La amiga divorciada convenció a mi mujer
( Relatos Em Grupo )
Les quiero contar como cambió nuestra realidad gracias al divorcio de una amiga de mi esposa. Me voy a presentar, me llamo Ruben, tengo 57 años, hace mas de 30 que estamos casados con Mabel; nuestra vida sexual fue siempre buena, más allá de algún sobresalto ocasional. Siempre hablamos mucho e inclusive un par de infidelidades de cada uno fueron habladas y todo siguió normalmente.
Entre nosotros nunca nos hemos privado de nada, sexualmente hablando; hemos visto juntos infinidad de videos que no solo nos han hecho calentar terriblemente, sino que también nos sirvieron de aprendizaje para nuevas posturas y actitudes.
Una sola cosa hubo que alguna vez conversamos pero Mabel nunca quiso avanzar, y eso fue el intercambio de parejas o hacer algún tipo de trió.
Hace un tiempo cuando nuestra hija menor se fue a vivir a la capital, Mabel ya aliviada de muchas cosas en la casa empezó a salir algunas veces con algunas de sus amigas de la Universidad, casi todas ellas divorciadas o solteras. Así fue que después de cada una de aquellas reuniones nos reíamos bastantes porque ella me contaba las andanzas de sus compañeras, y comenzó a llamarle la atención que varias de ellas hablaban justamente de intercambios, tríos, aventuras lésbicas, en fin todas esas cosas a las que no se atrevía mi mujer.
A los pocos días Estela, su mejor amiga se separó de su marido, un tipo que resultó ser agresivo y golpeador; ella quedó mal por la situación y cuando se sentía muy abatida le pedía a una u otra que le acompañasen por las noches.
Así fue que a la tercera o cuarta vez que Mabel la fue a acompañar, al regresar me contó que le había sucedido algo que nunca había imaginado: Se acostaron las dos en la cama de dos plazas de Estela, conversaron un largo rato y apagaron las luces con intención de dormir. Mi mujer habitualmente duerme o con un camisón cortito o con la parte superior de un pijama y la bombacha solamente y me contaba que Estela también lo hace del mismo modo
Lo que pasó fue que al rato Estela le apoyó una mano en la nalga y eso hizo que sintiera algo.... si, algo... así me lo contaba. Instintivamente, sin pensar se movió hacia atrás, hasta apoyar el culo contra el cuerpo de su amiga, e inmediatamente se dio cuenta que empezaba a humedecerse.
Estela al sentir el contacto del cuerpo de Mabel empezó a moverse lentamente, y la primera reacción de mi mujer fue darse vuelta, dándole la espalda, pero entonces Estela también giró, la abrazó y suavemente comenzó a acariciarle los pechos por debajo del pijama.
Mabel me decía que sus sentimientos eran confusos, por una parte pensaba que no podía ser, si ella no era lesbiana ni mucho menos, pero por otra parte las caricias eran tan suaves, tan sensuales que empezaba a sentir que su cuerpo empezaba a pedirle más.
Me decía que Estela comenzó a besarle el cuello y la nuca, y en ese momento Mabel pensó: ¿Por qué no?
Me contó que entonces decidió relajarse, y dejar que sea Estela quien tomara la iniciativa, y como respuesta se quitó el pijama, quedando solamente con su bombachita, una cola less de las que aquí llamamos hilo dental, detalle que aprovechó Estela muy bien, acariciándole las nalgas con una mano mientras con la otra le apretaba suavemente los pezones, que en ese momento ya estaban erguidos, duros. Según me contaba eran quizás las caricias más suaves que habría recibido, mas aun que las mías, y se abandonó por completo.
En poco rato estaban las dos desnudas, besándose y masturbándose frenéticamente, y Mabel, siendo su primera experiencia lésbica, no tardó en tener un orgasmo que ella misma definió como espectacular e inolvidable.
Como Estela aún no había acabado, se colocó en posición para hacer un 69 y dice mi esposa que no se imaginaba que fuera tan sabroso y excitante el sabor de los flujos femeninos, de moco que un rato después acabaron ambas, una en la boca de la otra.
Lo que me manifestaba mi mujer es que ella que siempre había dicho que relaciones lésbicas no tendría, ahora estaba feliz de haberlo hecho, y más aun, con ganas de repetirlo, si es que yo estaba de acuerdo. Obviamente le dije que si, y el pequeño hombrecito morboso que todos tenemos dentro, salió a la luz y entonces le dije que fuera viendo de a poco si sería posible que más adelante yo también participara, aunque mas no fuera como simple espectador a lo que me respondió que a ella también le atraía esa posibilidad, pero que iría viendo poco a poco como se daban las cosas.
