Jamás pensé que fuera a mantener una relación con uno de mis lectores. Siempre he desconfiado de las redes sociales, y aunque aún lo sigo haciendo, acabé por contestar a sus numerosos e insistentes e-mails. En poco tiempo mi indiferencia se tradujo en “dicción”, pues a medida que lo iba conociendo se fue estando en interior un desenfrenado deseo de entregarme sexualmente a él.
Por el contenido de sus correos descubrí a un Andrés, que así lo llamaremos a mi amigo virtual, confuso, cargado de fantasías irrealizables y al mismo tiempo acomplejado por el tamaño de su pene. A lo que había que añadir una cierta contradicción, pues ,según él , se consideraba gay. Ya que quería experimentar el sexo anal. Sin embargo, le gustaban las mujeres:
-Me gustan las mujeres delgadas y con grandes tetas. Esta noche tuve sexo coj mi esposa. ¿sabes cómo es desnuda? Tiene grandes pechos y es alta…¿sabes? le gusta que la penetre por detrás …
- ¿Por qué te consideras gay? – le pregunté-
-Quisiera hacer el sexo anal – me contestó- jugar un papel pasivo y ser penetrado. Una vez vi un video donde un tipo estaba siendo cogido por otro y eso me puso muy caliente. Desde ese momento es algo que quiero experimentar.
-Andrés – le contesté nuevamente- El sexo anal no es una práctica exclusivamente de los homosexuales, también es una forma de sexo preferido por los heterosexuales.
- Debes hablar con tu esposa a cerca de esta fantasía, y explicarle que tu ano no es una parte obscena, sino una parte misteriosa de tu cuerpo. Su conocimiento y exploración puede conducirte a placeres insospechados y sin límites. Sólo tienes que disfrutar de tu cuerpo. Cuando se estimula la próstata se intensifica la intensidad del orgasmo. Hoy venden muchos juguetes sexuales para estimular el ano. Además del goce, su uso con tu pareja enriquecerá la relación. Además a los hombres nos gustan los juegos anales.
-No, hombre, me contestó, Mi esposa no lo aceptaría. Una vez me pasó el dedo embadurnado de crema por el ano y como sentí rico se enojó. ¿Es que ahora te gustan los hombres?... Me sentí culpable, acusado de sentir placer por una caricia que descubrí por primera vez…No veo a mi mujer penetrándome con un juguete sexual…Me asusta la idea de que piense que soy gay o que la pueda dejar por un hombre.
-Andrés –le respondí- No creo que seas gay.
Al mismo tiempo de manera prudente fui respondiendo a sus preguntas:
- ¿Tienes pareja? – me preguntó en otra ocasión.
-Si -le respondí- me gustan las mujeres y también los hombres. Pero no me acuesto con cualquier persona.
- ¿Has experimentado el coito anal?
- Claro, me gusta hacerlo y que me lo hagan –le respondí.
- ¿y qué se siente? – Volvió a preguntarme- Tengo miedo a que si alguna vez lo hago me pueda doler. Esa parte de mi cuerpo aún se conserva virgen.
-Bueno, -le respondí- Un poco de dolor puede que sientas la primera vez, es normal. Pero desaparece, convirtiéndose en una sensación placentera durante el juego anal. Para evitar el dolor hay que estimular la zona anal suavemente y con delicadeza. Si lo haces así te producirá sensaciones muy agradables… Si te parece, a medida que nos vayamos conociendo y esta especie de “relación virtual” se estreche, si lo deseas puedo ayudarte.
A pesar de su entusiasmo, él también practicaba la prudencia. Sabía más bien poco de él salvo lo relativo a sus fantasías sexuales. Me hablaba de su intimidad sin pudor alguno, sin embargo evadía cualquier pregunta referente a su país de residencia o a qué se dedicaba. Entre nosotros existió una complicidad fraguada a través de internet. Ambos necesitábamos saber el uno del otro y el día en el que la bandeja de entrada del PC no tenía noticias de ninguno una terrible sensación de vacío surgía en nosotros. Nos enviábamos fotos y videos de categoría gay o de travestis y lo mirábamos con sumo detalle para llevar a la práctica esas escenas. Él me explicaba cómo se sentía, lo que quería, lo que le gustaría que le hiciese y de qué manera.
