Benny era amigo de uno de los cuates con los que fui a correr al autodromo ese día y cuando vio a mi mujer sentada sola en el bar de la suite VIP del autodromo, no pudo dejar de felicitarse por su suerte. Lulú se veía súper sexy, con un vestido cortísimo y muy escotado. En alguna de las reuniones de amigos donde nos habíamos visto, a el le había parecido que ella le había coqueteado un poco, sin llegar nunca a nada más.
Mi esposa al verlo, respiro con alivio, ya que se aburría mortalmente. Por lo que recordaba Benny era un cuate bastante agradable y además, no se veía nada mal. Cuando se saludaron, el se dio cuenta del ligero aliento a alcohol de mi esposa, que ya llevaba un par de tequilas. Su mirada se extravío un par de segundos en el escote de la blusa de mi mujer.
Benny ordeno un tequila para el y el tercer refill de mi esposa, casi de inmediato la conversación se puso mas atrevida y mi esposa comenzó a coquetearle. Sin embargo a los pocos minutos llegaron un par de amigos de Benny, los cuales al ver a Lulú, se sentaron en su mesa sin dudarlo. Benny los introdujo, y la presento como una amiga de él. Al preguntarle que hacía allí, ella les dijo que aburrirse mientras Yo estaba corriendo. Todos bromearon diciéndole que su marido debía de estar loco para dejar sola a una mujer como ella. Mi esposa disfrutaba de la atención de la que era el centro.
Una ronda más de tequilas y Lulú ya coqueteaba descaradamente con ellos, Sin embargo Benny les llevaba la delantera, su mano puesta sobre la pierna de mi mujer subía cada vez mas y mas. Para cualquiera que estuviera andando por allí, hubiera sido pensado que mi mujer era una putilla fácil, de las que abundan en las carreras de autos. El calor del día pegaba fuertemente, y mi esposa comenzó a quejarse y sentirse incomoda con el calor.
Viendo la oportunidad presentarse, Benny la invito inmediatamente al trailer de su equipo, ya que allí tenían aire acondicionado y podían seguir platicando más cómodamente. A Lulú le brillaron los ojos y disculpándose, fue al baño a arreglarse un poco.
Unos minutos desóues y al salir del baño, todos notaron que Lulú se veía espectacular, la falda corta volada. Sus piernas largas, que se veían aun mas esbeltas con los altísimos zapatos de tacón, y sus pezones remarcados casi imperceptiblemente contra el top del vestido.
Benny la tomo de la cintura y la acompaño hacia el trailer, mi esposa ya llevaba la tanga metida en el bolso de mano.
Lulú se sorprendió al ver el trailer del equipo de Benny, era gigantesco. La verdad es que al tratar con él, nunca pensó que tuviera tanto dinero. Al pasar, Benny cerró la puerta y le ofreció algo de tomar. Lulú le pidió una Coca de Dieta. Benny fue por ella a la cocineta y mi mujer lo siguió, aprovechando que el estaba sirviéndole el vaso para pararse muy cerca de él. De modo que cuando el volteo hacia ella, mi mujer abrió levemente la boca y le planto un beso largo y húmedo. Mi esposa sintió como el la abrazaba por la cintura, atrayéndola hacia el. Benny bajo ambas manos apretando las nalgas de mi esposa contra su cadera.
Mi esposa devolvió el abrazo, apretándose contra de él y moviendo la pierna izquierda un poco hacia fuera y hacia arriba, moviendo la cadera de manera que frotaba su sexo lentamente contra su cadera. Cuando Benny movió sus manos debajo del vestido de mi esposa y se dio cuenta de que ella no llevaba nada debajo, se despego del beso y le dijo “Pero que Putita mas rica que eres” al tiempo que le introducía el dedo en la vagina.
Lulú soltó un leve gemido al sentir sus caricias, y dando un pequeño paso hacia atrás, tomo su vestido por la falda y lo levantó, quitándoselo por encima de modo que quedó completamente desnuda frente a él. Benny se tomo unos segundos para admirar a mi esposa, su mirada de intenso deseo, sus tetas duras y paradas, los pequeños pezones completamente erectos, su respiración intensa, su vientre plano, la línea de vello púbico que apuntaba hacia la raja de su panocha, sus larguísimas piernas. El pendiente de oro que se como una flecha señalaba hacia abajo entre sus senos y las finas sandalias de tiritas, que levantaban sus glúteos.
