Mi fin de semana Parte 2
( Relatos Gay )
Continuare narrando mi viaje a la playa con Carlos y Dionisio.
Después de haber disfrutado del miembro de Carlos en mi boca y él de Dionisio en mi culo, rendidos nos fuimos a descansar sobre la cama matrimonial que había en el dormitorio principal.
Alrededor de las 11:30 o 12:00 de la noche me desperté. Sentía mi cuerpo un poco machucado siendo lo peor el olor que mi cuerpo emanaba, era una mezcla entre traspiración, semen y sexo.
Sentía la piel de mi cara tirante producto del semen que me habían esparcido y que a estas altura estaba seco como un engrudo. Necesitaba urgente un baño.
Lentamente, y tratando de no despertar a los otros me deslice buscando el final de la cama. Tome mis enseres y sigilosamente salí del dormitorio en busca de un baño.
Busque y encontré un baño alejado del dormitorio, no quería meter ruido y despertar a mis machos.
Puse a correr agua caliente, puse sales relajantes en el agua, metí y descanse un largo rato sobando mi adolorido cuerpo. Cuando el agua comenzó a enfriarse aproveche de afeitarme completamente.
Bote el agua y aproveche una ducha de mano para hacer correr por mi cuerpo agua fría con el objeto de afirmar mis músculos. Utilizando la ducha manual deje correr el agua helada contra mi ano para ayudar a mi esfínter a volver a su estado normal.
Me seque el cuerpo y aprovechando que tenía mi pelo mojado me lo amarre en un moño sobre mi cabeza. Me cubrí con una toalla de mano y volví al dormitorio.
Ya en el dormitorio vi como mis fieros amantes dormían plácidamente. Carlos de boca en un costado, y Dionisio de espalda en el lado opuesto.
Dionisio se apreciaba completamente dormido y su miembro a media flacidez descansaba sobre una de sus piernas. La escena me cautivo.
Lenta y sigilosamente me acerque al costado donde descansaba Dionisio y sin tocarlo con mis manos comencé a lamer su pene y sujetándolo con mis labios lo moví hasta colocarlo en el centro de su estomago.
Cumplida esta tarea, suavemente aferre la cabeza de su falo con mis labios, lo levante y lo coloque dentro de mi boca y comencé a chuparlo.
Mientras chupaba y succionaba su miembro sentí, como éste iba tomando firmeza y engrosaba, como también aumentaba de tamaño.
Dionisio sin despertar comenzó a gemir y contornear su cuerpo sobre la cama. Debió haber estado soñando con escenas eróticas.
Continúe chupando y succionando hasta llevar el falo a todo su esplendor
Estaba firme y su piel completamente brillante. Lo tome con una de mis manos, retire mi boca y lo contemple. Era magnifico, su piel relucía brillante debido a su rigidez.
Con su falo en mi mano comencé a lamer y su cabeza. Continúe con mis caricias por un largo rato hasta que sentí que comenzaba a lubricarse.
Era tal mi concentración que no advertí que Carlos se había levantado y estaba detrás de mí apoyando su verga en mi espalda.
Acerco su boca a mi oído y me dijo; “mastúrbalo y usa su semen para lubricar tu ano, porque te voy a ensartar con toda mi fuerza”.
Continúe masturbando a Dionisio, mientras Carlos refregaba su miembro contra mi espalda y culo. También estaba durísimo.
Nunca dejare de impresionarme ver como el semen chorreaba de su miembro, chorros enormes y con una fuerza que inclusive llegaban a mi cara.
Con mis manos llenas con el semen de Dionisio refregué mi culo, incluso metí mis dedos en él para lubricar al menos el inicio de mi hoyo.
Después de haber embadurnado todo mi hoyo, apoye mi cabeza en la cama, tome mis nalgas con cada una de mis manos y las abrí, dejando mi ano limpio para ser perforado por la verga de Carlo.
Sólo dio un inhumano empellón y gran parte de su verga entro por mi esfínter y se abrió camino hacia adentro.
Hecho su cuerpo atrás y volvió a embestir pero esta vez con más fuerza. Más adentro entro.
En la tercera y última embestida sentí que sus muslos golpeaban mis nalgas.
Me tomo de mis hombros para sujetarme y comenzó con el vaivén de adentro y afuera imprimiendo cada vez más violencia. Sus muslos golpeaban contra mis nalgas, o sí no su verga más adentro hubiese llegado.
Estaba como loco dándome y dandome, gritaba groserías y me decía que me partiría en dos. Yo estaba asustado porque nunca había visto tanta fiereza en este hombre.
Por largo rato me estuvo dando, hasta que un grito broto de su boca y se puso a gritar; “estoy acabando”, “Rafael dale por favor no te pares”
Después de un bramido cayó rendido sobre mi espalda.
Debe haber sido un cómico espectáculo, Dionisio reía, yo gemía de dolor y Carlos bramaba de alegría.
Nuevamente los tres caímos en la cama y nos dormimos.
Mañana les cuento más. Acuérdense que fueron dos días de lujuria y placer.
Chao amigos
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