La Seducción de Tomás.
( Relatos Heterosexuales )


      LA SEDUCCIÓN DE TOMÁS
La primera vez que miré a mi hijo con ojos de mujer sentí un escalofrío recorrerme la espalda y una fuerte pulsión en la vagina, era un magnífico ejemplar varonil. Alto, delgado y musculoso, brazos fuertes que remataban en manos que encendían las más tórridas fantasías eróticas, esos dedos… Sus piernas eran largas y torneadas y su entrepierna atrapaba mi mirada prendada de ese notable bulto que por primera vez me llamaba la atención. Pero lo más sensual de mi hijo era su rostro: Rasgos varoniles aunque extrañamente delicados, con ojos tan grandes que parecían femeninos que compensaban el corte aguileño de su nariz, ese mechón de pelo que cruzaba en diagonal su frente y su boca, gruesos labios que eran escenario de sueños propicios, era una perfecta simbiosis de ambos, de su padre había heredado el cuerpo y su sensualidad y de mi los ojos y la boca.
Mi hijo se llama Tomás y tiene 22 años, es mi único hijo. Yo tengo 45 y estoy divorciada desde hace tres años y medio, un período del que casi no tengo un solo recuerdo agradable y durante el que mi sexualidad pareció adormecerse al punto que la creí definitivamente muerta, hasta esa noche.
Como de costumbre después de la cena mirábamos un rato televisión, yo sentada en el sillón doble que antes compartía con mi esposo y Tommy en su sillón a un lado, fue en ese momento en que comprendí que mi hijo era un hombre. No podía dejar de mirarlo, estaba estirado, medio recostado y con las piernas extendidas y solo no se caía porque tenía los brazos sobre los apoya brazos del sillón. Estaba vestido con una remera de mangas cortas y un pantalón bermuda que me permitía apreciar sus varoniles piernas. En tres años y medio nunca había deseado un hombre y ahora el que me conmovía era mi propio hijo.
Sentía un impulso irrefrenable por tocarlo, por sentirlo a mi lado a pesar de su costumbre de sorprenderme con tremendos abrazos, que él llamaba de oso y que yo no sentía más que como abrazos totalmente ingenuos e inocentes, si ahora me abrazaba de ese modo no podría evitar tener un orgasmo pensé, lo llamé: “Tommy, vení, sentate acá a mi lado” Dije apoyando la mano sobre el sillón invitándolo. Se levantó y al sentarse a mi lado me pasó el brazo alrededor de sus hombros y me atrajo hacia sí, pensé que me derretiría.
“Nunca hablamos” Dije. “Siempre estás muy callada. Respondió. “Sí, lo sé, pero hablemos ¿Tenés novia? “No, salgo con una u otra, pero nada serio ¿Y vos?” “¡Tommy!” Respondí ofendida. “Sabés muy bien que no he salido nunca con nadie desde que me separé de tu papá” “Mal.” Respondió, deberías salir, conocer hombres, volver a casarte, papá lo hizo y está muy contento…” “¡No quiero saber nada más con hombres!” Dije. “¡No quiero salir con nadie!” Enfaticé. “¿Y conmigo tampoco? ¿No saldrías conmigo?” “Es distinto, con vos sí saldría”. “Bien, mañana te invito a comer y después te llevo a bailar para que conozcas a mis amigos” “Pero…” Intenté. “Nada, dijste que conmigo saldrías así que no acepto excusas, mañana vestite muy linda que quiero impresionar a mis amigos”
Mi corazón latía aceleradamente, de pronto todo había sido sencillo y rápido, iba a salir con mi hijo y me invadía una excitación idéntica a la que sentía cuando era adolescente y tenía una cita ¿Aldana, qué te pasa? Me pregunté… ¿Te excitas fantaseando con tu hijo? Preferí no responderme porque conocía la respuesta y me recosté en su pecho y lo abracé, me gustaba estar así y lo iba a disfrutar. Muchos años antes permanecía así con mi marido y Tomás repetía los gestos de su padre: Jugaba con mi pelo, me acariciaba el rostro y me daba leves besos en la frente casi distraídamente, con una naturalidad como si fuese lo habitual.
