Secreto en la biblioteca parte 1
( Relatos Fetichismo )


Aquel día fui a la biblioteca de la escuela, era un día normal, levemente caluroso. Yo llevaba el uniforme del colegio (religioso); una falda larguísima a cuadros verdes y azules, una blusa blanca ligeramente transparente que deja ver mis pechos pequeños cubiertos por un sostén de encajes blancos. y dos coletas para liberar mi cabeza del calor.

Entonces entré a la biblioteca, no había casi nadie dentro, el fresco de aquel lugar hizo que mis pezones se endurecieran y mi piel se enchinara. Caminé con el cuaderno pegado al pecho hasta el fondo de la biblioteca, llegué al pasillo más escondido y me senté con las faldas tendidas sobre el suelo. Abrí tranquilamente mi cuaderno, dentro se encontraba una foto de mi profesor de historia, aquel del que llevo meses enamorada. Recorriendo todas las páginas de aquel cuaderno se podían ver dibujos y cuentos escritos inspirados en aquel inteligente hombre de piel morena que siempre me hacia suspirar y mojar mis ropas con mis tibios fluidos. Re busqué una vez más pero aquella foto no estaba por ningún lado. Comencé a perder el control. ¿Dónde podría estar aquel objeto que satisface momentaneamente mis deseos sexuales?

Estaba a punto de incorporarme cuando frente a mi se para una persona. No pude ver su rostro porque él estaba a contra luz y el reflejo del sol incidía en mis lentes dejándome un poco ciega. Sobre el suelo estaba un dibujo de mi profesor, era un dibujo dónde él se muestra sin playera abrazándome de espaldas juntando su pelvis a mi par de nalgas ya descubiertas por la falda pero aún con ropa interior. No me percaté de aquello hasta unos segundos después, cuando aquella persona me dijo las primeras palabras mientras yo lo cubría aquel dibujo con mi larga falda:

-Debo asumir que esto que estaba en el suelo es tuyo.

Era la foto de mi profesor, aquella persona lo sabe. Esto dejó de ser un secreto. Mi cuerpo se calienta de vergüenza. No quisiera que nadie más lo sepa pero...

-El profesor Emilio te gusta ¿verdad?
No pude decir ni una sola palabra, mi cabeza estaba escondida pensando en que todo había terminado. Él sólo me mostró la foto sin devolvérmela.

-La verdad es que yo puedo ayudarte a esconder tu secreto, sé que esto es muy común entre las niñas de esta escuela. Tú solo tienes 16 años, el profesor Emilio tiene poco más de 30 así que tendrás que olvidarte de él. No le interesan las niñas.

Aquello fue una puñalada tan fuerte a mi pecho que no lo pude soportar y me puse a llorar. Aquel profesor me hizo ver mi realidad, solo soy una niña tonta y a él le gustan las mujeres. No tengo oportunidades.

-¿Estás llorando niña? ¡Oye! no es para tanto ¿o sí?

Me juntó a su pecho, tenia un delicioso aroma a hombre sofiscticado. Me abrazó un buen rato así hasta que comencé a sentir sus manos grandes y calientes tocando mi cuello y mis hombros, él los masajeaba.

-Ya no llores. Todo estará bien. Calma. Nadie se va a enterar de esto, ya lo verás. Te propongo algo. Guardaré tu secreto si tu me haces un favor. Después de clases ven a mi cubículo y te diré qué hacer. Verás que todo se pondrá mejor. No tengas miedo ni te angusties. Espero que lo tomes en serio y me veas como alguien que quiere ayudarte. En cuanto a la foto no te la daré ya que no es algo que deba de estar en tu posición. Te espero y ten cuidado con las hermanas, no queremos que te vean. No olvides llevar ese cuaderno.

