Cris, tendida en su lecho totalmente desnuda, pensó por un instante en lo que estaba pasando; a su mente llegaron esos recuerdos de aquel primer encuentro, tan apasionado y tan intenso que quería volver vivirlo. Se deshizo de sus prejuicios y de sus miedos para dejarse llevar por el momento, dominada por una vorágine de sentimientos encontrados y caprichosos y cerrando sus ojos abrió impúdicamente sus piernas con tantas ansias y tanto deseo sólo para volver a sentir que estaba viviendo un hermoso sueño… Su verdugo no la hizo esperar… Ella con sus piernas abiertas ofreciéndole su sexo y él con su labios y su lengua ofreciéndole sus besos, recorriendo milímetro a milímetro todo su cuerpo…
Tenía su mente en blanco, no había pensamientos, sólo emociones, exquisitas sensaciones que la recorrían totalmente… Entre sus piernas recogidas y seductoramente abiertas aún yacía la cabeza de su amante aprisionada hacia su sexo con la ayuda de sus manos, asegurándose de que él no dejara de besarla, que sus labios y su lengua siguieran allí y mientras más sensaciones experimentaba más abría y cerraba obscenamente sus piernas aprisionando la cabeza de su verdugo, quien no le daba respiro, y que beso tras beso se había apoderado de su sexo…
Su verdugo estaba hechizado… se le notaba por la vehemencia con que la besaba… estaba tan fascinado con el olor de Cris, con el sabor de Cris, que no se había detenido a contemplar el encantador sexo de Cris, burbujeante y ardiente, enrojecido por los incesantes besos a los que fue sometido… y al ver tanta belleza en todo su esplendor, aceptó la más dulce invitación que esperaba recibir y con toda la excitación que le producía verla así, en un movimiento inesperado, sujetándole las piernas, abruptamente la penetró… Lo que Cris sintió hasta lo más profundo de su ser… embistiéndola frenéticamente una y otra vez… lo que Cris, con dicha, ansiaba recibir, abrazándola y penetrándola una y otra vez… Con sollozos, suspiros y gemidos como única respuesta, revolcándola en su lecho, provocándola, entregándole el máximo placer.
Y es que cuando la pasión se desborda y la euforia nos embarga, la ternura y la decencia huyen de ipso facto dando paso a la obscenidad y a la lujuria…El desenfreno, el atrevimiento y el deseo se conjugan en uno sólo y los cuerpos quedan a merced de los deleites carnales… Así estaba Cris, libidinosa, deseosa de ser sometida gozando con cada embestida. Ella sabía qué efecto producía en él y a toda costa quería acentuarlo utilizando su cuerpo para lograrlo. Su sexo hervía por las incesantes arremetidas de su verdugo. Cris se aferraba a él con todas sus fuerzas alentándolo a irrumpir en ella con más ímpetu y más brío… Con la emoción que le producía sentirse llena, penetrada, atravesada salvajemente… Con la emoción que le producía sentirlo dentro de ella. Ya no había lugar para los dulces susurros que la habían adulado aquella primera vez… Su boca no sólo musitaba gemidos y sollozos… ahora tenía la osadía de vociferar imperantemente a su verdugo quien la sodomizaba con firmeza. Penétrame! Gritaba excitada… más fuerte!, con su voz entrecortada, mientras él con desenfreno la avasallaba.
Fue sólo un segundo en el que Cris dejó de sujetarlo cayendo como rendida y estirando sus brazos sobre su cabeza. Su piel estaba enrojecida y sus tetas desafiantes… Pero fue sólo eso, un segundo, porque siguió vociferando con vehemencia mirándolo a los ojos… imponiéndose, ordenándole… arqueando su espalda mientras él la tomaba por su cintura… mostrándose… Bésalas!… le decía, mirándolo a los ojos fijamente… bésalas!… insistía, mientras su verdugo seguía embistiéndola… Y quien podría resistirse ante tanta belleza? Entonces las manos de él se posaron sobre sus tetas que se movían al vaivén de las arremetidas... suaves, hermosas... bellas tetas de Cris con sus pezones rojos invitando al placer… placer que recibían de los labios de su opresor quien las apretaba y estrujaba con deleite, sacudidas al ritmo de una cópula salvaje, hurgadas y manoseadas sin piedad.
Agitada pero no extenuada, instaba a su tirano amante con sus frases ardientes. Estaba altiva y fogosa y quería sentirse llena… Se escabullía de su verdugo pero al instante se le ofrecía… Penétrame! le gritaba… y él impetuosamente le obedecía. Ella era suya… Ella lo sabía… Le gustaba sentirse dominada y todo lo permitía… que la arrastrara en su cama, que la tocara con lujuria, que le abriera sus piernas y la penetrara con furia, que la volteara boca abajo y le hiciera lo que quisiera, que le abriera el culo y con dureza la sometiera… Ese era el destino que ella quería… ser explorada, ser poseída… Y su verdugo no la defraudaría prodigándole a ella aquel goce indescriptible… Ella le entregó su cuerpo y él lo recibió con gusto… devorándolo a sus anchas, desde su sexo hasta el culo… Ni un solo milímetro se escapó de sus manos, su lengua o sus labios… Pero aún había más: su verdugo, no contento con disponer en forma arbitraria de los pechos y la enrojecida intimidad que Cris generosamente le había entregado, no tenía remilgos en introducir, ya fuera suavemente o de un sopetón, uno o varios dedos en el tierno y hermoso culo de Cris, que debía aguantar con estoicismo y con deleite como aquellos dedos profanaban su recto con total impunidad y ella nada podía hacer para impedirlo…. Y nada quería hacer para impedirlo.
La tenía en su poder dándole a raudales todo el placer Y lo hizo de todas las formas.. Con su miembro atravesando su sexo y sus dedos clavados en su culo… Con su culo ensartado por su miembro y sus dedos invadiendo su sexo… siempre con su culo y su sexo invadidos al mismo tiempo… Eran momentos mágicos los que estaba viviendo, sensaciones indescriptibles las que estaba disfrutando, haciendo realidad sus más locas fantasías.
Cris le ofreció su sexo... le ofreció su culo… consintió todos los excesos de su verdugo. Se sentía esclava y se sentía reina, lujuriosamente deseada y dulcemente poseída, salvajemente penetrada y sus fantasías concedidas.
Son los últimos momentos de euforia y deleite. Su opresor incansable está ahora tras de ella invadiéndola dulcemente… extasiada cierra sus ojos apoyando su espalda y su cabeza sobre el pecho de su verdugo… Cris es una reina ahora conquistada… y su invasor ha tomado posesión de su reino. Recorriéndolo palmo a palmo, sus pechos, su vientre y su sexo. Está cautiva pero sentada en el trono, con sus tetas desafiantes dominadas por su verdugo, con sus piernas impúdicamente abiertas y empalada por el culo, y con su sexo ardiendo por la mano su verdugo… excitada, apasionada, llena y saciada intensamente hasta en el último instante, en que todas esas sensaciones se convierten en un sueño delirante y en su goce más profundo…