Mi mujer sabiéndose admirada, puso sus manos al lado de sus caderas y caminando felinamente, se acerco a él. Antes de volver a besarse, le dijo, “Y que no tienes nada que decir”. El le respondió besándola apasionadamente al tiempo que se desabrochaba el pantalón lo más rápido que podía. Mi esposa, le abrió la camisa bruscamente y le arranco el botón superior. En cuanto su pene estuvo fuera, ella subió la pierna izquierda sobre la cintura de él, de modo que la pudiera penetrar mientras seguía recargado contra la cocineta. Benny tomo su verga desde la base y buscando la entrada al sexo de mi mujer, la clavo en cuanto sintió la humedad y el calor de sus labios vaginales. Lulú profirió un largo y muy erótico gemido al tiempo que aceleraba su respiración y comenzaba a mover las caderas para adecuarse al ritmo con el que la penetraba.
Benny tomo a mi mujer de los cabellos de la nuca y la jalo hacia atrás al tiempo que seguía metiéndole la verga. Mi esposa reaccionó, calentándose aun mas, acelerando el ritmo y moviendo las caderas hacia el, de modo que la penetrara mas profundamente. “Eres un hijo de puta…” Le dijo entre dientes y con la boca apretada por la excitación, mientras cabalgaba su verga con destino a un delicioso orgasmo.
Benny sentía las paredes húmedas de la vagina de mi mujer, y como embonaba perfectamente con el, pocas veces había disfrutado tanto de una cojida casual. Ambos comenzaron a excitarse cada vez mas, hasta que Benny sintió que ya no podría aguantar, acelerando frenéticamente el ritmo y la fuerza.
Lulú sintió como el paraíso se acercaba finalmente, bañando las playas de su ser con olas de abundante semen, cual tormenta en la mar. Mi esposa se dejo llevar por estas y sintiendo su calido embate, se perdió en la blanca profundidad de su propio orgasmo.
Al terminar, ambos estaban bañados en sudor, y por la posición les temblaban las piernas, al separarse, mi esposa sintió el semen de Benny fluir fuera de su vagina y correr sobre el interior de su muslo. “Donde tienes el baño?” le preguntó. Para dirigirse hacia donde le había señalado. Al salir. Benny ya se había vuelto a poner los pantalones y estaba sentado en la pequeña sala, un vaso de Coca Cola con hielos estaba sobre la mesita del lado.
Mi esposa busco su vestido, pero antes de tomarlo, lo pensó mejor y solo lo colgó sobre una de las sillas para que no se arrugara. Lo que si hizo por alguna extraña razón, fue tomar su bolso para sacar la tanga que había guardado desde el bar y ponérsela, al terminar, fue a sentarse junto a Benny.
El estaba semi recostado en el sillón más grande del trailer frente a la TV, cuando Lulú se acerco, le dio un largo beso, mientras le acariciaba lentamente el flácido pene. Benny subió una mano hacia las tetas de mi mujer y comenzó a masajeárselas con fuerza. Ella subió una pierna hacia el, como si fuera a montarse sobre de él.
Mi esposa se daba perfectamente cuenta de que Benny estaba comenzando a excitarse de nuevo, la verga endureciéndose en su mano y las primeras gotas de lubricación seminal, que ella misma le embarraba de nuevo en el glande. A mi mujer se le hacia agua la boca por sentirlo dentro de nuevo. Finalmente Lulú se sentó sobre de Benny, la verga de el entre sus piernas, recibiendo las caricias de mi esposa y manchándole la tanga con las gotas de lubricación que ya salían copiosamente de su pene. Mi esposa realmente estaba disfrutando del momento, viéndolo fijamente, mientras sus dedos seguían acariciando su verga dura. Benny por su parte acariciaba la parte externa de sus piernas, subiendo las manos hasta los senos de mi mujer para pellizcarle suavemente los pezones.
