Por motivos laborales tuve que ausentarme de mi casa. Tras un largo viaje llegué a mi destino, me registré en el hotel, y en compañía de un mozo del nos dirigimos a mi habitación.
Tomamos el ascensor, hacía mucho calor y estaba repleto de gente. Al poco rato, sentí un leve roce en mis nalgas al cual no dí mayor importancia. Transcurrido unos instantes una mano volvió a acariciar mi trasero, levemente moví la cabeza pero no pude percatarme a quien pertenecía aquella mano.
Comencé a excitarme y la mano se volvió más audaz, sobando y magreando mi culo a conciencia mientras yo comenzaba a tener una errección.
El ascensor llegó a su destino, en compañía del botones llegamos a mi habitación, abrió la puerta y entramos en la misma. Me dispuse a darle una propina al mozo, cuando el botones me dijo: no se preocupe, ya me la he cobrado en el ascensor.
Yo me quedé helado, y antes de que pudiese articular palabra, el botones dijo: mi turno acaba en media hora, si necesita algo no dude en llamarme y salió de la habitación.
Durante un rato me quedé perplejo, debo reconocer que alguna vez he soñado que follaba con un hombre y me he levantado muy humedo, pero la cosa nunca pasó a mayores. Sin haberme recuperado de la impresión mi móvil sonó. Era mi esposa, hablamos del viaje y de cosas triviales.
Al cabo un rato, me desnudé y me metí en la ducha. No podía dejar de pensar en lo ocurrido en el ascensor, y lo reconozco me excité. Mi polla comenzó a ponerse dura y empecé a masturbarme.
Me sentía en la gloria cuando abrí los ojos y el botones se encontrba delante de mí apretándose su paquete.
-¿Que hace Ud. aquí?. ¿Como ha entrado?.
-El mozo contestó: tengo una llave maestra para casos de urgencia, y por lo que veo su situación es de necesidad.
-Salga de aquí le dije, mientras salía de la ducha y con una toalla cubría mis verguenzas.
-No necesita Ud. esa toalla dijo el mozo tirando de la misma.
La toalla cayó a mis pies, quedando totalmente desnudo a su merced.
-Desde que te ví entrar por la puerta del hotel supe que eras una buena perrita deseosa de que un macho la folle de verdad. ¿porqué no dijiste nada en el ascensor cuando te metía mano?.
No acerté a decir nada, pero sus palabras lejos de ofenderme me excitaron y mi polla nuevamente comenzó a hincharse.
El botones percatándose de ello, y sabiéndose ganador, se puso detrás mío y sus fuertes manos comenzaron a masajearme la espalda.
Una mano descendió hasta mi cintura para proseguir hasta mis nalgas, las cuales procedió a magrear, primero suavemente y luego con fuertes apretones. La otra mano atrapó mis tetillas y empezó a apretar mis pezones que se pusieron como piedras.
Su mano comenzo a bajar por mi torso hasta el vientre para finalmente posarse sobre mi hinchada verga. El botones bajó mi glande y comenzó a hacerme la mejor paja de mi vida, mientras su otra mano sobaba mis huevos.
-¿Te gusta puta? dijo, no contesté aunque mis jadeos y gemidos eran perfectamente audibles.
-¿Te gusta perrita? volvió a preguntar dándome una fuerte nalgada.
-Si contesté.
-¿quieres que te folle? preguntó. Quiero oírtelo perra, suplica.
-Fóllame te lo suplico, quiero ser tu perra, tu puta acerté a contestar entre jadeo y jadeo.
El botones de un fuerte empujón me sacó del baño y me tiró encima de la cama. Comenzó a desnudarse, su cuerpo denotaba horas y horas de gimnasio, finalmente se quedó con un boxer que apenas podía ocultar la verga que se escondía tras el.
-¿Has comido polla alguna vez?, inquirió.
-Nunca acerté a musitar.
-Pues ya es hora de que empieces, dijo mientras ponía su boxer a la altura de mi cara.
Su boxer estaba mojado de líquido preseminal, y abriendo mi boca comencé a mordisquear el pedazo de carne que tapaba.
El mozo comenzó a gemir, y con voz autoriataria dijo: Bájalo perrita y empieza a mamar.
Bajé su boxer y ante mí cara surgio una verga de unos 18 cms., venosa y gruesa, con unos enorme testículos que colgaban desafiando a la gravedad.
