Escribía durante la noche, dejando de poco a poco mis dedos rompieran la vida de la pluma mientras imaginaba su cuerpo balanceándose dentro de mi mente. Recuerdo bastante de aquella mujer, recuerdo su copa, sus labios, el leve vello púbico que tenía, recordaba cada milímetro de su piel blanca. No recordaba su nombre.
Recordaba aquella muerte lenta en un callejón obscuro, la muerte de mi dignidad.
Caminaba, caminaba y caminaba, atrás de ella, tomada de la mano de su ¿amiga? Esperaba caminar y encontrarlas lamiéndose el cuello o cualquier otra actividad que ardiera la sangre que bombea mi corazón a la entrepierna mía. Se tomaban solo con dos dedos mientras daban la vuelta al callejón:
Tomaba su brazo, sabían que alguien las veía, sabían que no era yo. Callejones sin luces, de noche drogadictos, escritores, y diosas disfrutan de la vida. Se tomaban de poco a poco los labios, los mordía, los lamían, con el frío sus pezones juguetones, rozaban entre ellos, Ella, bajo por la oreja de su compañera mientras sus manos en cuerpo extraño, tocaba, humedecían y gritaban. La mordía mientras le jalaba el pelo, se tomaban del culo. Se tocaban, haciendo círculos con los dedos. Les faltaba el aire, diosas, hermosas. Sus senos pálidos saltaban a la luz de la luna, mientras la empujaba contra los ladrillos rojos de una pared y le introducía de golpe los dedos y esta ahogaba su grito. Mientras me veía, me veía, mordiendo su labio. gimiendo para sí misma, y follándome con la mirada. sacó los dedos su amiga, dándome la espalda me pidió que me acercara, mostrándome esos dedos ungidos en aquel brillante y delicioso aceite. Paralizado miraba, mientras mis piernas poco a poco se acercaban. Empecé a distinguir en aquellas medias negras la humedad, percibía el aroma, todo de aquellas mujeres, Me tomaron entre sus senos perversos, mientras impulsivamente levantaba su playera, estaba pegada a ella por un sudor frío, y vi su abdomen dominante, lo besé, lo toqué, rozó mi rostro su abdomen bajo. mientras rompía mi pantalón la otra, yacíamos de pronto en el piso. Brillando en la soledad de la noche, tomándonos.
Lo demás, es que no la pude olvidar.