Cuando me preparaba para acostarme descubrí mi bombacha húmeda, ya ni recordaba cuánto tiempo hacía que no mojaba una bombacha. Me desnudé y me miré al espejo y lo que vi no me desagradó en absoluto, soy una mujer de mediana estatura, delgada, con cuerpo armónico, cabello rubio y lacio hasta los hombros y ojos de un color azul muy profundo, rasgos delicados aspecto juvenil. Mis pechos son de tamaño apropiado, ni grandes ni chicos y se mantienen erectos a pesar de la edad debido a que no he abandonado mi rutina de trabajo de gimnasio tres veces a la semana. Mis piernas son largas y mis nalgas pequeñas pero de una redondez casi perfecta, en definitiva, mirándome objetivamente concluí que soy una mujer muy deseable.
Me acosté programando la mañana siguiente: Peluquería, depilación, limpieza de cutis y luego shopping para comprar zapatos, una pollera y una blusa apropiada. Lo que no imaginé fue que al dormirme iba a tener un sueño erótico. Hacía el amor con mi esposo fogosamente, pero al llegar al clímax era la boca de Tommy la que se acercaba a la mía y grité y me desperté revolcándome en la cama apretándome la vagina con las dos manos sacudida por un terrible orgasmo. Terminé boca abajo mordiendo la almohada para sofocar mis gemidos y sacudiéndome como poseída. Tardé un rato muy largo en calmarme, era la primera vez en más de tres años que tenía un orgasmo y mi cuerpo no paraba de temblar hasta que finalmente comencé a relajarme y me quedé dormida.
Me levanté cansada y bajé a preparar el desayuno antes de ducharme y vestirme, Tomás seguramente se estaría ya vistiendo. Estaba completamente distraída recordando mi sueño erótico cuando me abrazó por detrás, tal como era su costumbre, pero esta vez pegué un grito: “¡Ay!” “Perdoname mami” Dijo. “No, estaba distraída, perdóname vos” Me di vuelta y me refugié temblorosa entre sus brazos y fundí mi cuerpo en el suyo, mis tetas sin corpiño contra su pecho, mi pubis apoyado en el suyo… Me apretó y acarició mi espalda mientras besaba mi frente “Mami, mami” Repetía. Tuve que hacer un gran esfuerzo para separarme de él y decirle que se siente a tomar su desayuno, en las pocas horas que habían transcurrido había perdido completamente la cabeza.
Luego comencé con mi plan de actividades: Comencé por el instituto de belleza donde iba a poder concentrar varias actividades, así fue que tres horas después me miraba maravillada al espejo y descubría que había rejuvenecido diez años, además había optado por una depilación total por primera vez en mi vida, siempre me dejaba un mechoncito gracioso pero preferí esta vez algo más extremo, más sexi.
Luego fui de compras y encontré una pollera larga que me pareció un milagro, era lo más apropiado que podía usar, de seda, entallada, de color negro, beige y blanco en grandes manchas como una paleta de pintor y me quedaba perfecta con esa blusa blanca de mangas largas de puños y cuello ancho que la vendedora consideró apropiada. “¿Te puedo hacer una sugerencia? Me dijo. “Si, por supuesto” “Esta pollera usala sin bombacha o con una tanguita muy pequeña, un hilo dental, porque la seda se te pega a la piel y se notan los elásticos de la bombacha, mirate al espejo”. Efectivamente, los elásticos de la bombacha eran demasiado visibles y antiestéticos. “¿No tendrás alguna tanguita?” Pregunté y me trajo varias para elegir y me quedé con dos tan minúsculas que apenas me cubrirían los labios vaginales, pero cualquiera de ellas al menos evitaría que me sintiese desnuda. Luego compré unas sandalias con algo de taco y una cartera negra muy apropiada. Me había gastado una fortuna, pero hacía años que no me compraba nada y además la ocasión lo justificaba.