Así siguieron las cosas, ella una vez por semana o cada 10 días iba a acompañar a su amiga, pero a las pocas semanas Estela le dijo que su ex se había ido de la ciudad, que las otras chicas ya no iban a acompañarle, pero que quería que Mabel siguiera yendo cada vez que quisiera, pues sentía que con ella se calentaba muchísimo y gozaba terriblemente.
Entonces mi mujer decidió no esperar más, y una noche en la que habían logrado tener un par de orgasmos hermosos, como al pasar le dijo:
-Cuanto daría para que Ruben me vea haciendo el amor con vos….
La respuesta de Estela fue un beso de lengua y un:
-¿Te gustaría? Y bueno, pero yo quiero que también sigas siendo mi amante….
-Eso ni lo dudes –respondió mi mujer-
-Entonces te toca organizar todo –le respondió.
Al día siguiente en lacena Mabel me expuso su plan. Invitaríamos a Estela a cenar el sábado y ella la esperaría vestida bien sexy, ya que le había dicho que eso le gustaba mucho y mi esposa había llevado algunas veces a sus encuentros un conjunto de corpiño y tanga negros, de encaje, una blusa roja semitransparente, una minifalda blanca, medias negras labradas y zapatos de taco aguja bien altos.
Así la esperó a su amiga-amante, en tanto yo estaba vestido de forma casual, con una remera, y jeans. El saludo ya preanunció lo que vendría después, ya que el beso fue de lo más erótico, con sus lenguas jugueteando hasta buscar lo más profundo de sus bocas, mientras me miraba de reojo entre curiosa y divertida. Durante la cena, y para que no quedaran dudas de su actitud, mi esposa tanto le hacía una caricia a ella como me besaba a mí, y la charla derivó al tema sexual, y como los tres sabíamos que no había ya secretos entre nosotros respecto de esta relación, muy pronto Estela, a quien siempre había visto como una mujer callada y hasta tímida, contó con lujo de detalles las cosas que sentía con Mabel y hasta las pajas que se ha hecho pensando en ella.
Tomamos un par de copas mas de espumante (Mabel no había dejado ningún detalle suelto) y ya las chicas estaban más que calientes, y yo a la par de ellas. Fuimos los tres a nuestro cuarto, y en menos de un minuto estaban las dos sin blusa, pollera ni pantalón, abrazadas y besándose enardecidas.
Yo me senté en un sillón a un costado, previo sacarme la remera y el jean, quedando solo con el bóxer, ya estirado por la erección que tenía de ver a esas dos mujeres amándose
Estela estaba mucho mas excitada que mi esposa, y al tiempo que la besaba le apretaba las tetas casi con desesperación, y la otra mano ya la tenía debajo de la tanga negra recorriendo la zanja del ano con deleite, en tanto Mabel le recorría los elásticos de la tanga acariciándole provocativamente el vello púbico. Nuestra amiga no tardó en quitarle el corpiño a mi mujer y comenzó a besarle primero y a chuparle después los pechos, que debo decir que a sus 56 años los conserva bien firmes, son talla 90 y sus pezones rosados son una invitación a comerlos.
Mabel lanzaba pequeños gemidos y yo (que ya estaba muy caliente y había empezado a pajearme) veía que con su mano izquierda buscaba debajo de la tanga de su amante, y el delicioso aroma del sexo femenino exudando sus fluidos llenó el ambiente.
Cayeron las dos en la cama y sin más terminaron de desnudarse. Estela gritaba
-Chupame la concha mi amor…
A lo que Mabel le respondía masturbándola despacito, haciendo pequeños círculos sobre su clítoris, lo que enloquecía aun más a esta hermosa hembra.
Entonces se movió muy rápido y de un salto quedó montada sobre la cabeza de mi esposa, gritándole...
-Por favor….chupámela
A la vez que le hacía una exquisita paja con las dos manos, con una le apretaba el clítoris y le metía un dedo dentro, mientras con la otra le acariciaba y le apretaba los labios, lo que siguió haciendo por un buen rato, hasta que Mabel le pidió que le chupase también, a lo que accedió de inmediato.
