier parte a lo largo de la ranura de esos labios.
Pensaba que al meterles la verga, la verga se le iba a pelear y talves dolería.
Entonces me agarré la verga con la mano, simulando que así debía envolverla la pupusa.
Comencé a movermela jalandome la piel hacia arriba y hacia abajo. Por primera vez estaba sintiendo bien rico sin necesidad de hacer mi acostumbrado cuju cuju. Mi gemido ya no fué igual. Seguí jalandome la verga hasta que alcancé lo máximo en ricura. Ésta vez me estaba viendo la verga, así que vería cuando me salieran los orines al terminar. Pero mi sorpresa fué que me salió un líquido blanco. Me asusté porque el profesor no mencionó eso. Pensé que era leche, y que ya no iba a volver a hacerlo para que ya no me saliera esa leche.
Pero no me aguanté, como ya podía hacerlo en cualquier lado, lo hacía en el baño, o en la noche en mi cama cuando ya me había acostado. En cuanto a mi mamá, le vi el calzón otras veces más cuando estaba lavando ropa. Cuando oía el ruido de que estaba lavando, se me paraba la verga y pensaba. ¡Voy a ir a ver de que color es el calzón que carga mi mamá!
Le vi un calzón rojo, que nunca me hubiera imaginado que mi mamá cargará uno rojo. Y uno negro que no me gustó mucho, pero era bien rico de todos modos por estarle viendo todo por debajo de la falda a mi mamá. Pero mis preferidos eran los colores claros, como los blancos, el rosado y uno beige. Era bien rico porque ya sabía sobre el sexo y podía masturbarme con la mano.
Después ya no le pude verle el calzón a mi mamá, porque construyeron formalmente la pared que rodeaba la pila. Ese fué mi último año en la escuela, ya iba a cumplir 13 años.
Ya no seguí estudiando y mi papá me consiguió un trabajo que estuve poco tiempo. Después mi hermano me consiguió otro.
Ahí si que hablaban claramente de sexo. Hablaban de “chimar”, chimar era otra palabra vulgar, una palabra sucia, se refiere a meter la verga en la pupusa que es el acto sexual, o coger . Recuerdo que en una ocasión yo sin querer dije chimar, y mi mamá me jaló las orejas por haber dicho esa palabra.
A la vagina a veces le decían
la pupusa y otras le decían
"la pusa".
Y mencionaban "el gallo".
Que le apachurraban el gallo a la mujer cuando se la chimaban. Yo entendí que el gallo era parte de la pupusa.
Pero…
¿Cómo es realmente.
la pupusa? - Pensaba.
Un compañero al que yo le tenía bastante confianza, tenía unas revistas con fotos de mujeres desnudas, esas sí eran a todo color. A la mayoría sólo se les miraba el parche de pelos.
Pero había dos fotos de una mujer que no tenía peludo ahí. En una estaba parada y se miraban bien los labios de la pupusa como yo me los imaginaba.
Pero en la otra estaba sentada con las piernas abiertas, ahí se le desdibujaban los labios y se le miraba la piel rosadita con algo cabal como una cresta de gallo salida.
En mi casa en la noche me masturbaba recordando esas fotos. Pero seguía sin entender cómo realmente era la pupusa.
Así pasaba el tiempo y los oía decir que iban a coger, a chimar a donde las putas.
Un lugar donde habían mujeres que se dedicaban a complacer a los hombres, sólo había que pagarles y realmente era bien barato.
Yo estaba bien interesado en saber más pero como siempre e sido bastante reservado, no lo comentaba con nadie.
Así aparte quería preguntarle a ese compañero que lo concideraba de confianza
Le hablé más o menos de mi inquietud para que el me contara.
Me contó donde era, y una vez al salir de trabajar ya que estaba a unas cuadras, pasamos enfrente sólo para mostrarme donde era.
Como yo era bien reservado y tímido, quería ir pero que nadie se diera cuenta.
Pasó bastante tiempo y pensaba y pensaba en ir a donde esas mujeres pero no me atrevía. Así que sólo me
masturbaba como siempre.
Recién había cumplido 15 años cuando al fin me atreví a ir. Como era mi costumbre hacerlo todo en secreto, fuí sólo. Era una casa común como todas las de ese vecindario.
Pero al entrar era otro mundo. Había música y unos hombres tomando cerveza
Ahí estaban las mujeres sentadas en sillas que estaban alrededor de la sala. Al estar sentadas cruzaban las piernas para un lado y para el otro de una forma para mi bien rica
Eran señoras que en palabras de hoy en día las llamarían "milf". Vestidas cabal como las mujeres que siempre me daban ganas de agacharme a verles el calzón. Como doña Irma, o como mi mamá
Con faldas arriba de las rodillas, unas amplias y otras vestidos ajustados que se les marcaban las nalgas. Siempre con zapatos de tacón alto.
Se miraban bien ricas. Me senté en una de esas sillas observando a las mujeres. Cuando salió una que no estaba ahí.