“Que buena estas” le dijo Benny, mientras seguía acariciándola. “Y tu, que buena verga tienes”, le dijo mi esposa sonriéndole pícaramente.
“Te gusta la verga, verdad?”
“Si, hay algo de malo en eso?”
“No, por mi, comételas todas”
“Todas?, cuales son todas?” le dijo mi mujer, sonriéndole inocentemente.
“Todas las que quieras”
“Mmm pues dejame pensar… que tal las de tus amigos” le dijo Lulu, al tiempo que en lugar de acariciarle la verga, comenzó a apretarla entre sus manos.
“Puta madre!!! me encantaría verte con todos, a poco podrías?”
“Inténtalo…” le dijo mi mujer, al tiempo que se deslizaba lentamente hacia atrás, hasta acabar hincada entre las piernas Benny. Tomando su pene por la base, lo introdujo profundamente en su boca de un solo movimiento, mientras lo miraba fijamente. Mi mujer tiene una manera de chuparla que vuelve loco a cualquiera, sin embargo, el haber tenido un orgasmo hace unos pocos minutos, le dio a Benny el aguante para dejarla esforzarse un rato.
Mi esposa, subía y bajaba la cabeza con pequeños movimientos circulares, sin quitarle la mirada de encima a Benny. Este acariciaba su cabellera y ocasionalmente le daba un pequeño empujón con las caderas para clavarle la verga en la boca. Por un momento, la idea de cojersela por la boca hasta venirse cruzo su mente. Y mientras eso pasaba, Benny la tomo por la nuca, utilizando un buen mecho de pelo para controlar firmemente sus movimientos. Mi esposa sintió su sexo bañarse al ser el objeto de tal muestra de fuerza y control. La verga de su amante le llegaba hasta lo mas profundo de su garganta. Entre más agresivamente se comportaba él, mas caliente se ponía ella.
“Date vuelta, Putita de Mierda” le dijo Benny, mientras le sacaba la verga de la boca y le soltaba el cabello. Lulú, cada vez más caliente, se subió al sillón, al lado de el y poniéndose en cuatro, se le ofreció. Su vagina chorreaba de excitación de nuevo. Benny se paro detrás de mi esposa, y tomándose la verga por el tronco comenzó a jugar pasándosela por la parte de afuera de la vagina, dejando que los labios vaginales de Lulu le acariciaran el glande, para después subir hasta el agujero de su culo y bajar de nuevo para embarrársela en el clítoris.
Lulú gemía levemente, su mano derecha metida por debajo de su cuerpo para acariciarse el clítoris y la verga de su amante, la cara volteada hacia él “No mames Benny, métemela ya por favor, no seas malo. Que no ves que me muero de ganas…” le decía mi mujer.
Eso veo, Putita. Te gusta que te cojan verdad? Con cuantos cabrones le has puesto el cuerno a tu marido? “No se” le respondió Lulú, mientras sentía la verga de el recorrerla toda. Benny paso una vez mas su glande por la parte exterior de la vagina de mi esposa, y aprovechando la extrema lubricación con la que ella lo envolvía, se coloco un poco mas hacia arriba y de un solo empujón comenzó a penetrarla por el culo.
Lulú emitió un fuerte grito cuando sintió su ano dilatarse al paso del falo que Benny le empujaba desde atrás. El sonido de los autos pasando por la pista era estruendoso y ahogaba en parte los gemidos de mi mujer. Sin embargo, estos eran lo suficientemente fuertes como para que su amante se diera cuenta de que algo debía de estar haciendo bien.
Mi esposa gemía desesperadamente, mientras que sola se acariciaba el clítoris, hundiéndose varios dedos en la cavidad vaginal, mientras Benny le masajeaba los intestinos. Casi a punto de venirse, Benny se acerco a la cara de mi esposa y tomándola del cuello hasta casi ahorcarla, le dijo “Y espérate a que vengan mis amigos…”
Lulú, emitió un sonido ahogado, apretó fuertemente el cuerpo y se dejo ir hacia la blanca ceguera que era su orgasmo. Ni cuenta se dio del momento en que Benny le soltó sendos chorros de semen dentro del culo.