Lucía
( Relatos Heterosexuales )


Me llamo Julio, tengo 22 años, soy muy alto, quizá demasiado y muy muy delgado, en el colegio me llamaban “el espagueti” para que os hagáis una idea, y llevo gafas, sin ellas no veo absolutamente nada. Procedo de una familia divorciada, me quede con mi madre aquí, mientras que mi padre se había vuelto a su ciudad natal, a más de 300Km de donde vivía.
Cuando me pasé al instituto conocí a Lucía, era una chica un par de años más joven que yo, cuando me cambié tenía 16 años, así que ella debía tener unos 14 o 15 años. Era morena, el pelo largo y ondulado le caía hacía atrás, tenía unos ojos verdes preciosos, muy grandes y una nariz muy bonita. Su boca dulce y labios carnosos. Físicamente era bajita, pero muy bien hecha, unos pechos muy bien colocados, no excesivamente grandes pero tampoco era pequeños y un culito respingón. En cuanto la vi me enamoré, sentí la necesidad de protegerla de todo el mundo, de cuidar de ella, de besarla. Pensar en algo más fuerte no podía porque la cubría un aura que la hacía parecer una Diosa intocable.
Y yo... un espagueti... nunca se fijaría en mí, o eso pensé.
Un viernes por la tarde, mi madre me dio una noticia, esta noche había invitado a su nuevo novio y a su hija a cenar con nosotros para que nos conociésemos.

    *
      “Julio, cariño” - así me llamaba cada vez que quería presentarme un nuevo novio, nunca me habían gustado, habían destrozado a mi madre uno tras otro. - “esta noche viene Antonio y su hija, a lo mejor la conoces, va al mismo instituto, aunque es algo más joven”
    *
      “¿Cómo se llama?”- dije por pura cordialidad, en realidad me daba igual quien fuese
    *
      “Lucía”

Algo en mí se alertó, “no, no puede ser ella. La Diosa de la feminidad en mi casa y es.. mi hermanastra? No, no puede ser, hay muchas Lucías”
Pero era.
Ahora, 6 años después, yo sigo colado por mi hermanastra Lucía, a los 14 años era muy guapa, pero ahora a sus 20 años... no hay palabras que la describan. Me he masturbado muchas veces pensando en ella, antes la consideraba una Diosa intocable, ahora quería a esa Diosa para mí. Además yo sigo siendo virgen, mi aspecto físico no mejoró demasiado y ninguna mujer me hacía demasiado caso. Ella dudaba que lo fuese, y también que fuese a fijarse en su hermanastro y lo desvirgara.
Mi obsesión se hizo patente, la seguía con la mirada, y me quedaba mirando su boca, cada vez que comía, cuando era verano, me quedaba mirando su cuerpo en bikini. Quería ver más, su pecho había crecido mucho en los últimos años y me estaban pidiendo que los besase a gritos. Ya había tomado una determinación, esa noche iría a su habitación mientras dormía e intentaría vérselos, para después masturbarme pensando en ellos.
Esa noche, mientras todos dormían, encendí la luz del pasillo que había entre nuestras habitaciones, ella no era de sueño ligero y sabía que con eso no se despertaría, porque cuando iba al baño o a la cocina la encendía siempre.
Entré en su habitación, el hilo de luz que entraba por la puerta entreabierta me llegaba para verla, me deslicé con cuidado de no despertar a nadie y me puse a su lado. Era tan bonita, con las pestañas largas, los párpados cerrados.. tenía miedo de mirar más abajo porque no sabía que me encontraría, fui poco a poco. Sus labios estaban entreabiertos, parecía que pedían que los besasen. Seguí bajando, estaba boca arriba y sin taparse, debía tener calor cuando se acostó, pero ahora tenía frío pues los pezones estaban de punta, bajé una mano y con la palma estirada rocé uno de esos pezones, como un resorte mi pene se puso duro como una piedra. Saqué la mano, pues ese roce la había hecho moverse, había cambiado de postura, se puso en posición fetal con la cara hacia al lado que estaba yo, y su camisón se había enroscado por culpa de ese movimiento, quedando al descubierto su muslo.
Cogí mi pene y empecé a tocarlo allí delante de ella, me estaba poniendo tanto, imaginaba que sería poder tumbarme detrás de ella en esa posición y penetrarla desde atrás, en ese momento ella gimió, parecía que me había leído la mente. Su aliento cálido fue a parar a mi pene y sin pensarlo, se lo metí en la boca.
Al principio me costó que entrase pues aunque estaban los labios entreabiertos, tenía que abrirme paso entre los dientes, de repente se abrieron y tenía mi miembro dentro. La miré por si se había despertado, pero seguía dormida, me puse moverme suavemente para que no se despertase. Entonces decidí ponerme los brazos detrás de la cabeza y cerrar los ojos mientras me movía “oh Lucía, no sabes que caliente me pones corazón, hace años que quiero tenerte para mí... ummm... si así de bien lo haces dormida, despierta tienes que ser la hostia... ufff” seguí, pero algo me sorprendió, una mano me acarició los huevos, miré para abajo y allí estaba, despierta, con sus ojos verdes mirando para mí con deseo, se saco mi pene de la boca y me dijo

    *
      “me alegro que te guste, porque nunca lo había hecho”- volvió a metérselo y siguió
    *
      “Lo siento Lucía, yo... no quería.. Chao”- me marche muerto de vergüenza a mi habitación, y terminé yo con la mano, antes de quedarme dormido.

A mitad de la noche me desperté sobresaltado, tenía algo en la cama!
Lucía se había colado en mi habitación y se había subido a mi cama, desnuda, completamente desnuda y estaba lamiéndome la polla. Tenía que estar dormido me dije, pero entonces ella levantó su cabeza y me dijo

    *
      “Julio, no pienses en mi como en una hermana, no lo soy” - siguió chupando
    *
      “mientras hagas eso no puedo pensar en nada, al menos con claridad”- le dije -”¿eres virgen?”- esa pregunta salió de mi boca sola
    *
      “No, me he acostado con un chico, pero nunca se la había chupado a nadie, he hecho pajas y me han comido mi chocho, pero yo nunca me atreví a hacerlo”- se tumbo a mi lado y me acarició el pecho, me besó y me dijo - “tu eres virgen?”
    *
      “Si”- me alegró estar a oscuras, sino habría visto lo colorado que me puse.

Se puso sobre mí, y se introdujo mi pene, no podía creerme lo que estaba pasando, tuve que tocarla, eche mano a su pecho y se lo acarició, ella subía y bajaba sobre mi polla emitiendo pequeños gemidos, después de un par de ascensos me dijo

    *
      “ya está entera dentro y acomodada”- me sonrió, se tumbó sobre mí y me besó, un beso dulce, embriagador como pocos de los que había experimentado.

Siguió con su movimiento y yo acariciándole la espalda, y tocándole los pechos, después aceleró el ritmo un poco poniéndose erguida y dejándome ver como la penetraba, su clítoris y como gozaba, su cara era de placer, puro placer. De repente se bajó, y me dijo que ahora ya sabía como era, que quería que me moviese yo, se tumbó y abrió las piernas, y me dejó paso, la penetré con dificultad, no sabia por donde, tuvo que guiarme. Una vez dentro me moví con rapidez, estaba a punto de correrme

    *
      “voy a correrme y no llevo condón”-
    *
      “no te preocupes, tomo pastillas anticonceptivas”
    *
      “Dentro?” - pregunté, pero no le dio tiempo a darme una contestación, ya me había corrido.

Salió de debajo de mí y se fue.




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Nombre do Relato


Codigo do Relato
1753

Categoria
Heterosexuales

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