Abuso sin remordimientos
( Relatos Heterosexuales )
Tengo 20 años y estudio en Santiago. Arriendo una pieza a una señora ya mayor, quien me trata como a un hijo y me tiene mucha confianza. Al volver de vacaciones de verano me encontré con la sorpresa de que habían llegado a vivir con ella sus nietas, Catalina de 17 años, y su hermana Viviana de 15, las cuales por diferentes problemas no podían vivir con su mamá. El padre las había abandonado ya hace algunos años. Al conocerlas quedé inmediatamente extasiado con la mayor de ellas. Me gustó muchísimo. Era delgada, alrededor de 1.65 metros de estatura, bonito rostro, linda figura y unas piernas muy atractivas. No tenía mucho busto, pero el conjunto era delicioso. La hermana menor no lo hacía nada de mal, aunque aun le faltaba desarrollarse un poquito. Al ir conversando y relacionándome con ellas no pude evitar empezar a sentir cosas por Catalina. A los dos meses me decidí y le pedí que fuera mi polola, pero ella me contestó que me miraba sólo como amigo y que no era de su tipo. Además, me dijo que ya tenía pareja, un pendejo que conoció en su liceo. Esa relación la llevaba a escondidas de su abuela y me pidió que no le dijera nada. Como comprenderán, quedé muy mal con su respuesta y me tuve que tragar su rechazo e indiferencia.
Una tarde, antes de las vacaciones de invierno, Catalina salió bien apurada a encontrarse con su noviecito en la esquina de la casa. No sé por qué se me ocurrió seguirla. Caminaron como 6 cuadras y rápidamente giraron y los vi entrar a un motel. La muy zorra tenía relaciones con este pendejo. La rabia, decepción y mi obsesión por ella hicieron nacer en mí deseos de venganza. Pero no sabía cómo la materializaría.
Durante mis vacaciones de invierno en mi ciudad natal no dejaba de pensar en el tema. Leyendo por internet secretos y relatos eróticos me surgió la idea de follarme a esta mina, aprovechándome que dormía en el cuarto contiguo al mío. Para eso tenía que hacerla dormir profundamente. Con un amigo que estudia Química y Farmacia me conseguí unas píldoras llamadas alprazolam, que según él son capaces de dormir a un elefante durante horas. La abuela es enferma de diabetes y como en invierno hace frío se acuesta y se duerme temprano, por lo que ella no sería un obstáculo para mis propósitos. Estuve más de un mes estudiando y analizando los movimientos de Catalina y todo lo relacionado con mi plan para no cometer errores. Casi todas las noches nos encontramos Catalina, su hermana y yo en la cocina para prepararnos un café antes de acostarnos. Ese sería el momento propicio para llevar adelante mis planes.
Fue así que en la noche del viernes recién pasado me las arreglé, sin que nadie se percatara, para disolver 2 píldoras en la taza de café de Catalina. Se lo tomó todo y ofrecí lavar las tazas para no dejar rastros. Esa noche se fueron a acostar como de costumbre y esperé una hora para que las píldoras le hicieran efecto, tal como me lo había recomendado mi amigo. A eso de las 12 de la noche, salí de mi pieza y sigilosamente me metí en el dormitorio de mi víctima. Estaba acostada totalmente quieta. Me acerqué a su cama y la toqué suavemente primero, para luego moverla cada vez más fuerte y comprobé que dormía profundamente. Me desnudé, me metí en su cama y la acerqué a mi cuerpo. El sólo sentir su respiración cerca de mi cara y boca me prendió de un golpe. La acomodé de espaldas y le saqué los calzoncitos que tenía bajo su camisón de dormir. La acaricié por todas partes, sus piernas, su cuerpo y su monte de venus. Mi pene tomó una dureza y erección como nunca antes lo había sentido, quizás también ayudado por el tiempo que llevaba sin sexo. Estaba ansioso e impaciente. La besé por todas partes. Sus labios, su cara, su cuello, sus pechos, y todo lo demás. Luego subí desde sus pies, besé sus muslos hasta llegar a su exquisita conchita. Le lamí con desesperación sus labios y el clítoris. No tengo noción de cuánto rato pasó hasta que me vinieron ganas de penetrarla. Coloqué mi pene en la entrada de su vagina y presioné hacia ella. Con la lubricación hecha por mi boca no me costó nada introducirle mi verga hasta tocar el fondo de su vagina. Me empecé a mover cada vez más rápido, con locura y desenfreno hasta que me dieron ganas de venirme. No pude contenerme y sentí como mi pene explotaba, contrayéndose en forma deliciosa y expulsando mi semen con violentos latigazos en el interior de la vagina de Catalina. No podía parar. Fue la eyaculación más poderosa que recuerdo haber tenido. Cuando finalmente me detuve mi verga seguía erecta y la dejé dentro de ella por un rato más como para vivir en plenitud ese momento tan esperado. Luego me retiré lentamente, le subí sus calzones y la cubrí con la ropa de cama. Me puse mi pijama y me fui a mi habitación. Me acosté rápidamente y casi no dormí en toda la noche recordando cada detalle de lo que había acontecido. Todo salió a la perfección y me había mandado la cogida de mi vida. Tenía logrado mi objetivo y me sentía feliz. Al otro día comprobé que Catalina no se dio cuenta de nada. Me intriga saber qué explicación se habrá dado a sí misma al sentir fluir líquido desde su chorito, porque seguramente con la cantidad de leche que le vacié, algo se le debió haber devuelto.
No me arrepiento ni tampoco tengo remordimientos: Primero, Catalina, al no darse cuenta de nada, no queda con ningún trauma o daño sicológico que tenga que superar. En segundo lugar, no era virgen, por lo que no tuvo perjuicio en este aspecto. Tercero, no sufrió de agresión física ni daño corporal alguno. Cuarto, no tiene que contarle a nadie la experiencia vivida, por lo que no pasará vergüenza alguna, ni tendrá que pasar por la tortura que sería el relatar los detalles a la policía, a peritos, ni a nadie. Sólo yo sabré lo que pasó. Y, quinto, a pesar que puede haber algún riesgo de embarazo, me imagino que si está follando con su noviecito habrá tomado sus precauciones. Ahora, si la única protección que usan es el condón, el riesgo de que salga embarazada es real. En este caso tendrán que echarle la culpa a la mala calidad de los condones utilizados y el pendejo tendrá que asumir su paternidad sin chistar. Pero esto lo sabré más adelante y, como dicen los periodistas, es una “noticia en desarrollo”. En otro posteo les haré saber cómo continúa este verdadero docureality de mis incursiones con Catalina. Por lo pronto, pretendo seguir cogiéndomela cada vez que se den las condiciones. Estoy pensando hacer lo mismo con su hermana menor, pero eso sí, sin penetración, ya que Viviana debe ser virgen y es muy riesgoso follármela. En todo caso, me hará muy bien saborear una conchita joven, fresca y cerradita.
Los que comenten seguramente me tratarán de degenerado, puto de mierda, criminal, violador y otros calificativos más. Puede que sea verdad todo lo que me digan, pero lo que yo respondo es que no le hecho objetivamente daño a nadie. Ella, por no darse cuenta de nada, sigue haciendo su vida completamente normal, no sufrirá trauma ni trastorno sicológico alguno y mi verga tendrá la satisfacción y realización que se merece. En resumen, todos felices.
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