- Hoy estoy muy caliente,,- me apareció en unos de sus correos,- En estos momentos estoy metido en la bañera, mi verga está erecta y me voy a masturbar pensando en ti. Estoy viendo en el portátil como un travesti se está cogiendo a un tipo de complexión atlética. Los dos están gritando de puro gozo. Yo no puedo más ¿qué voy a hacer?..Hace dos semanas que no toco a mi mujer.
- Andrés, no puedes vivir sumergido en el porno y masturbándote sin cesar, y tampoco descuides a tu esposa. No puedes vivir encerrado con tus “demonios”, no digo que no veas porno o que practiques el sexo en soledad. Pero no evadir tus problemas de esa forma.Los dos necesitábamos dar un paso más decisivo, dejar de vivir dentro de esa burbuja imaginaria que nos estábamos creando. Mira Andrés, Ambos nos estamos engañando. Nos calentamos confesándonos nuestras fantasías, enviándonos videos porno y después ¿qué? Todo se queda en una película, en un sueño irrealizable. Y ya somos suficientemente adultos para eso ¿no te parece? Si no quieres ser infiel con tu pareja, aunque ya creo que lo hemos sido desde el momento que hemos seguido continuando con esta “relación”, si no puedes llevar a cabo tus fantasías en tu lecho, tendrás que buscar otro donde sí las pueda llevar a cabo. Te invito a compartir mi cama, ya te lo he insinuado otras veces. Quisiera que lo hiciéramos juntos. Ser yo el primero que entre dentro de ti, como ya lo hemos hablado…Yo te deseo y creo que tú a mí también. Quisiera que descubrieras con migo los secretos mágicos y placenteros del sexo anal. Esas caricias que tanto necesitas y que aún desconoces. Sabes que ambos nos necesitamos. Busquemos un lugar de encuentro, sin ningún tipo de compromiso, si lo prefieres sólo para hablar y si no surge entre nosotros ningún tipo de atracción ambos habremos ganado una hermosa amistad. Sin embargo, tenemos mucho que ganar y poco que perder. Si no arriesgas no conocerás la felicidad.
Mi relación con Andrés había sido de lo más reservada: Nada de teléfonos, fotos, de direcciones, nada de redes sociales, salvo el correo electrónico.
Nuestro encuentro se produjo de lo más discreto. En un hotel del centro. Sólo sabía el nombre del mismo y el número de la habitación. Cuando llegué vi en la cafetería a un individuo de rasgos sudamericanos, alto delgado ataviado con una camisa blanca, unos vaqueros y unas zapatillas deportivas. Estaba seguro de que era él. Un calambre me recorrió el estomago. De esos que le entran a uno en los momentos previos a un examen en la universidad. Nuestro encuentro yo no lo calificaría de frio, tal vez cargado de la timidez propia de una cita a ciegas. Sus rasgos hispanos y su voz dulce me gustaron mucho:
- ¿Eres Andrés?
- - Sí…Te estaba esperando..
-
Le iba a tender la mano cuando este tímido y protocolario gesto se sustituyó por un fuerte abrazo. Su olor varonil impregnado en perfume caro me sedujo y empezó a calentarme.
-Ya estamos aquí – le dije como forma de iniciar la conversación- Te imaginaba diferente, pero eres guapo y me gusta tu imagen. ¿qué tal vas sobrellevando tu relación? ¿y todo eso que me has contado durante todo este tiempo? Yo creo que no eres gay, tal vez bisexual.
- Eso ya lo se, pero quiero que en estos momentos seas mi hombre.
-¿Estás seguro?