Por la tarde comencé a prepararme con mucha antelación. Una buena siesta para estar descansada, luego un largo baño de inmersión con sales aromáticas y estimulantes, me unté el cuerpo y el rostro con cremas y finalmente una estimulante ducha caliente me dejó la piel suave y perfumada, después una media hora de relax recostada y ya se hizo la hora de vestirse. Tommy acababa de llegar del Club donde había pasado el día y se estaba duchando.
La tanguita era tan minúscula que podía haber prescindido de ella, apenas caminase un poco se me metería entre los labios de la vagina, pero lo prefería a sentirme desnuda. Me puse un corpiño negro como la tanguita y me miré al espejo, con tacos, tanga y corpiño parecía una actriz porno y sonreí por la idea. Finalmente, completamente vestida, elegí un collar apropiado y unos aros y me perfumé discretamente, aunque quizás ustedes no consideren discreto perfumarse también el pubis y los pechos. En la cartera coloqué la otra tanguita por cualquier cosa (¿Imaginaba mojarla?) mi maquillaje, peine, pañuelo y algo de dinero, aunque Tommy recibía una suculenta suma mensual de su padre y no le faltaría dinero. Cuando me miré finalmente al espejo tuve que convencerme que era yo, estaba más bella que nunca.
Tommy se quedó con la boca abierta al verme. “¡Mami! ¿Qué diosa? ¡Estás increíble! ¿Sos vos?” Me sonrojé “Tommy, no me avergüences” Dije con falsa modestia. Se acercó y me abrazó con algo de temor, como dudando que fuese yo y esperando un rechazo, pero lo rodeé con mis brazos y me besó la frente “¡Y qué bien hueles!” Hice bien en poner en la cartera la otra tanga pensé, la voy a necesitar.
En el auto no dejaba de mirarme y tuve que decirle que mire al frente o tendríamos un accidente y rió “Estoy fascinado mami” Al entrar al restaurante atrajimos las miradas de casi todos los hombres y mujeres, éramos una pareja llamativa: Una mujer madura, bella y elegante con un joven hermoso y tremendamente varonil, nadie pensaría bien, que éramos madre e hijo, pero nos desentendimos del entorno y cenamos conversando muy felices y cómodos y al concluir Tommy anunció: “Vamos a un lugar donde me encuentro con mis amigos, quiero que te conozcan” “¿No tenés miedo de que se rían porque vas con una vieja?” Dije con toda la intención del mundo de que me adule con su respuesta, pero la respuesta fue una carcajada “Mami, te voy a demostrar que te equivocas, ya vas a ver cuando lleguemos”
Un rato después estábamos en una disco muy moderna y al acercarnos a la entrada el portero saludó a Tommy muy ceremoniosamente y nos hizo pasar sin ninguna dilación “Sus amigos están en el VIP como siempre y lo esperan” Dijo. El lugar era muy lujoso y yo no me había imaginado nunca a Tommy en lugares como ese, pero recordé que la asignación con que su padre intentaba lavar su culpa por abandonarnos era muy generosa. En el VIP nos recibieron un grupo de chicas y chicos muy alegres que ya se encontraban ubicados en un lugar preferencial. “¡Acá Tommy! ¡Acá!” Agitaron las manos llamándonos. Al acercarnos Tommy me dijo: “Te voy a demostrar lo equivocada que estabas, no digas que sos mi mamá” Lo miré sorprendida, pero ya nos rodeaban y saludaban.
“Les presentó a Aldana” Dijo y las chicas me sonrieron felices y me dieron besos en las mejillas y los chicos se empujaban para saludarme también. “¿Dónde tenias escondida a esta belleza?” Preguntó un chico y otro comentó: “Yo también la tendría escondida” Y todos rieron y hasta yo misma tuve que reír. El perfume de las chicas era embriagador, todas estaban muy bien vestidas y afortunadamente yo también lo estaba. “Aldi, que linda pollera” Dijo una y otra preguntó: “¿Sos modelo Aldana?” “No, no” Respondí turbada. “Es que tenés un porte y una elegancia….” Concluyó admirativamente. Tommy me miraba sonriendo y me apretó contra sí y me susurró al oído: “¿Ahora me crees?”
