CLAUDIA MI AMIGA DE PUBERTAD
( Relatos Lesbicos )


Cuando me llegó la adolescencia, es decir, cuando me bajo por primera vez la menstruación y se me ensancharon las caderas, cuando mis senos empezaron a alzarse y era una chica curiosa y ansiosa de saber que pasaba con mis cambios. Conocí a Claudia, una chica de mi edad que también estaba atravesando por lo mismo, y fue en ella que descargué mi curiosidad y al mismo tiempo desperté la inquietud en ella.

Antes de conocerla e intimar con ella, aligeraba mi curiosidad y los hormigueos que me venían con la masturbación. Llegada la noche, después de bañarme me contemplaba desnuda en el espejo del lavador, sentía que mis senos crecían a diario, un día descubrí puntos negros alrededor de mi vulva y supe que me crecerían los pelos, me daba vuelta y veía mi culo, notaba como se ponía cada vez más redondo, a veces me gustaba agarrarme las nalgas y separarlas para mirar en medio de ellas. Luego me atrevía a salir del baño, así desnuda… y corriendo me metía a la cama, a dios gracias, tenía baño en mi habitación. En la cama me cubría hasta los hombros, por si mi madre entraba a mi habitación a ver si ya me había entrado a dormir, para que no se diera cuenta que estaba completamente desnuda, pues de descubrirlo no sabría qué decirle. Una vez que ya estaba bien cubierta, el cosquilleo que había empezado a sentir en mi vulva al pasarme la esponja con el jabón mientras mi bañaba y que permanecía mientras me observaba en el espejo, crecía hasta el punto de hacerme sentir que tenía que tocarme.

Apenas lo hacía sentía que toda mi vulva apuntaba hacia afuera, mis piernas se aflojaban, empezaba a tocarme, metía mis dedos en mi raja, sentía mi entrada aun cerrada y pequeña, mi piel totalmente lisa, el cosquilleo era intenso, en mi vientre se producía un nudo delicioso y la piel al interior de mi vulva se ponía más lisa conforme se mojaba ligeramente, entonces con todos mis dedos juntos, recorría mi raja de arriba abajo y de abajo arriba, intensamente, mis dedos resbalaban con el moquito y a momentos se salían hacia abajo sintiendo alcanzar mi ano. Era maravilloso, acababa emocionada, un tanto agitada, simplemente me encantaba hacerlo antes de dormirme.

Pero cuando conocí a Claudia, descubrí otra forma de placer. O más bien, descubrimos juntas otra forma de placer una tarde de aquellas. Como ya habíamos tomado confianza mi mamá me permitía salir fuera de casa para charlar con ella. Recuerdo bien aquella tarde, hacía calor; yo traía puesto un top y un shortcito licra, ella traía una playera encima y un pantalón deportivo, ambas nos mirábamos y notábamos nuestros cambios, esa tarde decidimos hablar de nuestros cuerpos; para que nadie nos escuchara entramos en la casa que estaba aún en construcción al lado de la mía, era domingo y ni los constructores ni nadie vendría así que entramos con confianza, yo me senté al borde de lo que vendría a ser una ventana, ella se mantuvo de pie delante de mí:
-Oye ¿Ya te vino tu periodo?
-Sí ¿Y a ti?
-También.
-Ya lo sabía.
-Y cómo lo sabías.
-La otra vez que nos encontramos, mientras hablábamos, apoyabas tus manos en la espalda baja, como si estuvieras con tus cólicos.
-Ja ja ja sí, justo me estaba bajando.

Y así nos empezamos a preguntar ¿Qué fecha nos bajaba? ¿Por la marca de nuestras toallas? ¿Si aguantaban o no? ¿Cuál aguantaba mejor? Cosas como esas, que nos hacían sentir cosquilleo en nuestras púberes vulvas y a mí por lo menos hasta los pechos me hacía poner duros. Y así entre risa y risa seguíamos:
-A veces, cuando estoy en el salón de clases, me siento presionando mi culo hacia atrás, separo un poco mis piernas y puedo sentir el asiento con mi vulva. Es rico, me agachó un poco hacia adelante y se pone más rico.
-¿Sientes hormigas caminándote ahí abajo?
-Sí.
-¿Y es rico? Ja ja ja
-Sí mucho… me gusta hacer eso delante de mis compañeros de clase porque nadie se da cuenta ja ja ja
-¿Nadie?
-No, nadie.
-Hasta ahora ja ja ja
-Deberías intentarlo, especialmente cuando todos están atentos a la clase ja ja ja.

