Valentina.
( Relatos Lesbicos )

Mi primera vez con mi primera amiga lesbiana, Valentina.

Eran alrededor de las cinco de la tarde cuando llegué a su casa, vestida con mi blusita escotada y unos pantalones ajustados. Valentina me gustaba en secreto; era mi mejor amiga y me fascinaba todo de ella, desde su manera de ser, hasta sus ojazos verde pardo con rizadas pestañas oscuras.
Me abrió la puerta y me sonrió. Nos dimos un beso en la mejilla, y un abrazo. Despedí a mi padre con la mano, que nos miraba desde el coche, y me metí a la casa blanca de Vale. Vale se veía muy linda y , de cierta manera, gótica. Usaba medias de encaje que daban a relucir sus piernas largas y delgadas, y una playera de My Chemical Romance verde soldado, que le cubría a modo de vestido. su pelo estaba planchado y largo hasta la cintura. La comí con los ojos mientras tomábamos asiento en el sofá.
Ya ahí, nos sentamos a platicar y a ver una película. Reíamos de vez en cuando. Me sorprendió saber que su madre no estaba.
De repente, Vale puso su mano sobre mi rodilla. Sentí como mi clítoris se ponía erecto, pero miraba a la televisión, sin hacer mucho caso. Comenzó a acariciar mi pantorrilla, y mi muslo, mientras subía lentamente hacia mi entrepierna. Su mano tibia tomó mi muslo y lo apretó con suavidad. Cuando la volteé a ver, me miraba con los labios entreabiertos. Sin pensarlo, la besé. Los besos eran cada vez más intensos, hasta que la recosté sobre el sillón, abriéndole las piernas y poniéndome entre ellas. Deslicé mis manos desde sus muslos hasta su trasero, atacando las medias de encaje, y levantando la playera; hacía que nuestros genitales se rozaran sobre nuestras ropas, tratando de estimularla con mi mezclilla sobre sus panties y medias delgadas. Ella atacaba mi blusa casi con fuerza infantil, con timidez, hasta verme el torso apenas cubierto por mi sujetador blanco. Sonrió al ver el panorama de senos grandes, y luego me desabroché la prenda. Puse sus manos sobre ellos y dejé que tocara mis pezones duros y rosados, mientras me deshacía de las medias lentamente. Hasta que tuve que separarme para dejar las piernas libres. Luego, me quité el short, y le quité la playera. Tenía unos pechitos pequeños, y un abdomen de pancita sexy. Su sujetador era oscuro, y se lo retiré rápidamente. Sus senos tenían unos pezones pequeños que pedían a gritos ser besados, por lo que comencé a tomar su boca, su cuello, su escote y esas dulces frutillas duras, pasando mi lengua por las puntas. Valentina gemía, comencé a retirarle el panty. Yo sentía el roce de sus pezones mojados contra los míos, sus piernas. Me quité el panty y dejé que me comiera con los ojos.
Me senté sobre ella y dejé que nuestras vulvas se rozaran en un intenso frenesí, unas veces: sentía mi humedad, el calor, sus senos contra los míos... Me corrí rápido entre sus embestidas, sin gemir. Luego, jadeando, bajé hasta su vagina: las piernas abiertas, la humedad latente. Sabía qué debía hacer.
Puse mi boca lentamente sobre su vulva, y busqué el clítoris con la lengua. Al hallarlo, lo lamí con dulzura, probando su líquido, una y otra vez, entrando por su vagina, rodeándolo, acariciándolo con mi lengua húmeda y caliente.
Sus gemidos incentivaban mis ganas, hasta que soltó un rugido feroz de placer.
Me levanté y la vi tan vulnerable: sudada, desnuda. Posé un beso en sus labios. Ella me asió por la cintura y me tiró al suelo.
Besó mi ombligo, y recorrió la línea de vello rubio hasta mi pubis. Luego, me abrió las piernas en un buen ángulo, y comenzó a lamerme. Sentía su aliento, su lengua húmeda y caliente sobre mi sensible clítoris. Sin darme cuenta, yo gritaba. Hasta que el mundo explotó, y un líquido tibio salió entre mis piernas. Ella se recostó sobre mí y sonrió, jadeante.
Una semana después, era mi primera novia lesbiana.

                                

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