Nos hicieron lugar en el medio de un sillón que rodeaba una mesa baja e inmediatamente me pusieron una copa de champagne en la mano y Tommy me pasó el brazo sobre los hombros acercándome hacia él mientras yo me sentía en las nubes y debería tener tal cara de éxtasis que la chica que estaba a mi lado me dijo con sonrisa enternecida: “Se los ve tan enamorados…” Y en mi entrepierna algo se cerró como un puño y luego se aflojó lentamente. En unos minutos deberé ir a cambiarme la tanga pensé.
Alguien preguntó en voz alta: “¿Hace mucho que se conocen?” Y respondí inocentemente la pura verdad, que fue interpretada intencionadamente: “Toda la vida” “¡Qué romántico!” Suspiró una chica y Tomás me apretó más fuerte aún y me dio un sonoro beso en la mejilla haciéndome ruborizar. Luego de un rato ya había sido plenamente aceptada como “La novia de Tommy” y todos se desvivían por halagarme y hablarme maravillas de mi hijo.
Tomás no me soltó un segundo como si tuviese miedo de que podía escaparme de su abrazo, lo que estaba absolutamente fuera de mi intención, me sentía maravillosamente bien pegada a él, escuchándolo hablar, reír, oliendo su perfume, sintiendo su mano en mi hombro acariciando o apretando suavemente y cada vez que me miraba a los ojos ese puño que se cerraba en mi entrepierna lo hacía con más fuerza y el corazón parecía que se me iba a detener, pronto tuve que ir a cambiarme la tanguita. Estaba empapada y la hice un bollito y la guardé en un pequeño monedero que traía mi cartera nueva y, ya higienizada y seca ,volví a sentarme al lado de mi hijo que me volvió a abrazar y recibió con un beso como si volviese de un largo viaje, lamenté no haber comprado tres tangas en lugar de sólo dos.
Luego bailamos y Tommy se maravilló al verme, me gusta bailar y siempre lo hice con mucha gracia y sensualidad, además me sentía muy estimulada y seductora y desplegué ante él todas mis artes para seducirlo. Le brillaban los ojos y comencé a percibir que comenzaba a pasarle lo mismo que me había pasado a mí, ahora era él el que descubría que su madre era una mujer deseable. Bailábamos sueltos, pero en un momento en que el ritmo cambió me tomó entre sus brazos y sentí la dureza de su erección contra mi pubis, entonces eché mis brazos alrededor de su cuello y apoyé mi rostro en su pecho y nos balanceamos así unos minutos en un limbo del que no quería despertar nunca.
Cuando nos sentamos estaba intensamente ruborizada y mi nueva tanguita no había resistido seca más que unos pocos minutos, pero ya no me importaba, la chica que estaba a mi lado me dijo: “Aldi, te envidio con todo mi corazón, no sabés lo que daría por estar en tu lugar esta noche” La miré y sonreí con una sonrisa que se me antojó un rictus nervioso. Un rato después comenzaron a planear ir a otro lado, pero Tommy nos excusó alegando que era tarde para nosotros, lo que despertó las suspicaces sonrisas de absolutamente todos y mi consecuente rubor, se acercaba la hora de la verdad.
Camino a casa permanecí en silencio hasta que Tommy preguntó: “¿Lo pasaste bien Aldana?” Continuaba llamándome por mi nombre y no “Mamá” lo que me pareció auspicioso. “Muy bien, me divertí muchísimo. La comida era riquísima y luego tus amigos me encantaron y bailar después de tantos años me hizo sentir maravillosamente joven, pero lo mejor fuiste vos ¡Sos tan dulce Tommy! Dije impulsivamente. Me miró de una manera que me hizo temblar y con voz muy pausada dijo: “Para mí es la mejor noche de mi vida” Fue lacónico, pero sus pocas palabras tenían tal carga de erotismo y sensualidad que mi corazón comenzó a latir aceleradamente y ya no me quedó ninguna duda de cómo terminaría esa inimaginada noche.