Él se fue guardando la foto entre sus notas. Yo quedé ahí parada con mirada perpleja; no tenía opción, tenía que ir con él después de clases, en el fondo me sentía ligeramente tranquila pero también inquieta por saber de que se trataba tal favor. En fin, fui a tomar mi última clase y luego con mucha inquietud fui al cubículo, me acerqué con mucha cautela, cuidándome de las monjas, ya que si me pillan podrían comenzar a preguntar y me metería en más problemas. Llegué a la cita pero antes de entrar esperé un poco ya que se escuchaba una conversación entre dos hombres hasta que alguna de las dos voces dijo:

-Creo que es hora de que me vaya, comienzo a sentir mucha hambre y cansancio.¿qué era aquello que me querías pedir?
-NO! Espera...

¡oh no! Esa era la voz de el profesor Emilio. Mi corazón se agitó como nunca en la vida, yo tenía el cuaderno abrazado a mis pechos pero en ese momento lo solté de la impresión.Fue entonces que salieron los dos a ver qué sucedía en el pasillo.

-¡Qué bien! Haz llegado. Pasa por favor. Deja tu mochila en el suelo. ¿Puedes poner ese cuaderno sobre el escritorio por favor?

Entré con la cabeza agachada haciendo exactamente lo que se me decía.

-Ella es mi alumna.

-Bueno profesor, no te quiero demorar más así que iré al grano. Esta mañana encontré algo tuyo en la biblioteca y como es algo muy personal quisiera entregártelo en persona para que lo cuides bien de no caer en manos equivocadas.

Mi corazón se aceleró más, creí que me desmayaría. Él pasó aquella foto frente a mi rostro y se la entregó en sus manos. Mi cara estaba roja y mi frente sudaba a chorros, de no ser por el fleco se hubiese notado cuan nerviosa me encontraba en aquella situación.

-Esto es una foto ¿mía? No recuerdo tenerla de antes. Parece reciente.
-Toma, esto también es tuyo.

Me empujó hacia él. Mi rostro quedó en el centro de su pecho, su calor y aroma eran una poción que me embriagó al instante. Asustada me aparté a un lado suyo con la cabeza más agachada y más roja. El calor me invadía.

-¡Profesor Lauro! ¿Qué estás haciendo? ¿Cómo dices eso?

Aquél miserable me había tendido una trampa. Tomó el cuaderno y lo abrió en cualquier página y comenzó a leer.

"Está mañana mientras él daba su clase no pude evitar pensar en sus labios acercándose a los míos. La voz que provienen de ellos es tan dulce como su mirada. Sueño con algún día estar entre sus brazos estrechando mi cuerpo desnudo... Seré toda suya"

- ¿Tienes algo que decir a tu favor niña? Aquí está el profesor Emilio.
-¡Lauro! No seas así por favor, le harás llorar.

En efecto, estaba llorando.

-Tú eres Vanesa ¿verdad? Te he visto en mis clases de historia. Mira Vane, yo me siento alagado por esto que escribes de mi pero yo soy un hombre mucho mayor a ti y esto puede ser indebido.

-No tanto como este dibujo de ti Emilio. Esta niña es una zorra pervertida.

Él miró el dibujo, era aquella escena erótica dónde me sometía de forma sexual. Noté una ligera erección sobresaliendo de su pantalón. Después miré su rostro, parecía sorprendido por lo que veía y bastante apenado también. Salí corriendo dejando mis cosas en el cubículo. Llegué a mi habitación en el internado y comencé a llorar como nunca en mi vida. Quería desaparecer junto a todos aquellos dibujos y escritos. Estaba a punto de abrir la ventana y salir por ahí como un ave pero alguien tocó a mi puerta, no quise abrirla, en cambio me acerqué a la ventana dispuesta a saltar cuando se abre la puerta por un fuerte golpe. Era Emilio.

-¿Qué haces ahí Vane? Ven, traje tus cosas. No llores.
Cerró la puerta y se acercó con cuidado a mi y me abrazó muy fuerte.

