La hija de mi amante
( Relatos Heterosexuales )


Conocí a M por internet. En esas páginas donde conoces a gente de más de 40. Yo tenía 48 y M 45. Después de algunos días de chatear, ella me preguntó que si algún día me animaría a visitarla a su casa. Ella vivía como a 5 horas en otra ciudad. Como era sábado y no tenía otra cosa que hacer, le dije que sí.

-¿En serio?- preguntó extrañada con un mensaje escrito

-Claro que sí- le respondí y agregué - ahorita mismo

Y dejé el cyber donde estaba y me dirigí a la terminal de autobuses.

Llegué como a las 9 de la noche. La llamé al teléfono que me indicó y fue por mi a la terminal.

Esa noche me ayudó a buscar un hotel económico donde pudiera quedarme. Yo había pensado que me quedaría en su casa ya que me había dicho que vivía sólo conn su hija adolescente S

Pasé la noche en el hotel y sin hacer nada con ella. Me dijo que me llamaría al día siguiente.

Ya eran casi las 9 de la mañana y no llamaba. En ese momento, decidí regresarme a mi pueblo. Estaba desilusionado de ese largo viaje.

Sin embargo, en lo que estaba recogendo mis cosas para abandonar el hotel, llegó M y se disculpó conmigo.

Me llevó a su casa. Me invitó a desayunar. Conocí a su hija quien poco después del desayuno se encerró en su cuarto. Parece que no le agradé mucho.

En eso, se levanta M y se va a la cocina y desde allá me pregunta que si me gustaría comer mariscos.

En lugar de responderle, me levanté y fui hacia ella.

Ella no se dió cuenta de que me acerqué demasiado ya que miraba hacia dentro del refrigerador. La abracé por la espalda y la besé en la nuca mientras le restregaba mi pene ya erecto.

Nos excitamos tanto que sin importarnos que su hija estuviera (Encerrada en su recámara) nos comenzamos a fajar, tocándonos nuestras partes íntimas. Fue tanto el cachondeo que mojé mi pantalón. Fue entonces que nos detuvimos. Podría salir su hija.

Esa noche me pidió que me quedara a dormir en su casa. Sacó un colchón de su recámara y la pusimos en la sala donde yo dormiría. Ella dormiría con su hija.

A media noche se fue a acostar conmigo. Tuvimos sexo durante más de una hora y se quedó a dormir conmigo. Cuando amaneció ya se había levantado.

Empecé a visitarla cada 15 días. Su hija me fue aceptando por influencia de su madre.

En una ocasión, le pidió a su hija que bailara para mí, uno de esos bailes provocativos que estaban de moda,con una falda muy cortita. Eso me excitó mucho pero tuve que disimular delante de su madre. Pero mi mente ya empezaba a estimularse con la cercanía de esa chiquilla.

En varias ocasiones, en la madrugada, S se levantaba para ir al baño y nos veía acostados desnudos, apenas semicubiertos por una sábana. Yo con el sueño ligero, me despertaba y me hacía el dormido.Me excitaba darme cuenta de que ella se detenía unos segundos para contemplarnos. Así que en una ocasión que la escuché venir de regreso del baño, me quité la sábana y le permití que viera mi pene que ya se encontraba erecto por mi excitación y el manoseo que le había dado a mi pene.

Desde ese día, noté que S me miraba de otro modo. Y su madre no sospechaba nada porque le seguía pidiendo que bailara para mi.