Era la mujer perfecta para mi. De las típicas señoras que me gustaban. Muy bonita de cara, tenía una blusa rosada sin mangas que hacía que se le marcaran bien las chiches. Una falda negra bien vueluda plisada que la llegaba arriba de las rodillas
Sus piernas estaban bien formadas con unos zapatos de tacón alto que hacían más ricas sus piernas.
Se sentó a mi lado, yo estaba super nervioso. Mi amigo me había dicho que sólo había que decirle: "vamos". Y ella ya sabía.
Así lo hice, le dije ¡vamos!. Se sonrió y se levantó y yo me fuí atrás de ella.
Había que subir las gradas al segundo piso. Yo la seguí gradas arriba. Fijando mi vista en sus piernas y el contoneo de su falda.
Me parecía increíble que le iba a poder ver la pupusa en vivo.
Que le iba a meter la verga en la pupusa.
Y no decir que si yo quería podría agacharme a verle el calzón por debajo de la falda y no me diría nada, ya que era una prostituta.
Ya arriba había un pasillo con varios cuartos. Entramos a uno. Había una cama pequeña. Le di el dinero para que fuera a pagar.
Me trató con bastante dulzura, como si fuera mi mamá.
Me dijo:
- mijo quitese su ropita ahorita regreso-
Yo me desnudé y ella no tardó mucho, se abrió la puerta y ahí venía con un pichel de agua y una palangana.
-venga para acá - me dijo.
Como yo ya estaba desnudo, me agarró la verga y me la comenzó a lavar con tanta delicadeza, me la enjabono y echó un poco de agua y después me la secó con una toalla.
En ese tiempo no se usaban condones como ahora, por eso le lavaban la verga a uno antes de todo.
Yo no le quise decir que era la primera vez que iba a ver una mujer desnuda en vivo.
Que era la primera vez que e iba a ver una pupusa en vivo.
Que era la primera vez que iba a coger.
Más bien me quise hacer como que ya lo había hecho y le dije:
-fíjese que yo acostumbro primero a ver por debajo de la falda para ver el calzón un ratito -
Parecía como que ella ya supiera, por que me dijo:
-Claro mijo¡-
Se quedó parada sin moverse esperando que yo me agachara a verle abajo de la falda.
Yo no me agaché, sino que de una vez me acosté en el piso. No me importó que me ensuciara.
Me acosté por detrás de ella y sólo de ver la orilla de la falda desde ahí abajo. me puso a mil.
Era una de las cosas que me había fascinado cuando le miraba el calzón a mi mamá.
Sólo que ahí tenía en mi cara los tacones bien delgados y largos de sus zapatos y de una vez le vi el calzón de una manera fácil. Era blanco y se le miraba bien ajustado.
Agarré sus tacones y pasé mi mano acariciando toda su pantorrilla. Desde ahí abajo estiré mi mano para meterla abajo de la falda acariciando sus piernas hasta tocarle el borde del calzón.
Entre las cosas que había fantaseado era tocar las piernas de una mujer, y ahí lo estaba haciendo realidad
Sus piernas tenían un olor bien rico y estaban bien suavecitas
¡Qué rico! ,
y en medio de las piernas tenía
bien calentito
Ella no me decía nada, como que le parecía que era algo normal. Permanecía quieta dejándome hacer. Le separé los pies y puse mi cabeza entre sus dos zapatos de tacón alto
y ella acsedió como bien comprensiva.
¡Que delicia! Era mi gran fantasía hecha realidad, la fantasía que tenía siendo un niño, desde que tengo uso de razón, que una mujer me dejara estar ahí abajo mirando tranquilamente todo por debajo de su falda.
Le quería ver desde todos los ángulos, por un lado, por delante, Le vi en medio de las piernas un ratito y luego me pasé nuevamente a ver por atrás,
-se mira más rico por atrás -
Le dije todo nervioso.
-Porque por atrás me mirás las nalgas -
me respondió muy comprensiva. Me levanté y me acosté atravesado
en la cama.
Ella me movió para que me acostara bien, y comenzó a desvestirse des espaldas a mi. Se quitó la blusa y comenzó a bajarse la falda. Mi imaginación se había quedado corta en cuanto a lo grande de él culo de las mujeres.
Su ancho y abultado culo hacia apretarle el calzón
El calzón tenía una costura especial en toda la orilla y un una moñita en el frente.
Y se le miraba bien oscuro abajo del calzón. Asumí que eran los pelos de la pupusa.
No se quitó el brasier ni el calzón. Se subió a la cama y se puso entre mis piernas. me agarró la verga y se la metió a la boca.
¡Me estaba mamando la verga!
En algún momento yo ya había pensado en la posibilidad de que una mujer le mamara la verga a uno, y cómo se sentiría, pero era muy difícil que alguien lo hiciera.
Para mi era increíble ver esa escena, con que delicadeza pasaba sus labios en la punta de mi verga
¡Que sensación más rica hasta ese momento?
Sólo me dió unas cuantas mamadas y se acostó a mi lado y me dijo:
-¿Querés que platiquemos un ratito. o me la querés meter ya?.