-Sí –Me contestó-
Su afirmación fue rotunda y alejada de cualquier signo de duda o titubeo. Y tras una breve pausa subimos a su habitación. Yo llegué unos minutos después que él. Tan sólo tuve que empujar la puerta, pues Andrés la había dejado encajada. Era una habitación limpia, acogedora. A. se había asegurado de que tuviera una cama matrimonial. El corazón parecía que se me iba a salir del pecho, y mi estado emocional era una mezcla de deseo, tensión y ansiedad…Cuando entré A. se había despojado de su ropa apareciendo con unos bóxer que ocultaban el grosor de una verga abultada. Lo abracé y lo empujé contra la pared, mi lengua no tardó en encontrarse con la suya. No mostraba ningún signo de inexperiencia besando, pues sus besos me calentaban de una manera exagerada. Sin pensarlo nos dirigimos a la enorme cama que nos estaba esperando y que sería testigo de todo el gozo que experimentaríamos.
El cuerpo de A. era bello, erótico, estaba íntegramente depilado. A él le excitaba depilarse. Acariciarlo sin prisas, me calentaba. Me coloqué encima de él besándolo, saboreando su lengua, sintiéndola dentro de mi boca, notando como su saliva se mezclaba con la mía…Descendí hacia sus diminutos y parduzcos pezones…Mordiéndolos delicadamente. Deslizando mi lengua por su estómago hasta encontrarme con su verga erecta. No tenia motivo para acomplejarse de ella. Era sensual, grande y acostumbrada, seguramente, a recibir grandes mamadas de la esposa de Andrés. Abrí ampliamente la boca, para que su verga me llegara a la garganta. Una vez dentro moví la boca de manera que el movimiento produjera un roce con todo el tronco de su miembro. Después mis labios emprendieron nuevamente el camino de regreso hasta su glande. Lamiéndolo con mi lengua con movimientos rápidos y suaves al mismo tiempo. Me excitaba saborear su líquido pre seminal, ya mezclado con algunas gotas de semen, que preludiaban el orgasmo que A. experimentaría en forma de un grito acompañado de una catarata de cálido y espeso semen. Quise recibir su jugo dentro de mi boca, sentir el placer que mi hombre había experimentado no solo a través de la eyaculación. Con mi boca, aún, llena de su miel, nos besamos disputándonos con nuestras lenguas el semen que A. había derramado dentro de mi boca. Sellamos nuestra amistad, nuestro secreto, compartiendo el resultado de su orgasmo del cual quedaban aún resto sobre mis labios .
Nuestro descanso fue breve, pues, aunque con calma, quería que A. gozase de otras sensaciones desconocidas todavía para él.
Mientras él permanecía Tumbado boca arriba comencé a deslizar mi lengua de un lado a otro de sus testículos…lamiéndolos y chupándoselos, tragándomelos.. A. cerraba los ojos ante tanta exquisitez.:
-Ahora mi amor, te vas a poner a “cuatro patas”-le susurré-
-Es que me vas a penetrar?
- No, eso lo dejaremos para más tarde.
La verga de A. estaba erecta, babeando nuevamente. Eso me calentaba, porque era signo de que mi hombre recibía con agrado mis caricias. Empecé a lamerle el trasero. Era una forma muy íntima de explorar su ano. Antes de detenerme en sus nalgas lamí la raya y el contorno de su ano observando como A.. empezaba nuevamente a gozar, de una manera diferente.
-No había sentido nunca estas sensaciones…¡Ahhhh! Soy tu hombre ¿verdad?
Yo lamía y lengüeteaba, succionaba dentro y alrededor de su ano. Lamía a través de la piel anal…Húmedas lengüeteadas alrededor de la abertura…Una y otra vez…arriba y abajo…Moviendo rápido la punta de la lengua o introduciéndola hasta donde podía llegar. Restregaba excitado mis labios sobre el agujero lo succionaba abriéndole las nalgas introduciéndole y sacándole mi lengua. Simplemente quería que A. disfrutara. Ël disfrutaba y suspiraba ante tanto gozo.
-¿Cuándo me vas a penetrar? –Me preguntaba.
-Tranquilo todavía debes aguardar un poco, ya queda menos.
A. a pesar de haber eyaculado nuevamente, es muy caliente, de nuevo su verga volvió a ponérsele erecta. Le introduje un dedo embadurnado de lubricante y después dos, los cuales salían y entraban suavemente deslizándose bajo la suave capa de aceite. Poco a poco su cerrado y virginal orificio anal se iba dilatando por la entrada de los dedos. Le introduje un consolador liso y suavemente lubricado. Deteniéndome para que su esfínter se habituara a esta nueva sensación. Y mientras el objeto sexual estaba dentro de él metí la mano por su entrepierna y agarrar del revés su verga para acariciarla con la mano embadurnada de lubricante, lo que hizo que A. se corriera en mi mano entre sensaciones maravillosas.
