Cuando Salí, el living había tomado un ambiente totalmente diferente. Mauricio estaba de pie con un delantal corto blanco, había movido la mesa de comedor apegándola a un lado, y había puesto su camilla blanca en el centro. Estaba todo a media luz, adornado con varias velas y una música ambiental muy suave y justa. Todo este ambiente lo terminaba un exquisito aroma ambiental como mezclas de aceites naturales. Anto se sentaría en un sillón en una esquina. Estaba todo listo y el momento definitivo había llegado. Me temblaban las piernas de nervio.
Mauricio me tomo de la mano y me llevo hasta la camilla, me pidió que me acostara boca abajo tapada con la toalla. Eran de esas camillas especiales para masajes, que tienen un círculo para poner la cara. También me pregunto si prefería tener los ojos tapados, a lo cual dije que sí, y me puso una anteojera. El momento finalmente había llegado. La temperatura en la pieza era exquisita, aunque yo igual temblaba un poco, pero no de frio.
Me acomodo la toalla desde la mitad de mi espalda hasta las rodillas. Sentí como se echaba aceite en las manos y de apoco comenzó a hacerme un masaje muy suave en el cuello y en la nuca. Era una mezcla entre un suave toque con la yema de los dedos y apriete con la mano. El efecto y la sensación de relajo fueron inmediatos. De a poco me fue sacando la tensión y fue moviéndose durante un buen rato entre el cuello y los hombros. Los nervios de a poco comenzaron a desaparecer. Suavemente masajeo un brazo comenzando desde el hombro, con ambas manos, y bajando en forma circular hasta la mano. Esto lo hizo varias veces para después repetirlo con el otro brazo. Ya se había comenzado a apoderar de mí una sensación de relajo y placer exquisita.
El hecho de sentir que unas manos diferentes a las de Anto me estaban masajeando, me hacía sentir una sensación rara, pero la verdad es que eso mismo me producía un cierto nivel de excitación que era rico. Además tenía la tranquilidad de que Anto estaba ahí, mirando. Eso también me producía una sensación rica.
Luego, Mauricio suavemente dobló la toalla hacia abajo, hasta las caderas, dejando libre toda la espalda. Ese pequeño destape me produjo inconscientemente un cosquilleo en la guata. Comenzó a hacerme un masaje entre suave y fuerte, desde los hombros hacia abajo, posando sus manos completas en mi espalda, moviéndolas en forma circular desde abajo hacia arriba. Yo sentía como el relajo se iba apoderando de mí. Estuvo bastante rato en ese masaje, incorporando a veces hombros y cuello. La sensación era realmente buena, yo ya me había relajado, y estaba empezando a disfrutar realmente del masaje, la música, los aromas. Todo era una mezcla perfecta.
Después de eso paró, escuche como se echaba aceite en las manos, y nuevamente doblo la toalla, pero ahora desde las rodillas hasta el comienzo de los muslos, dejándome todas mis piernas libres. Esta acción, nuevamente me produjo un nervioso pero rico cosquilleo en la guata.
Mauricio se acerco a los pies de la camilla, y comenzó a masajearme cada uno de los pies en forma intensiva, produciéndome las más exquisitas sensaciones, con deseos de que no parara. Estuvo un buen rato en eso, siempre aplicado aceite, y luego comenzó a hacer un masaje en una de mis piernas. Con ambas manos fue apretando y masajeando suavemente mi pierna desde la pantorrilla, subiendo lentamente, hasta llegar a la zona del muslo, haciéndole masaje en forma completa, pasando en ocasiones por la entre pierna, muy cerca de mi zona G. Eso rápidamente me produjo nervios, pero mucho más fuerte que los nervios, fue el cosquilleo en la guata y abajo en la entrepierna. No toco nada, pero la cercanía, y la sensación de ese aire de roce, me producían calambres. Después, hizo lo mismo con la otra pierna, llegando también suavemente hasta el muslo, y produciéndome las mismas sensaciones. En forma involuntaria, sentía como de a poco los nervios estaban dando paso a la excitación dentro de mi cuerpo.
Finalmente, pero suave, dejo caer la toalla completamente a un lado, dejando mi cuerpo al descubierto. Parado al lado de la camilla, empezó a masajéame desde los hombros, bajando y subiendo por la espalda, llegando cada vez más abajo, hasta los glúteos. Iba cada vez, desde abajo hacia arriba, y viceversa, en un masaje largo y suave, que comenzó a ir desde los muslos, por los glúteos y la espalda. El masaje cada vez era más suave, hasta que sentí que solamente me iba tocando con la yema de los dedos, desde arriba hasta abajo, subiendo por la parte de afuera del cuerpo, y bajando por el centro de la espalda, hasta los glúteos y separándose por la entrepierna.