Hablamos también de los calzones sin borde para que no se note cuando usamos pantalón licra o ajustado, hablamos de mi culo y de su culo, lo que nos empezó a excitar más. Hablamos de los sujetadores y lo complicado que son los broches en la espalda, de si los sujetadores sin broches y de una sola pieza eran más fáciles de usar, de si aplanaban el busto y ahí empezó todo:
-No, no aplanan los pechos yo estoy usando uno ahora y no siento que me hagan plana.
-¿Sí, estas usando uno?
-Sí.
-Cierto, no te hacen más plana, más bien parece que te los hacen hacía arriba.
-¿Tú traes puesto uno con broches en la espalda?
-Sí, tengo puro de esos, pero le puedo decir a mi mamá que me compre uno como los tuyos… ¿Y cómo es? Esa fue la pregunta con la que empezó todo, la excitación casi se me salía por la boca, casi me temblaba la quijada, ella puso los ojos radiantes y me contesto.
-¿Quieres ver cómo son?
-Sí
-Pero vamos más allá, sino aquí todos nos van a ver al pasar.

Como ninguno de los ambientes tenía aun puerta nos fuimos a uno del fondo, que además no tenía ninguna abertura de ventana. Una vez ahí, nos pusimos aún más nerviosas de la excitación, nos reíamos y yo sentía que no solo la quijada, sino que las rodillas también me temblaban.

Estábamos una frente a la otra y Claudia empezó a subir su playera hacia arriba, yo miraba atenta sin siquiera pestañear, se la subió toda hacia arriba y su rostro quedó cubierto por su playera con los brazos en alto, su sujetador era de color gris, sus pechitos apenas salían por encima, pero ese sujetador se los sostenía mejor que a los míos, me hacía desear tocárselos. Pero esperé a que terminara de quitarse la playera.

La contemplé así un rato, solo con su sujetador, mi vulva la sentía como cuando me tocaba por las noches y casi pude percibir como se me marcaba en el calzón y en el shortcito, pero no me importaba, es más, quería que lo notara y quizá fue así pues ella también me miraba:
-Parece que tus pechos apuntaran hacia arriba. Hizo un ademán apuntando los dedos hacia arriba y nos reímos.
-A ti también ja ja ja. Pero tu sujetador te sostiene bien.
-¿Te gusta?
-¿Qué… tú sujetador?
-Tú que crees… ja ja ja
-¿Quieres que nos toquemos?

Esa fue la pregunta que me puso tremendamente húmeda, y si aparte de que se me marcaba la vulva se me iba mojando, esa zona del shortcito, no me importaba. Es más, ya no me aguantaba por liberar toda esa excitación que sentía.

Nos acercamos más una a la otra, con lo excitadas que estábamos casi nuestros pechos se rozaban solos, en uno de esos roces, sentí sus pezones, y es que la tela de su sujetador era más delgada que del mío y se le marcaban ambos pezones. Pero estábamos tan cerca, que no sabíamos si besarnos o que hacer, solo nos movíamos como para que se rocen nuestros senos. Nos miramos fijamente, la excitación nos delataba en la mirada. Hasta que ella se atrevió a tocarme.

Con ambas manos empezó a tocar mis pechos por debajo, lentamente tocaba más y más, mis pechos se ponían más tiesos, los de ella también, nuestros pezones casi se encontraban al centro y nos unían. Yo también me atreví a poner las manos sobre sus pechos, como ella, empecé por abajo, los acariciaba suavemente y a medida que subía por sus redondos pechos tomaba más de ellos, se los presionaba levemente con los dedos, eso le gustaba, podía sentir su aliento, su mirada quieta, seguro la mía también estaba así.