-Ahora si voy a penetrarte- le dije mientras sacaba el objeto de su ano.
-Cuidado,..-Me dijo con un cierto temor.
En un principio encontré dificultades, pues a pesar de haberle introducido los dedos y el consolador no se estaba abriendo el orificio anal. Con paciencia volví a introducirle nuevamente los dedos, pero con más cantidad de aceite. Esta vez sí que pude entrar dentro de él. La primera vez no la pude meter entera, ya que él no estaba totalmente relajado.
-si no te relajas, la penetración no será placentera –le susurré al oído.
Mi verga iba entrando lentamente dentro de él. Empecé a empujar mis caderas adelante y atrás. Moviéndome dentro y fuera de su ano en una penetración que resultó ser profunda. El malestar que A. pudo sentir, como consecuencia de su primera vez, fue desapareciendo traduciéndose en una gran sensación de gozo.
-Estoy dentro de ti -le susurraba-… voy despacio…
- Por favor…que rico…-gritaba A.-
Un grito fuerte emergió de mi garganta como signo de que me había venido un fuerte orgasmo dentro de .A. Éste alcanzó seguidamente otro masturbándose, mientras yo lo penetraba. Los dos caímos desplomados a lo largo de la inmensa cama.
-Ahora, soy yo el que quiere ser penetrado -Le dije- tras un merecido y corto descanso. Fóllame como lo haces con tu esposa.
Y tendido sobre mi espalda me coloqué una almohada bajo mi pelvis. Levantando mis rodillas hasta su cuello y colocando mis piernas alrededor de sus hombros. La penetración fue profunda. Sentía cómo su verga embadurnada entraba y salía de mí interior. A medida de que él estaba llegando lo persuadí para que aguantase la eyaculación y corrernos los dos a la vez. Mi mano todavía embadurnada descendía sobre mi verga erecta y apunto de eyacular. A. Se quitó rápidamente el preservativo y poder aguantar lo suficiente como para expulsar un gran chorro de leche, al mismo tiempo que yo, que cayó sobre mi pecho, mientras que mi semen se derramaba sobre mi estómago. Andrés cayó sobre mí mezclándose su cuerpo delgado y depilado con mi cálida leche recién eyaculada. A ambos nos unía en ese momento una sonrisa de complicidad que acabó en un suave y tierno beso. El descanso no nos duró mucho, pues A. empezó a deslizar su lengua desde mi ano hasta mis testículos, los cuales lamia suavemente y apresaba con sus labios. A. sabía que ese camino que iba desde mi ano a mi verga estaba cargado de emociones y sensaciones placenteras que hacía que mi verga volviese a resurgir. Me succionaba la cabeza del glande. Empapándose el interior de su boca de una mezcla de saliva y líquido pre seminal. Mi verga debía saber a semen, pues no hacía mucho que había acabado de eyacular. Sin embargo deslizó su boca de arriba a bajo de mi miembro desde la punta a los testículos…Abrías y cerraba la boca con mi pene dentro dándome una sensación similar a la del orgasmo, el cual no tardaría de nuevo en llegar…Al ser la primera vez que me hacia una felación le dije, con una voz ahogada en placer, que dirigiese mi sexo hacia su mejilla, por si mi eyaculación le pudiera producir vómitos. No obstante, él prefirió sentir la calidez de mi ya escaso semen y compartirlo en un cálido beso como la primera vez que hicimos cuando él eyaculó en mi boca.
Los dos acabamos abrazados y extremadamente liberados, en concreto él, de sus fantasías irrealizables. Venciendo sus temores a veces infundados y descubriendo unas sensaciones que hasta ese momento no había sentido nunca.
A. Se marchó de la misma forma en que llegó, con discreción y en silencio. Afortunadamente continúa con su esposa. A los dos nos gustan las mujeres, aunque, a veces también es necesario estar con un hombre
FIN