Les informo que este cuento no trata sobre una violación… para entenderlo tienes que leer toda la historia.
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- Lo siento, señor oficial, pero ¿Iba yo a exceso de velocidad?– preguntó la muy descarada rubia tan pronto como bajó el vidrio de la ventanilla.
- Su licencia y papeles del carro, por favor, señora. Y... si, señora: iba a cien kilómetros por hora en una autopista de ochenta. Un poquito mas de la velocidad permitida.
El policía se le quedó mirando, con su gorra negra de bordes redondos colocada bien abajo en su frente. Petisa le sonrió, pero solo pudo ver su propio reflejo en los anchos lentes para el sol que usaba el oficial Marcos Urbina.
- Por supuesto que lo lamento mucho…es que he tenido un día de mucho trabajo en la oficina, señor agente.
- Su licencia de conducir y papeles del carro, señora- repitió, con labios firmes. Ella tragó saliva nerviosamente y se inclinó hacia un lado para que el oficial pudiera tener una buena vista de sus largas piernas desnudas. No tenía pantaletas y la minifalda negra se le había subido. Abrió el compartimiento de los guantes y recogió los papeles que necesitaba. Luego registró en su bolso buscando su licencia de conducir. Se los entregó con unos dedos que tenían unas uñas perfectamente recortadas y pintadas del color de unas manzanas rojas.
- Ya regreso. Permanezca sentada mientras investigo esto- Petisa lo miró por el espejo retrovisor cuando iba hacia su patrulla. Era alto, de gran cuerpo, delgado…y un culo por el que valía la pena morirse. Rapidamente subió la mano hasta la blusa blanca de algodón para desabotonársela: dejó algunos botones en su lugar.
No tenía senos grandes, pero si una bonita y suave curvatura que el agente podía ver si aprovechaba una oportunidad. ¡Si la multaban su esposo la mataría!!
Se sentó un poquito hacia atrás y se quitó los ganchos del cabello, dejando que los largos y rubios rizos le cayeran alrededor de los hombros. ¡Dios mio! ¿Vale la pena necesario hacer esto para que no me multen?
- Parece que tenemos un pequeño problema, señora
Petisa dio un salto del susto porque no se había dado cuenta que había regresado. Tenía una rápida sonrisa en sus brillantes labios cuando se volteó a mirarlo de nuevo.
- Parece que le han dado varias multas de amonestación. ¿Por favor podría bajar del vehículo, señora?
Detrás de estos lentes como espejos el oficial pudo ver con mucha facilidad las dulces y suaves curvas de su blancos y atrevidos senos. Hasta pudo notar el pequeño tatuaje de una rosa en la parte superior izquierda: Separó las piernas ligeramente cuando tuvo que abrir la puerta para bajarse del automóvil y, si no estaba equivocado, también pudo darle una rápida mirada a la cosita rosada bien razurada de Petisa.
El oficial Marcos tragó saliva y se subió los lentes mas hacia el puente de la nariz.
- Nnnn…No…no entiendo.
¿Demasiados tickets pendientes?– dijo ella ahora parada frente a la puerta cerrada del carro y con las manos colocadas a los lados de una manera pasiva, esperando darle al oficial la mejor ayuda y colaboración posible. Después de todo, el cielo se estaba comenzando a oscurecer, y notó que el sol ya se había escurrido detrás de unos altos pinos alineados a ambos lados de la autopista. Era una carretera que atravezaba un sitio al parecer demasiado árido y seco.
- Si, señora- El oficial se le quedó mirando, con una larga mano bronceada colocada en el cinturón y la otra sosteniendo la libreta de multas y su licencia, y los papeles del carro. Su cara era severa, seria y sus labios…coño!! ¡Qué labios tan sexys…muy firmes!!
La linda y coqueta Petisa parpadeó y bajó la mirada. Vió la punta de sus zapatos negros de tacones altos. ¡Cómo odiaba no poder ver los ojos de Marcos! Arqueó su espalda un poquito y dijo: - okey, okey. Entonces …
-¿Por favor, podría usted venir conmigo, señora?
Su mano ya no estaba colocada en la cintura porque la tenía extendida para ayudarla a salir del coche, tomándola por la parte de arriba del brazo izquierdo. Ya iban ambos caminando y ella no pudo pronunciar ni una palabra. Pensaba que la iba a mantener sentada en el asiento de la patrulla mientras hacía lo que tenía que hacer con sus multas y tickettes de amonestaciones. Pero en lugar de esto, pasó caminando entre los dos carros estacionados para dirigirse hacia la oscuridad de los pinos, llevándola por un brazo. Sus tacones se resbalaron en las agujas de los pinos del suelo, pero él la sostuvo sin esfuerzo y con mano fuerte, diciéndole que tuviera cuidado.
- Espere…espere un momento… ¿Me va a …?
- Quédese tranquila, señora. Esto es por su bien, porque tiene demasiadas multas y esto merece castigo- Sus ojos azules se abrieron de la sorpresa cuando de repente se dio cuenta que el individuo caminaba alejándose de la carretera, hacia la espesura de unos pinos, un lugar demasiado apartado y solo.