Entramos a la casa y su brazo rodeó mi cintura y el mío la suya y así abrazados subimos a las habitaciones hasta que llegamos a la puerta de mi dormitorio y nos detuvimos. Puse mis manos en sus brazos y lo miré a los ojos, Tommy me tomó de la cintura, nuestros rostros estaban muy cercanos cuando le dije: “Gracias Tommy por esta noche maravillosa” Sonrió y con voz ronca susurró: “La noche aún no ha concluido Aldana” Y me levantó hacía sí y me besó apasionadamente.
Su lengua se hundió en mi boca, tenía el tamaño de un miembro viril y la chupe con fuerza y la mordí suavemente mientras sus manos aferraban mis nalgas y me apretaban contra su dura erección, lo que siguió lo evoco como en una nebulosa, entramos a mi habitación y recuerdo estar parados al lado de mi cama y haber prendido la lámpara de la mesa de noche y que él me desabotonaba la camisa y me la quitaba y luego el corpiño mientras no dejaba de besarme y acariciarme y yo jadeaba con la boca muy abierta. Me veo quitándole su camisa y a él buscando el broche de mi pollera que caía al suelo con un leve susurro y sus manos acariciando, apretando mis tetas, mis nalgas recorriendo mi espalda mientras yo le soltaba el cinturón y su pantalón caía al piso y mis dedos enganchados en el elástico de su slip y su grueso miembro que saltaba como un resorte al bajárselo. Tenía aún mi pequeña tanguita cuando me acostó y con un solo dedo, sólo uno, deslizado bajo el elástico me la quitó dejándome completamente desnuda y a su ansiada merced.
Se echó sobre mí y me besó ardientemente mientras me acariciaba y repetía: “Aldi, Aldi” y yo hundía mis dedos entre su pelo y apretaba su boca contra la mía mientra él masajeaba mis pechos y pellizcaba mis pezones y frotaba su duro miembro contra mí vagina y yo sentía como al deslizarse mojaba mi pubis con los flujos que manaban como un torrente de mi sexo en llamas, finalmente me penetró y grité.
Pero grité de placer, no de dolor, estaba tan ansiosa que apenas su glande estuvo dentro de mí tuve un irreprimible orgasmo y me sacudí como posesa mientras el caliente miembro se hundía en mi vagina y Tommy me aferraba con todas sus fuerzas y me contenía entre sus brazos. Parecía que nunca terminaría de entrar, pero finalmente sentí sus suaves testículos apoyarse contra los labios de mi sexo y se quedó quieto esperando que me serenase, entonces se incorporó levemente y me miró a los ojos y dijo: “Te amo Aldi” Y yo respondí con un gemido ronco mientras me perdía en esos ojos que me miraban con tanto amor, como nadie me había mirado nunca, luego comenzó a moverse lentamente y perdí la cabeza definitivamente, hasta que luego de una decena de orgasmos se derramó en mí apretándome muy, muy fuerte y yo sentí que mi vida estaba justificada por ese solo instante, por sentir a mi hijo eyaculando dentro de mí.
Después fue todo vértigo, orgasmo tras orgasmo, risas y besos, cosquillas y felices descubrimientos como el sabor de nuestros sexos, la felicidad de Tommy al enterarse que el sexo anal me encantaba, que lo enloquecía mi vagina completamente depilada y a mi jugar con sus testículos suavecitos, que a ambos nos gustaba mucho el 69 y que yo era una excelente amazona “Mi Lady Godiva” Dijo Tommy, y lo más hermoso: Volví a darle la teta como cuando era mi bebé. Hicimos el amor de mil maneras hasta caer agotados y luego nos dormimos abrazados.
Me desperté hace unas dos horas y descubrí que no podía llamar a mi mejor amiga y contarle que había hecho el amor con mi hijo y sentí una gran frustración. Me muero de ganas de gritar a los cuatro vientos mi felicidad y no puedo porque la sociedad condena el incesto, pero tuve una idea y me senté a escribir a Relato Erótico.net, sé que ustedes me comprenderán y que sus maduros lectores aprobarán sin cuestionar mi alegría, ojalá así sea.
Aldana





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1732

Categoria
Heterosexuales

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