Al día siguiente cuando desperté, me sentía rara, todavía recordaba lo mucho que me había excitado escuchar a aquella pareja. Me quede un buen rato en la cama pensando y dándole vueltas a la cabeza y recordé una situación parecida. Una de esas situaciones que recuerdas para el resto de tu vida, por lo raras que resultan.
Recuerdo que estaba en el cine viendo una película tranquilamente, cuando me di cuenta de que un hombre se había cambiado de asiento y se había sentado justo a mi lado. Yo continué tranquilamente viendo la película, sin darle importancia a aquella situación.
Aquel hombre acercó sus labios a mi oído y comenzó a susurrarme cosas.
Me dijo que no podía evitar el tener ganas de acariciar todo mi cuerpo con sus labios, que deseaba pasar sus manos por cada rincón de mi cuerpo, que deseaba tener mi cuerpo sudoroso encima del suyo, que deseaba abrazarme desnuda y que nuestros cuerpos se rozaran piel contra piel.
Aquel hombre no era el típico salido por naturaleza, se notaba en su voz que yo le atraía hasta el punto de no poder controlarse.
Yo estaba muy excitada todas aquellas cosas y su voz lenta y melosa, como entrecortada por la excitación, me había trastocado completamente.
Mis manos comenzaron a moverse con autonomía propia y sin darme cuenta habían ido a para a su entrepierna, comencé a acariciarle el pene suavemente arriba y abajo, mientras él hundía su mano por debajo de mi falda y apartándome las bragas comenzaba a masturbarme.
No podíamos gritar, pero cuanto lo desee en aquel momento. Tampoco podíamos movernos mucho o todo el mundo se daría cuenta, eso me excitaba aún más.
Cuando ya no aguantábamos más nos levantamos y nos fuimos a su casa.
Nada más entrar me agarro y me tumbo sobre la mesa, quitándome toda la ropa, comenzó a besar todo mi cuerpo, separo mis piernas y se hundió en mi sexo. Creo que nunca había gritado tanto en mi vida. No podía moverme sólo gritar.
Cuando acabó separo aún más mis piernas y comenzó a penetrarme lentamente, él permanecía de pie, yo ni siquiera podía mirarlo tumbada en la mesa sólo podía mover mi cabeza a un lado y a otro y gritar.
Él movía todo mi cuerpo con sus fuertes brazos, por momentos mi cabeza chocaba contra la pared, parecía que aquella mesa iba a romper en cualquier momento pero me daba igual nada podía para aquel torbellino de pasión.
Sin darme cuenta me agarro y se sentó en el suelo colocándome encima de él. Yo comencé a moverme mientras él besaba mis pechos, mi cuello y me agarraba por la cintura para moverme con mayor rapidez.
Estuvimos así un buen rato, hasta que el no pudo más y se corrió, yo no podía más pero aún seguía excitadísima, las gotas de sudor caían lentamente por mi espalda y esa sensación de calor me gustaba, casi no podía respirar pero quería más.
Le agarré y lo lleve hacía la cama, una vez allí lo tumbe boca arriba y me coloque encima de él al revés, de manera que pudiera lamer y acariciar su pene cómodamente y así lo hice.
Lo acaricie suavemente con mis manos al principio, hasta que no pude resistirlo más y lo lleve a mi boca, comencé a lamerlo, a besarlo, lo metía entero en mi boca, quería que fuera completamente mío.
Oía sus suspiros lejanos, por detrás de mí, y sin darme cuenta en un arrebato de excitación, me agarro fuertemente por las caderas y me llevo hacía su boca. Con su lengua comenzó a explorar todo lo largo y lo profundo de mi sexo, yo de la excitación no podía evitar el lamer y meter con mayor fuerza su pene en mi boca, cada vez quería chuparlo más, más hacia dentro, mas fuertemente. Los dos nos corrimos casi a la vez.
Yo continuaba muerta de calor, y cada vez estaba más cansada, pero quería más, no podía evitar el besarle y mis manos seguían perdiéndose por su cuerpo como al principio.
Al rato llegue a excitarle tanto que me agarro bruscamente, me coloco boca abajo en la cama y separó con rudeza mis piernas. Comenzó a besarme la espalda, sus manos acariciaban fuertemente mis muslos, de repente noté un movimiento y un pequeño dolor, no hice más que gritar, dios mío, estaba dentro de mi otra vez. Estaba vez me estaba penetrando analmente. Lo sentía completamente dentro de mí, sus suaves envestidas me volvían loca, casi no podía respirar, arroje la almohada al suelo, mis manos agarraban fuertemente las sabanas. El cada vez iba más rápido y yo cada vez quería más.