Clavó los tacones en el suelo para no caminar:
-¡Espere, un momento! Usted no puede…!!
-De repente la hizo girar con un fuerte jalón y fue lanzada fuertemente contra su pecho. Vió como su propia imagen asustada se reflejaba en los lentes, sus manos se agarraron de los bolsillos de la camisa de este hombre uniformado.
-Yo puedo. Y lo haré. Es mejor que se porte bien, señora, no se lo vuelvo a decir- dijo esto con voz suave y amenazadora.
Petisa parpadeó y abrió la boca para gritar pero, rápido con un rayo, la palma de la mano del hombre se posó sobre sus labios soltando los papeles que llevaba, los cuales salieron volando. La colocó de espalda y con fuerza contra la áspera corteza de un pino muy grande, su alta figura presionando con mucho deseo contra ella. Con su negra bota le separó los piés y con la mano que le quedaba libre levantó la falda para tocarle la caliente y bien rasurada cuca.
Las ventanillas de la nariz se movian por lo enfurecida que estaba, hacia afuera y hacia adentro al respirar con fuerza, y sus manos se colocaron sobre los hombros del hombre para intentar empujarlo hacia atrás.
- Déje de hacer eso, pequeña putica!! ¿Cree que no le puedo tocar esa cuca mojada y pegajosa?. Luego le metió el dedo medio en la cuca, hasta arriba y automáticamente las paredes de la vagina lo apretaron aquel dedo con fuerza.
– Ahhh, se que quiere que le meta el huevo. Quiere que le entierre mi huevo bien parado hasta adentro, no?
Le metió el dedo bien duro, repetidamente durante un minuto, el dedo medio, y con el pulgar le maltrataba su clítoris ya hinchado. Con la otra mano le tapaba la boca mientras ella sacudía la cabeza negativamente.
- La estoy cogiendo bien. Todo lo mio se lo voy a meter, cada pulgada metida en esa cuca ardiente, apretada que tiene.
- ¡Dios mio, si está mojada!! Me está chorreando todo por mi mano!! ¡Puta del carajo!!
Agarró su cinturón y rapidamente lo desenganchó, dejandolo caer al suelo antes de aflojarse los pantalones para dejar libre un pene bien enorme. Era grande, increíblemente grande. A ella se le llenaron los ojos de lágrimas pero a él no le importó. Le dio vueltas y la empujó contra el tronco de un árbol y ambos cayeron de repente al suelo. Se lo metió bien duro hasta adentro, ni siquiera la base del pene le quedó afuera. Su mano izquierda dejó de taparle la boca y agarró un mechón de su cabello rubio, jalándoselo hacia atrás para tenerla bien sostenida.
- ¿Te gusta? ¿Te gusta sentirlo bien adentro cuando te lo meto? ¿Te gusta que te lo haga? ¡Claro que si te gusta, nojoda!! Ni siguiera usas pantaletas porque eres una pequeña puta!! Vi cuando te desabotonaste la blusa para que yo te viera, putica!! Y creíste que no me iba a dar cuenta. Querías que te cogiera…ahora si se hizo realidad tu fantasía. ¿No se siente sabroso, mi pequeña putica singadora? Eso es, ¡Acaba ya, puta!!!"
Petisa estalló como una represa a la cual se le rompen las paredes, gimiendo de gusto y gritando apretada contra el árbol, cuando el orgasmo le sacudió su cuerpo entero.
-¡Coño!- gritó el hombre, para luego soltarla. Le dio vueltas y la puso de rodillas. Agarró el huevo con una mano y comenzó a masturbarse, a hacerse la paja, manteniéndola inmovil con una mano puesta en el hombro de la chica.
- Esto es para que la próxima vez que vayas a exceso de velocidad lo pienses bien. Piénsalo muy bien, puta, y recuérdame bien!! -El patrullero gimió y tomó aire para disparar su carga caliente: un chorro de leche en la cara de la mujer y también en su cabello, y vio cuando el chorro le cayó en la boca abierta, una parte al suelo al chorreársele por la barbilla y el pecho.
Cuando terminó, le dijo que se quedara sin moverse mientras él recogía su cinturón y se acomodaba el uniforme. Se colocó los lentes de nuevo en el puente de la nariz para luego recoger la libreta de multas, los papeles del carro de la dama y la licencia de conducir, que estaban en el suelo.
El oficial se le quedó mirando mientras Petisa torpemente intentaba quitarse el semen de la cara.
–Te estaré vigilando- dicho esto, el oficial se dio vueltas y comenzó a caminar hacia la autopista, en donde su patrulla lo esperaba.
Ella de repente se puso de pie, con piernas temblorosas, y le gritó:
- Esta noche vamos a cenar cerdo, Marcos!! Espero que te guste!!
Ella vió cuando Marcos le hizo señas con la mano. Se habían puesto de acuerdo para realizar esta fantasía. Petisa sonrió y comenzó a luego recoger sus cosas. Marcos odiaba que le sirvieran la cena fría …era mejor que ella se apresurara para ir a cocinar.
FIN
TRADUCIDO POR MARCOS URBINA.