Debo aclarar que me quedaba todo el fin de semana (Viernes, sábado y domingo) en su casa. Y fue un domingo, cuando su mamá se metió a bañar para que salieramos a pasear juntos, cuando S que traía puesta una faldita corta pasó por la sala viéndome de una manera ocativa. Se metió a su cuarto y dejó la puerta entreabierta. Mi mente estaba a mil por hora. Sabía que su mamá tardaba casi media hora en salir del baño. Era muy arriesgado lo que pasaba por mi mente. Y en tan poco tiempo. Y tal vez estaba interpretando mal la mirada de seductora de S

Estuve discerniendo entre hacerlo o no por unos segundos. Unos angustiosos segundos. Muy excitado me levanté de mi asiento en la sala y caminé sigilósamente hacia la puerta entreabierta del cuarto donde se encontraba S. Me asomé lentamente. Y como alcancé a ver a S tendida boca abajo en la cama, sin moverse, me animé a empujar un poco la puerta. Hizo algo de ruido la puerta pero no escuché que ella dijera algo. Eso hizo que me atreviera a entrar a su recámara.
Entonces, se movió pero sin abrir los ojos. Me asusté un poco.

Ahora ella estaba un poco de costado y me dejaba ver sus delgadas piernas desde esa faldita provocativa que usaba. Pensé en conformarme con verla así mientras estaba pendiente del ruido que hace la puerta del baño al abrirse. Estaba realmente nervioso pero muy excitado.

Tal vez por eso me acerqué a sus piernas y pude oler su piel. Rocé con un dedo su faldita y esperé. No pasó nada. Entonces me volví más atrevido al escuchar su respiración entrecortada. Pero con sus ojos cerrados aún. Toqué con un dedo su pierna. Y ella se movió. Estuve a punto de salir corriendo. Pero sólo se acomodó. Ahora estaba completamente boca arriba.

Mi cabeza ya estaba, para ese entonces, casi sobre sus muslos. Rocé de nuevo sus muslos con mi mano y esperé su reacción. Nada. Entonces dirigí mi mano bajo su faldita y llegué a su pantaletita. Rocé con cuidado su entrepierna y me quedé quieto. Sólo se movió muy lentamente pero no hubo nada que me perturbara. Comencé a rozar ritmicamente su vagina sobre su calzoncito. ¡Y descubrí que estaba mojada!

Entonces, me arriesgué a recogerle un poco más su falda hacia arriba y coloqué mi lengua donde antes estaba mi dedo índice haciendo su trabajo. Abrió sus piernas. Entonces mis lamidas fueron más descaradas.

Así que en el éxtasis de mi excitación, me decidí a quitarle las pantaletitas. Ella abrió los ojos y por un momento me espanté. Sin embargo, la mirada perdida con la que me vió a los ojos, me dijo que ella estaba también tan excitada que no me pediría que me quitara.

-¿Qué?- alcanzó a murmurar pero sus palabras se perdieron en un suave gemido de placer

-Levanta la cadera- le dije con voz muy baja y dulce

Ella levantó sus caderas, sin decir nada y yo aproveché para quitarle su calzoncito

Comencé a lamer su clítoris y ella empezó a gemir ritmicamente.

Tan enfrascado estaba disfrutando lo que hacía que me olvidé de su madre por completo. Sin embargo, M al salir del baño me llamó por mi nombre. Su hija, también la escuchó y me separó brúscamente de entre sus piernas. Caí de la cama y me oculté bajo la misma en el instante mismo en que su madre entraba a la recámara.

-¿Qué haces?- gritó sorprendida M mientras su hija le respondía molesta algo que no entendí.

Estuvieron discutiendo las dos sobre la cama y yo muerto de angustia bajo ella.

Le preguntó por mí y S le contestó enojada que ella no sabía nada.

Finalmente, su madre salió enojada de su recámara para ir a buscarme. Escuché el portonazo del jardín y fue cuando me animé a salir de abajo de la cama.

Con todo lo que pasó, sólo pensé en salir a toda prisa de la recámara pero, S me detuvo con una mirada sugestiva mientras decía:

-Se fue a casa de mi abuela a buscarte- Y añadió- ¿No quieres seguirle?

-Claro que sí- Alcancé a decir antes de arrojarme a seguir lamiendo su vagina




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Categoria
Heterosexuales

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