-Eres muy hermosa pequeña, tus sentimientos también lo son. ¿Sabes algo? Yo también me siento muy solo y las niñas hermosas como tú me ponen muy nervioso. Ver tu dibujo me recordó que hace mucho tiempo no tengo contacto con ninguna mujer desde hace mucho tiempo y tú eres la primera.

-¡Pero yo no soy una mujer! Solo soy una tonta que se esconde en la biblioteca a escribir cosas tontas sobre usted.

-No digas eso. Eres muy linda Vane, me causas mucha ternura. Ven, siéntate en mis piernas.

Me sorprendió mucho lo que me pidió. En cuanto lo hice sentí su erección bajo mi falda. Me miró con dulzura y besó mis mejillas rojas y mojadas puso una de sus manos alrededor de mi cintura y la otra en mi cuello, luego su rostro entre mis pechos suspirando fuertemente, mi ropa interior comenzaba a sentirse húmeda.

.-Vane, ¿te estás excitando tanto como yo?

Me dio un beso en el cuello que me hizo gemir y con ello estimularlo a él aún más. Poco a poco aumentó su erección y su manera tan sensual de tocarme, abriendo con cuidado los botones de mi blusa y bajando los tirantes de mi sostén, descubriendo uno de mis pezones bien duros como su pene. Los lamió como lo haría un gatito, suave y rítmico, yo no podía evitar gemir de placer, no me había percatado pero tanto mi falda como su pantalón tenían una gran mancha mojada, él se detuvo y se bajó el pantalón, al verlo en ropa interior parado frente a mi me hizo sentir más tímida y deseosa.
-Disculpa que me lo quite pero tengo que salir con él lo más limpio posible. Ven déjame abrazarte como en tu dibujo.
Se acercó a mí y lo hizo tal cual, poco tiempo después bajó mi ropa interior y me dio un par de besos en una de mis nalgas, se agachó más y probó con su legua todo ese flujo que salia para él. Ya en ese momento sentí un golpe en mis sentidos racionales, estaba teniendo mi primer orgasmo.

-¿Puedo penetrarte Vane? Tus formas son deliciosas. No podré aguantar más.
-Si por favor profesor. Quiero ser toda suya. Pero sea cuidadoso, nunca he estado con ningún hombre jamás.
-Está bien hermosa, no te haré daño, agachate un poco más

Eso hice, el puso la punta en mi entrada y comenzó a empujar despacio, dolia tanto como las palabras de rechazo, escuchaba como jadeaba del esfuerzo, sacaba una vez más y volvía a meter un poco más. Su miembro se sentía realmente grueso pero finalmente estaba en aquella gloria tan anhelada. cuando entró casi toda, casí pegó el peor de los alaridos, él me puso tres de sus dedos en mi boca y luego empujó a fondo dejando ahí su virilidad. Emilio soltó un tremendo suspiro de goce y después prosigió con aquel acto de meter y sacar, primero despacio, luego más rápido, yo gemia y gemiahasta que en algún momento él se acercó más a mi y me dijo:

-Tus gemidos me harán acabar muy pronto Vane, sé un poco más silenciosa por favor o nos atraparán.
Eso intenté pero era muy dificil contenerse, hata que de repenté solté un último genido de placre seco y concluso, yo estaba en plena eyaculación y el seguida él me dijo,
-Me voy a correr, espera.
-No por favor, córrete dentro mio por favor mi amor.
Eso lo volvió loco, tanto que me la metía y sacaba más duro y estrujando más mis caderas hasta que descargó chorros y chorros de semen, Al terminar no me la sacó, nos quedamos así un rato y luego me volteó la cabeza y me dio el beso más sensual que jamás haya experimentado, estrujaba mis tetitas y finalmente nos separamos. Se puso su ropa y al final me dijo:

-Toma este billete y compra una pastilla de emergencia mi amor. Te quiero ver en mi departamento en otro momento. Yo te diré cuando. No olvides comprar la pastilla. Te quiero Vane.




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Codigo do Relato
5498

Categoria
Fetichismo

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