(charla de la sesión, bla bla bla)
- Y decime, Leo, ¿cada cuánto te soles masturbar?
- Eem, ¿a que viene esa pregunta, Sandra?
- Por nada en particular, pero rara vez hablamos de tu vida sexual (probablemente porque carecía de una) y me pareció un punto importante para sacar.
- No se… dia de por medio, tal vez podríamos decir que diariamente.
- ¿Y alguna vez pensás en mí cuando lo haces? – dijo guiñándome un ojo.
- ….
- ¡Dale! Podes decirlo sin vergüenza acá, Leo.
- Bueno… la verdad que sí, Sandra, a veces pensé en vos mientras me hacia una.
- Jajaja, esta bien, no pasa nada. Parate. – me dijo con una sonrisa en su cara.
Me levante lentamente, un poco dubitativo de por qué me lo había ordenado. De repente la veo a ella arrodillada ante mí, sacándome el cinturón y desabrochándome el jean. Yo ya estaba al palo, preguntándome si estaba soñando. Si esperan un relato donde yo tengo una anaconda de un metro, lamento decepcionarlos, solo tendré unos 14 o 15 cms. En fin, continúo.
En cuanto ella me bajó el bóxer, mi verga dio un respingo frente a su sorprendida cara. Ya jugando con mis bolas, levanto la vista y me dijo:
- Esto queda entre nosotros, ¿ok?
Yo solo llegué a asentir con la cabeza de lo atónito que estaba. Con habilidad dejó al descubierto la cabeza de mi pija usando tan solo sus labios, me miró nuevamente con una sonrisa y entonces se dispuso a chupármela. No solo estaba recibiendo mi primer pete, sino que probablemente el mejor de toda mi vida. ¿Cómo poder describir la sensación? Nunca había sentido nada más placentero en mi vida, ni había experimentado algo tan morboso como mi psicóloga chupándomela. Con una mano la agarre de la cabeza para acompañar sus movimientos, pero ella sabía muy bien lo que hacia, no necesitaba de guía; casi llegaba a chuparla toda. Pasaron 5 minutos tal vez, no lo se realmente, cuando ya no daba mas.
- Sandra… voy a ac…
Antes de poder terminar la frase, mi verga disparó dentro de su boca mi leche; ella gustosa siguió chupando, hasta que no quedara nada más. Caí exhausto en el sillón, con mi pija aun parada, viendo como ella tragaba mi leche.
- Bueno, se terminó nuestra hora – dijo mirando el reloj - ¿nos vemos el viernes de vuelta?- Su sonrisa afloró nuevamente.
- Da.. dale.
Le dio un último beso a mi feliz amigo, me ayudó a vestirme, y dejó que en el camino hacia la puerta una de mis manos apreciase su preciosa cola. Nos despedimos con un beso en la mejilla como siempre, salvo que esta vez ella me agarró de la entrepierna y me susurro al oído “Prepárate para el viernes”
De más esta decir que en cuanto llegué a casa, me recluí en mi habitación, cerré los ojos y me masturbé cual adolescente de 15 años.
Bueno, si les gustó el relato díganme y escribo la parte 2 :)
Me gustó mucho, estoy deseando ya leer la segunda parte