El magnetismo del mar
( Relatos Lesbicos )
La sensación de la arena pegarse contra mi piel no me habría agradado demasiado en otras circunstancias, pero en ella era tan solo algo minúsculo que apenas sentía.
Estábamos sentadas frente a la orilla del mar, con las olas rozando nuestro pies que se extendían hasta la parte de la playa que estaba mojada por el agua.
Agarrada de tu mano contemplándote mientras tu mirada se perdía en el mar y la mía en tus ojos, tuve la necesidad de besarte, coloqué mi mano en tu barbilla y poco a poco giré tu cara hasta quedarnos mirándonos fijamente, entonces acerqué mis labios a los tuyos y nos fundimos en aquel apasionado beso envueltas por la calma que proporciona el mar a sus visitantes nocturnos.
Sin soltar tus labios fui colocándome encima de ti poco a poco, hasta acabar sentada sobre tus piernas, puse una mano en tu pecho y empujé hasta que pude verte tendida en la arena, no había más pensamiento que el de seguir besándote y dejar que mis besos bajasen por tu cuerpo, que mis manos se apoderasen de esas curvas que caracterizaban la belleza de una mujer, desde tu boca trazando la cominusa de tus labios, pasando por tu cuello, por tus preciosos pechos, por esa cinturita tuya que en esos momentos era mi apoyo y finalmente por tus caderas.
Me dispuse a llevar a cabo aquellos deseos de hacerte mía que asaltaban mi mente, primero desaté los lazos de tu bikini, quedando totalmente desnuda y después, hice lo propio con el mío. Me eché sobre ti quedando a tu misma altura, tus labios estaban húmedos todavía del beso anterior, me volví a fundir junto a ellos pero éste fue todavía más intenso, el calor de tu cuerpo ahora también estaba bajo mi piel, mordí tu labio poco a poco mientras me separaba de aquella indescriptible sensación que me provocaba el sentir tu lengua recorriendo mi boca. Quedé a escasos centímetros de tus labios nuevamente, pero esta vez desvié mis intenciones a tu cuello, puse mi mano en tu nuca y pasé la yema de mis dedos de arriba a abajo conforme iba acercando mi boca, hasta que pudiste sentir mi respiración y me lo hiciste saber, agarraste mi culo con tus manos y apretaste mi cuerpo contra el tuyo, eso hizo que cambiase mi idea de besarte y convirtiera aquellos besos en una combinación de pequeños mordiscos acompañados de la soltura que adquiría mi lengua moviéndose en tu cuello. Acompañé el devorarte poco a poco con movimientos de mi cintura contra tu cuerpo, además de excitarme mucho me provocaba una intensa sensación de placer, y tú pareciste notarlo cuando mi primer suspiro chocó contra tu oreja mientras jugaba con ella. Ahora agarraste mis caderas y yo quedé sentada por debajo de tu ombligo, exponiendo mi clítoris a roces contra tu piel, apoyé una mano en cada uno de tus pechos y comencé a moverme de atrás a adelante sobre ti, me notaba cada vez más mojada y tú también lo hacías, tu piel empezó a mojarse con mi humedad, mi cuerpo se escurría cada vez más para atrás, y tú me respondías abriendo tus piernas hasta que en un momento un intenso escalofrío recorrió nuestros cuerpos, tenía la necesidad de volverlo a hacer, había sido una sensación mavarillosa, pero me sentía amenazada por la posibilidad de que alguien nos viera, a lo lejos distinguí el cuerpo de una persona entre la oscuridad alumbrado tan solo por una farola lejana del paseo marítimo, estaba casi segura de que sus miradas se dirigían hacia nosotras, la silueta de mi cuerpo desnudo sobre el tuyo destacaba entre el vacío. Tú agarraste mi culo y moví mis caderas de nuevo haciéndome evadirme de aquella sospecha prematura, pero ahora mi mirada se fijaba más allá de tu cuerpo, vigilando aquella sombra. Mi clítoris volvió a rozar el tuyo de nuevo, ésta vez bajé un poco más dispuesta a notar tu humedad, y me sentí mojada por la excitación de tu cuerpo, apreté tus pechos y con un movimiento rápido volví a rozarte, ésta vez fue más intenso, tanto que se mezcló nuestro placer y respondimos gimiendo hasta que nuestras voces chocaron.
Después de aquello, pensé en aquella persona, la busqué con la mirada pero no estaba, creí que se había ido, hasta que arrastrando la vista atravesando la playa hasta tu cuerpo de nuevo, descubrí aquella sombra, más próxima.
Entonces supe que estaba allí por nosotras, me acerqué a tu oído y te lo dije:
- Cariño, mira allí, detrás de nosotras, está lejos, pero hay alguien, lo había visto antes y ahora está más cerca todavía, ¿qué hacemos?
-Está oscuro... no creo que vea nada más que las siluetas de nuestros cuerpos...
- ¿Qué quieres decir con eso? - Pronuncié con una sonrisilla pícara.
Me agarraste de las caderas y empezaste a moverme contra ti, te notaba estremecerte y con palabras entrecortadas me dijiste:
-Dame más fuerte, quiero correrme y que esa persona nos escuche y se muera de envidia.
Al principio no me pareció propio de ti, pero tu comportamiento porterior fue igual, te veía desatada, querías saciar tus dedos sexuales por todos los medios y me utilizabas a mí para ello.
Empecé a moverme más fuerte y más rápido, el placer se intensificó para las dos, pero tú lo demostrabas más abiertamente, con cada choque de nuestras entrepiernas tus gemidos y mi respiración acelerada rompían el silencio, y de vez en cuando también tus palabras.
- Oh sí,sigue,sigue,no pares,dame más,dame más...
Me llamó demasiado la atención eso último, nunca te había escuchado decir semejantes cosas, no sabía qué te pasaba aquella noche, pero estabas como nunca.
Quería que eso acabara rápido, se te escuchaba demasiado y había gente cerca, así que, me acerqué a tu oído y conforme a petición tuya, iba moviéndome más y más rápido, y te susurré despacito:
-Cómo me estás poniendo esta noche Noelia... quiero que hagas que me corra.
E instantáneamente noté tu cuerpo tensarse y moverse muy rápido, me puso mucho la idea de que ibas a correrte y no tardé en seguirte.
Las dos notábamos cómo nos corríamos, y me eché sobre ti sin dejar que nuestros clítoris se separasen.
Mordí tu cuello tratando de ahogar mis gemidos, y mis piernas empezaron a temblar como nunca. Sentías mi respiración acelerada en tu oído y de pronto dejaste escapar tu placer para finalizar tu orgasmo con un:
-Uf,ah,ah,ah,ah,aaaah... - Éste último se alargo más, y tras él, tu cuerpo quedó relajado sobre la arena.
De pronto, noté dos de tus dedos entrando dentro de mí mientras que con tu otra mano hacías circulitos sobre aquella parte tan sensible, no hicieron falta más de diez segundos para que el silencio se viese interrumpido por esa mezcla de gemidos y respiración acelerada que me provocaban tus dedos. Terminé corriéndome y me tumbé encima de ti, nuestros cuerpos quedaron pegados y desnudos sobre la arena cuando de pronto, escuchamos un ruido a nuestras espaldas.
- Habéis estado magníficas chicas - Dijo una voz de hombre seguida de una risa inquietante.
Tú me apretaste contra ti y sujetaste mi culo con tus manos, tapándolo.
Aquel hombre se dio la vuelta y se marchó mientras nosotras permanecíamos tumbadas una encima de la otra, mojadas y besándonos de nuevo.
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