Solo nos tocábamos los pechos mutuamente, no recuerdo en qué momento, creo que ella me lo pidió, pero subí mi top por encima de mis pechos y ella asaltó con sus manos por encima de mi sostén, esa sensación, esas ganas que nos teníamos eran tan deliciosas. Casi estaba teniendo mi primera relación sexual y era con una chica y me gustaba.

Me emocione tanto que me sentí en confianza de tocarle el culo, baje mis manos de sus pechos directo a sus nalgas, se las agarré como lo hice con sus senos, aun no sabíamos si besarnos o no, pero nos reíamos y como la apreté más hacia mí cuando le tome el culo liberó mis pechos de sus manos y las puso en mis costados, sus firmes pechos se apretujaron con los míos, fue delicioso, por encima de los sujetadores algo de piel de nuestros hinchados pechos se juntaba.

Por un buen rato disfrutamos de mirarnos fijamente a los ojos, nuestros pechos, apretándose al centro y mis manos acariciándole el culo, teníamos la intensión de besarnos, pero no acabábamos de hacerlo, ella ponía su rostro levemente de costado y se abandonaba como viniendo a posar sus labios sobre los míos, sentía su respiración, su aliento, pero solo eso.

Como ya estábamos así un buen rato, y ella me dejaba tocarle el culo de arriba abajo, sin restringirme nada, pensé que podía llegar más allá, entonces me separé un poco de su cuerpo, liberé sus nalgas, pero no la solté por completo, ella tampoco lo hizo, seguía manteniendo sus manos en mis costados, debajo de mis brazos. Yo dirigí mi mirada hacia su vientre, ella me siguió con los ojos y nos reímos, ella no adivinaba lo que tenía en mente, pero yo lo tenía claro y deseaba hacerlo.

Puse una de mis manos en su vientre, al borde de su pantalón, metí la mano hacia adentro, me topé con su calzón, inmediatamente pasé el limite hacia adentro, ella se movió levemente, como si quisiera que no siga, pero estaba tan excitada como yo que me dejo seguir y entonces metí mi mano dentro de su calzón hasta alcanzar su vulva, no sentí pelo alguno, es decir, su vulva era como la mía. Y entonces me animé a hacer con su vulva lo que hacía con la mía, al tener bien identificada su raja, empujé mis dedos hacia adentro y empecé a rozarla, casi pude sentir como en ese momento se retorció de placer por dentro, la toqué y toqué, di rienda suelta a mi mano, pude llegar a sentir como sus secreciones salieron formando una poquísima baba espumosa que termino deshaciéndose en mis dedos conforme le rozaba con los dedos, los cuales quedaron mojados al igual que toda su vulva.

Era la primera vez que estaba masturbando a alguien que no fuera yo, y era una chica, la primera vez que estaba tocando una vulva que no fuera la mía, me sentía complacida aparte de excitada, como una campeona, había logrado algo que seguramente alguna de entre las que está leyendo esto aún no ha sentido. Terminé invadida por una emoción indescriptible, no llegamos más allá de eso aquella tarde, pero para mí fue más que suficiente, extraordinario.

Desde ese día fuimos más que amigas, llegamos a más que eso, amantes en secreto. Exploramos nuestros cuerpos, vimos progresar nuestros desarrollos. Juntas vimos salir y crecer nuestros pelos alrededor de nuestras vulvas y obviamente aumentar nuestros pechos y nuestros culos. Hasta que un día tuvimos que dejar de hacerlo, ella dejo de ser mi vecina y se fue a vivir a otro barrio. Y no la volví a ver y sentir hasta que muchos años después cuando ya casi ni me masturbaba recordándola, porque esto último de recordarla en las noches cuando me iba desnuda a la cama después del baño lo hice por mucho tiempo, pero la fui olvidando con el tiempo. Hasta que un día sucedió lo inesperado…

Hasta aquí la primera parte de mi relato, si les ha gustado háganmelo saber escribiéndome directamente a mi correo que lo encuentran en mi perfil, así sabré que están interesadas en leer la continuación, así mismo, tengo en mente realizar un libro con historias prohibidas contadas exclusivamente por mujeres, las interesadas también pueden escribirme al correo. Solo responderé correos de mujeres, gracias.

                                




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