Ese maravilloso espectáculo de ver a mi mujer en ese 69 con su amiga terminó de excitarme, ya no podía contenerme más y les pregunté si podía acabar; ellas me respondieron tirándome las dos tangas y pidiéndome que se las llene de leche.
Eso encendió una lucecita de alerta dentro mío: ¿Acaso Estela no era como le había dicho a Mabel definitivamente lesbiana? ¿Para qué quería mi leche en su tanga?
Lo cierto es que acabé y le llené las dos tangas con mi semen, pero cuando quise dárselas, nuestra amiga me dijo que no, que las dejara allí, en el piso. Yo no entendía nada, pero ellas seguían, ahora metiéndose dedos por la concha y besándose y yo no demoré más de 5 minutos en tenerla parada otra vez.
En ese momento se pusieron nuevamente como para un 69, pero lo que hicieron ahora me calentó más todavía, ya que cada una le apretaba el clítoris a la otra con su lengua mientras le metía 3 o 4 dedos hasta que después de un largo jadeo, acabaron las dos casi juntas, gritando
-Si mamita, si…haceme feliz
Ver así a Mabel me puso otra vez al palo, y pasados unos minutos, mientras ellas dos se reponían entre caricias y besos, yo volví a masturbarme, morbosamente excitado de ver como literalmente chorreaba la vagina de mi mujer, imaginando lo exquisito de esos jugos que tantas veces había bebido.
Estela se había dado vuelta, dándole la espalda a Mabel, de frente hacia donde yo estaba, y le llevaba a mi esposa la mano a su culo, y Mabel ni lerda ni perezosa empezó a acariciarle el ano, metiéndose el dedo en la boca para mojarlo y mostrándome a mí como disfrutaba de eso. Finalmente le metió un par de dedos en el ano y cuando parecía que Estela estaba otra vez al borde del orgasmo, seguramente mi mirada de ansiedad y deseo me delató, y entonces ella le dijo a mi mujer:
-¿Ruben querrá acompañarnos?
Yo no podía creerlo, después de años de intentar convencer a Mabel de algo más osado, (un trío por ejemplo) ahora se me daba la oportunidad impensadamente, por lo que no dudé y me fui a la cama con ellas dos. Me arrodillé con las piernas abiertas, abarcando las piernas de las dos; Mabel de inmediato me tomó la pija con la mano y a la vez tomó la mano de Estela y la llevó también sobre mi miembro. Ellas dos me masturbaban a mí y yo lo hacía con ellas, una con cada mano; fue la paja más excitante de mi vida, a cada momento creía que estaba por acabar y más de una vez les pedí que se detuvieran, ya que no quería hacerlo tan rápido.
Obviamente mi mujer le ha contado a su amiga de mis gustos, ya que mirándome a los ojos y sonriéndole a Mabel, Estela la apartó y se llevó mi pene a su boca, primero lamiéndolo desde la cabeza al tronco, después dándole unos deliciosos chupones en la cabeza y finalmente metiéndoselo integro en la boca, hasta hacerme sentir la cabeza en su garganta, y comenzó a hacerse coger por la boca. En tanto mi mujercita con una mano me acariciaba los huevos y llegaba con la uña a rascarme el ano, lo cual sabe que me enloquece, mientras que con la otra mano masturbaba a la otra y le chupa las tetas.
Al cabo de un rato entre las dos me pusieron boca arriba en la cama, y mientras Mabel se clavaba sola en mi falo erguido, Estela se arrodilló y me puso su chocha en la cara, “obligándome” a lamerle el coño desaforadamente. Mabel me advirtió que antes de acabar tendría que satisfacer a la otra, así fue que en un momento dado la saque de encima mío y me puse encima de ella y empecé a jugar con mi pija en su vagina. En ese momento me di cuenta que los tres estábamos mojados, una extraña y deliciosa mezcla de sudor, saliva y jugos sexuales varios, y eso además de ver a mi mujer besando a mi nueva hembra descaradamente me puso a mil y seguí bombeando cada vez más fuerte y rápido. Miré por última vez antes de acabar a mi esposa que me dijo dulcemente:
-Acabá con Estela, es mi regalo para ella.
No me lo hoce repetir, embestí con todas mis ganas y en pocos movimientos más estábamos acabando los dos mientras Mabel se masturbaba con la ayuda de estela y finalmente también tenía su orgasmo.
Bueno esto fue lo que sucedió esa noche y como podrán ver no puedo menos que agradecer al divorcio de Estela…
Ya volveré a contarles como sigue nuestra historia
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