La metí en mi boca y empecé a succionar.
-Despacio perra, con suavidad, no quiero correrme antes de tiempo dijo.
Bajé su glande y empecé a darle besitos en la punta. Gotitas de líquido precoital corrían por la verga. Procedí a besar su tronco hasta que llegué a sus enormes huevos.
-Cometelos ordenó el botones. Orden que acaté al instante procediendo a introducirlos en mi boca y a succionar.
Los gemidos del botones eran audibles en la habitación, y agarrando mi cabeza puso mi cara a la altura de su miembro. Entendí perfectamente la orden y me la introduje en la boca. El mozo comenzó literalmente a follarme la boca. Su verga llegaba hasta los más profundo de mi garganta provocándome nauseas y arcadas.
Transcurrido un rato el botones me empujó sobre la cama y poniéndose a cuatro patas sobre mi cara me ordenó abrir la boca. Lo hice y nuevamente introdujo su verga en mi boca. Por su lado, el mozo volvió a coger mi polla y la meneó como un poseso.
De repente, el botones abandonó la cama dejándome al borde del climax, se dirigió al cuarto de baño y volvió con un frasco de gel de ducha.
-Ponte a cuatro puto, un vedadero macho te va a follar, te voy a dar por el culo como un perro jode a su perra.
Yo me dí la vuelta, ofreciendo mi culo al verdader macho.
-Separate las nalgas zorra, exclamo. Poniéndome en pompa sobre la cama con mis manos procedí a abrir mis nalgas para él.
El botones comenzó a comerme el culo mientras con una mano me nalgueaba y con la otra agarraba mi verga y mis huevos.
Nunca había sentido algo así, sus palabras obscenas y su forma de tratarme y someterme, no hacían más que encenderme.
Senti algo fresco en mi ano, era su mano que untada en gel acariciaba la entrada de mi intimidad.
De repente un dedo se introdujo en mi orificio. Di un grito de dolor y el botones dijo:
-Quieta perrita te va a gustar.
El dedo comenzó a perforar mi ano, se movía y sentía como se abría poco a poco. Luego entró el segundo, mucho más fácil. El dolor empezó a ser y prontó oleadas de placer comenzaron a inundarme.
-¿Te gusta perrita?. dijo. ¿Te gusta verdad?.
-Sí acerté a balbucear entre gemido y gemido.
-¿Quieres que te folle? preguntó el botones.
-Si por favor contesté, fóllame y párteme el culo cabrón, le contesté.
El mozo se puso detrás de mi, sentí su enorme verga recorrer la raja de mi culo, y con un golpe de cadera introdujo su glande en mi ano.
-Me duele grité.
-Relájate y deja que poco a poco vaya entrando hasta el fondo.
Centímetro a centímetro su verga fue entrando en mi cueva hasta llegar a lo más profundo de mi intimidad. Sus poderosos huevos chocaron con mi culo y en essa posición estuvimos unos instantes.
Su mano agarró mi pene y comenzó a meneármenla, mientras que a la vez empezó a bombear mi culo de forma frenética. La sensación de place era indescriptible tal y como delataban mis jadeos y gemidos de placer.
-Me corro grité y al instante trallazos de lefa mancharon las sabanas de mi cama. El botones mientras continuaba su cabalgada sobre mi, recogió parte de mi leche desparramada e introdujo sus dedos en mi boca obligándome a comerme mi propia corrida.
-Eres una auténtica puta comedora de rabos y lefa me dijo.
-Sí soy tu perra, tu puta, fóllame como lo que soy, le dije mientras sus huevos chocaban una y otra vez contra mi culo.
Al cabo de un rato, el mozo sacó su verga de mi ano, me dió la vuelta y quitándose el preservativo comenzó a menar su enorme y dura verga a escasos centímetros de mi cara.
El botones se corrió y enormes chorros de leche mancharon mi cara, mi culo y mis tetillas, mientras decía: toma tu ración de leche puta barata.
El chico cayó exhausto encima mío, pasados unos instantes comentó: la higiene íntima es algo fundamental.
Comprendiendo su indirecta y procedí a limpiar con mi lengua aquella verga que tanto gusto y placer me había proporcionado.
Aquella noche el mozo del hotel hizo conmigo lo que quiso, me folló varias veces y en distintas posiciones, pero eso forma parte de otra histoia.
Un saludo.