De repente con una de sus manos comenzó a juguetear con mi clítoris, luego introdujo sus dedos suavemente, los iba deslizando suavemente hacia dentro y hacia fuera, mientras su pene seguía entrando y saliendo cada vez más rápidamente.
En un instante creí morir de placer, creo que incluso llegue a correrme antes que él.
No sé porque recordé esa historia aquella mañana, no tenía relación alguna con lo que había sucedido aquella noche. Tampoco le di muchas vueltas, simplemente me duche y me fui a dar un paseo por el pueblo.
No pude evitarlo pero llevaba todo el día pensando en que pasaría si me encontraba a aquella pareja, tenía miedo de poner alguna cara rara o algo. Decidí que si me los encontraba agacharía la cabeza y seguiría de largo.
Justo cuando paseaba por la plaza me fije en un chico que había sentado en un banco leyendo un libro, me resultaba familiar. Decidí sentarme en un banco, justo enfrente de él y así podría verle bien y terminar con mis dudas.
Al cabo de unos minutos me di cuenta de que era el chico de la habitación de al lado. En ese momento me puse nerviosa, creo que no era capaz de levantarme del banco y de pasar a su lado. También me hice un montón de preguntas, como que hacía allí sólo sentado y donde estaba la chica de anoche.
De repente él me miró y me dedicó una sonrisa, no me había dado cuenta que llevaba un rato mirándolo fijamente y claro él se había dado cuenta.
En ese justo momento no sé que demonios se me paso por mi cabeza pero me levante y fui hacia él. Me senté a su lado y le dije, anoche oí como decías mi nombre entre suspiros de placer, esta noche quiero oírlo cuando este lamiendo todo tu cuerpo y haga mía tu polla.
No sé como me pude levantar de aquel banco y caminar de nuevo hasta el hostal, ni siquiera pare a mirar la cara que había puesto.
Estaba muerta de vergüenza pero a la vez estaba deseosa de que aquello pasara.
Llegue al hostal y fui corriendo a darme una ducha. Intente relajarme pero durante dos horas no pude quitármelo de la cabeza, no sabía si iba a aparecer. Decidí irme de aquel sitio al día siguiente, no quería encontrármelo por algún pasillo, no sería capaz de mirarle a la cara.
Cuando ya estaba casi dormida, picaron a la puerta, me puse nerviosísima.
Me levante como pude de la cama y fui a abrir la puerta, el corazón me latía a mil por hora. Cuando abrí y vi que era él con una botella de champagne me volví loca. Sin dejarle hablar le agarre y le metí en la habitación, comencé a besarle, a tocarle, casi no podíamos respirar, le quite rápidamente la ropa y lo lleve hacia la cama.
De repente él me paro y me apartó un poco, se me quedó mirando unos segundos y me dijo, como quieres que diga tu nombre entre suspiros de placer si no lo sé. Yo sonreí y le dije mi nombre, entonces él me agarro y comenzó a quitarme la poca ropa que llevaba, me besaba todo el cuerpo a la vez que me acariciaba dulcemente.
Entonces yo me levanté y me fui a buscar la botella de champagne, la abrí y comencé a derramarlo lentamente por su pecho y a lamerlo. Luego baje y comencé a derramarlo por su pene y a lamerlo, mi lengua daba grandes lametazos a lo largo de su pene. Después me eche un poco de champagne en la boca, pose la botella e introduje su pene en mi boca.
Él no paraba de repetir mi nombre entre suspiros y yo volví a beber más y continué introduciendo su pene en mi boca, cada vez más a dentro y cada vez más fuertemente.
Al cabo de un rato el se corrió, entonces yo continué lamiéndolo, todavía conservaba ese sabor a champagne.
Entonces él me tumbo sobre la cama y derramo el champagne que quedaba sobre mis pechos y comenzó a lamerlos, su lengua daba fuertes lametazos y a la vez sus manos acariciaban suavemente mis pezones. Luego fui bajando para acabar en mi sexo, me empezó besando los muslos y tras separar mis piernas comenzó a lamerme y mordisquear mis labios... entonces yo paré le agarré suavemente del pelo y le dije, como quieres que diga tu nombre entre suspiros si no lo sé. Entonces el se rió y me lo dijo.
Ya no pare de gritar su nombre durante aquella noche.