¡Te la meto ya! , le dije apresurado..
-Esperáme pues, me voy a
destapar la pusa -
Me dijo, me llamó la atención que como que abrebió la palabra como ya había oído antes. No dijo la pupusa sino "la pusa"
Se quitó el brasier y luego se quitó el calzón.
Al fin veía a una mujer desnuda en vivo, pero no le distinguía bien la pupusa, sólo el gran parche de pelos. Se acostó boca arriba y abrió las piernas.
Yo inmediatamente me dirigí
a la pupusa. La quería ver de cerca
-¿Me querés ver el gallo?
Me dijo con una sonrisa y separó más las piernas.
-¡Mirálo pues! -
Ahí tenía enfrente esa parte de las mujeres que uno tanto quiere ver. Esa parte que es el verdadero motivo por el cual a uno se le para la verga. "La pupusa"
Para unos, la panocha, para otros la cuca, la torta, la cuchara, la almeja. Para mi, la pupusa.
Pasé mis dedos como peinando
los pelos y pasé mi mano de arriba a abajo y ahí sobresalía cabal esa como cresta de gallo que en realidad eran dos. Se los estiraba y soltaba con mis dedos.
Ella permanecía sin decir nada y en ese momento me dijo con voz amable y comprensiva:
-¿me la querés ver por dentro? -
Yo sólo asentí. Ella con sus dedos se la abrió, acerqué más mi cara para verla y sentir el olor, quería grabar en mi mente cada detalle.
No era tan simple a esos como dedos juntos que yo pensaba.
Húmeda como que si fuera una boca
Quería explorar a fondo todo lo compleja que era.
Definitivamente no era como me la había imaginado.
Después de embriagarme de ver la pupusa, me subí encima de ella entre sus piernas, intentando
meterle la verga pero no encontraba la entrada, mi inexperiencia era evidente, pero ella me agarró la verga y la guió porque yo por ml mismo a pesar de memorizar toda la pupusa no encontraba el agujero con mi verga.
-¡Ahí, empujá! me dijo.
Cuando se e la metí ya no sentí si la verga se me peló o no. Sólo percibí lo suave y calentito que envolvió mi verga.
Sentí como que mi verga se iba a derretir adentro de la pupusa.
Ella se comenzó a mover haciendo circulos con sus caderas debajo de mi, yo la seguí como según pensaba debía moverse uno de hombre, metiendo y sacando.
¡Al fin estaba cogiendo!
¡Estaba chimando a una mujer!
Lejos quedó mi cuju cuju, el que hacía en el canto de la cama mirandole las piernas a mi mamá cuando era niño. Y que pensaba que era la única manera de sentir lo rico en la verga.
¡Ésto era lo máximo!.
En un momento quise ver como mi verga entraba y salía de la pupusa. Así que me apoyé con los brazos para separarme un poco de ella y tener a la vista mi verga y la pupusa.
Pude comprobar como mi verga se hundía fácilmente en la pupusa. Y como yo ya tenía pelos en el pubis, vi también como se entrelazaban mis pelos con con los pelos de ella.
Luego volví a posarme encima de ella para seguir cojiendo, metiendo y sacando al mismo tiempo que le pasaba mis manos en las nalgas y en las piernas para sentirla plenamente.
Ahí en el mete y saca, entrelazo sus piernas con las mías que hásta podía sentir sus pies en mis pantorrillas, yo me aferré más a ella y metí mis brazos por atrás de sus hombros y me dediqué a disfrutar, a sentir que me estaba cojiendo a una mujer.
Comencé a moverme más rápido.
¡Que rico! Le decía.
Se escuchaba bien ese golpecito que hacía cuando chocaba mi pelvis en la de ella.
Ella se movía de tal forma que sentí que literalmente me iba a exprimir la verga .
Y como que así hubiera sido, llegué a lo máximo del placer y sentí que le eché los chorros de leche adentro de la pupusa. Claro que ahora ya sabía que era el semen. Ella seguía moviéndose, de verdad sentía que me estaba exprimiendo la verga.
Me quedé un momento quieto encima de ella, como cuando hacía
mi cuju cuju.
Ella así tranquilamente sólo me dijo:
-¡Que rica tu verga!
Le saqué la verga que aunque no en su máxima expresión, todavía la tenía parada y palpitando, toda mojada hasta la base..
Así desnudos me volvió a lavar la verga, luego echó agua en la palangana y se puso de cuclillas, con la palma de la mano agarró agua y se la pasó en la pupusa, como que con los dedos se sacó el semen porque cayeron gotas grandes en el agua.
Ahí estaba mi semen, el que le había dejado adentro de la pupusa, ahora estaba en el agua de la palangana.
Me vestí rápido ella también lo hizo le dije: ¡gracias!
-¡de nada mi amor, aquí te espero siempre!
me dijo y me dio un beso en la mejilla
Salí caminando rápido, emocionado por haber realizado mis fantasías, que aunque fue con una prostituta para mi fue lo máximo.
Espero que les haya gustado mi historia, es mi experiencia real.
¡Gracias!