La sensación era exquisita, tan suave, de movimientos largos y muy sensitiva. Indudablemente ya estaba excitada, incluso ya sentía como mi entrepierna se estaba humedeciendo, y sentía mucho cosquilleo en el clítoris.
Un momento después paro, y Mauricio me pidió que me diera vuelta. No me sentí nada por estar desnuda, pues estaba con los ojos tapados, y además la excitación había ido dejando bien de lado los nervios. Ahora estaba gozando el masaje.
Mauricio se puso en la cabecera, y con aceite, comenzó suavemente, con la yema de los dedos, a tocarme diferentes puntos del cuello y la cara. Se notaba que sabía, pues al tiro sentí una sensación de relajo y alivio en la cara, que se me fue trasladando a todo el cuerpo.
Poniéndose a un lado de la camilla, comenzó a hacerme masaje en los hombros y cuello, ahora con ambas manos en forma completa, y comenzó a bajar desde la axila hasta la cintura, haciéndolo suave y repitiéndolo varias veces, de apoco pasando una mano a la guata y luego la otra, siempre todo el masaje en movimiento. Las manos después, comenzaron a ir por el lado pasando a la guata y subiendo por entre las pechugas hasta el cuello, y luego la otra mano haciendo lo mismo, por el lado, la guata, subiendo entre las pechugas y terminando en el cuello. Todo esto era lento, suave, con una y otra mano a la vez. Yo cada vez iba sintiendo más sensaciones, todas diferentes y exquisitas, y mi nivel de excitación se mantenía.
Luego de estos movimientos circulares, ambas manos se encontraron en mi guata, y muy suavemente comenzaron a subir, pasando, tocando y masajeando ambas pechugas. Bajaban y subían, y mi sensación era cada vez más rica. De a poco ya no lo fue haciendo con la mano completa, sin que comenzó a deslizar solamente la punta de los dedos muy suavemente, pasando y rozando las pechugas y los pezones, que estaban sumamente duros. Comencé a hinchar el pecho en cada pasada, aumentando la sensación de los dedos al pasar. Nuevamente había ido en aumento mi excitación.
La última pasada, comenzó a desplazar los dedos muy suavemente, solamente rozándome, desde los hombros, pasando por los pezones bajando por la cintura y luego los muslos hasta la altura de las rodillas. Esa pasada me hizo tener un tiriton.
Puso sus manos una por debajo de cada rodilla, y las tiro suavemente hacia arriba, dejándome las piernas dobladas y abiertas. Ya mi respiración era entrecortada. Con una mano en cada pierna, comenzó a masajear desde detrás de la pantorrilla, subiendo y pasando a las rodillas, para luego con ambas manos pasar a los muslos, acariciándolos en todo su contorno, cada vez más por la entre pierna, y rozando los pelos cercanos al clítoris. Yo ya estaba completamente húmeda, con la respiración muy acelerada, y lo único que quería era que me tocara.
Después de un rato, haciendo lo mismo, logro aumentar cada vez mas mi excitación, subió una mano hasta la parte más baja de la guata, y con la otra de frentón empezó a tocar la entrepierna, buscando muy suavemente el clítoris. Cuando lo toco con un dedo, se me escapo un gemido involuntario, demostrando claramente mi nivel de excitación, comenzó a tocar en forma circular el clítoris, que ya estaba completamente mojado, y con la otra mano haciendo una suave presión de la guata hacia la camilla.
Me agarre con las manos a los costados de la camilla, y a sentir una locura que me recorría todo el cuerpo, estaba groseramente excitada, sus movimientos circulares exactamente en el clítoris me estaban llevando a la luna. Sin desearlo, comencé a gemir sonidos de placer:
- Aaahh, Aaahh, Aaahh
El derrepente cambio su movimiento, y comenzó a mover sus mano y sus dedos hacia arriba y abajo sobre el clítoris, la sensación fue explosiva, mi excitación ya estaba al borde, me sentía completamente mojada, mi respiración se acelero en forma desmedida, mis gemidos aumentaron, sentía que iba a explotar:
- Aaahh, Aaahh, mas, mas, no pares
Me empecé a mover al mismo ritmo con mis caderas, los dedos comenzaron a moverse más rápidamente, mis gemidos eran más fuertes, tenía todo tipo de sensaciones, estaba a punto de explotar, hasta que llegue a un tremendo y exquisito orgasmo. La sensación es indescriptible, sentí un desvanecimiento total, con un placer intenso y máximo.
Mauricio me tapo con la toalla, y se fue al baño. Anto se me acerco, y me pregunto:
- Como estas, fue bueno??
- Ha sido super, realmente exquisito- dijo con los ojos aun tapados.
Anto me tomo suavemente, y me llevo a la cama, me tapo y me quede dormida.
Al poco rato lo único que sentí fue cuando Anto se acostó a tras mío, me abrazó fuerte, y me dijo que me quería. Le dije que también, y nos quedamos profundamente dormidos.