El Abuso III
( Relatos Orgias )


El Abuso (Parte III)

   Me desperté ya habiendo amanecido con las sensaciones, nuevamente, de que me recorrían todo el cuerpo. Cuando me terminé de despejar y recordé que había estado sucediendo en las últimas doce horas, me di cuenta también de que estaba sucediendo nuevamente. Estaban un par de ellos limpiándome el cuerpo con unas toallas húmedas que habrían sacado del baño y, aprovechando también para sobarme, me retiraban todos los fluidos secos del cuerpo, no así los de la cara y pelo. Sorprendida me di cuenta de que estaba mamando uno de los descomunales miembros que uno de ellos habría puesto en mi boca estando yo aun dormida, el cual estaba succionando como un bebe desde mis despertares. Me habían puesto en el borde de la reposera con mi cuerpo apoyado sobre mis espaldas y mi cabeza por fuera y colgando hacia atrás y, supongo que por instinto, yo le seguía haciendo la mamada a ese pedazo de carne que entraba y salía de mi boca. Aunque en realidad, sabia que quisiera o no tendría que hacerlo, la labor consistía en apretar semejante miembro con mis labios y lengua mientras él, en cuclillas desde detrás de mi cabeza, me penetraba como si fuera una relación sexual. De hecho, por momentos me provocaba arcadas ya que en su excitación tendía a penetrarme profundamente hasta llegar a mi garganta, recorrido que no era ni un cuarto de su miembro pero que resultaba suficiente para asfixiarme.
   Mientras pensaba en esto, un suspiro se me escapó de la garganta provocado por una sensación de excitación sexual que, en un primer instante, creí era por las cuatro manos de los dos negros que me sobaban, ya sin los trapos y además con sus lenguas y bocas. Pero luego me di cuenta de que el cuarto, al cual por no poder levantar la cabeza no veía, me estaba dando una penetración vaginal con su húmeda lengua a la vez que me masajeaba en círculos el clítoris y el anillito de mi orificio posterior con sus enormes y tibios dedos.
   Luego de un rato, quien me estaba penetrando por la boca, me indicó que cuando él retirara su miembro fuera de mi boca, yo tenía que aprovechar para tomar una bocanada de aire, y así, él intentaría pasar la inmensa cabeza de su miembro por mi garganta. Por lo que, luego de algunos intentos que casi me asfixian, resultó una labor bastante coordinada en la que el retiraba su miembro casi fuera por completo y una vez que yo tomaba aire, para lo cual no me daba mas que uno o dos segundos, él lentamente presionaba la punta de su miembro hacia mi garganta, la cual por la posición en la que me encontraba, es decir con mi cabeza tirada hacia atrás, no se le hacia tan difícil penetrar. Y luego de unos segundos de presionar, suficiente para que se me comenzara a acabar el aire, se retiraba hacia atrás para dejarme recuperar la respiración, tomar una nueva bocanada y penetrarme nuevamente. Movimiento que a medida que lo repetía, y yo aprendía a relajar mi tráquea, le permitía en cada intento llegar cada vez un poco más profundo, llegando así, para mi asombro, a meter quizás mas de la mitad de si en mi boca y garganta.
   Para ese momento, uno de los dos que me había estado sobando el cuerpo, que era el del miembro descomunal, se fue a sentar por allí y el otro aprovechando la disponibilidad de mi cuerpo empezó a masturbarse su miembro con mis pechos, o mejor dicho, apretó la base de su aparato con mis senos y llevó mis manos hasta la parte que asomaba por fuera para que sea yo quien lo masturbe. Así, mientras trataba de realizar estas dos actividades, lo cual no me resultaba nada fácil, empecé a sentir como ahora el que estaba allí abajo, en mi sexo, había pasado a utilizar su lengua para penetrarme analmente y metía dos de sus dedotes en mi vagina, y digo dedotes por que cuando los nudillos de aquellas manos entraban en mi, no tenían nada que envidiarle a un pene verdadero de tamaño normal, lo cual para mi vergüenza, pero también para mi fortuna, se veía facilitado por la humedad que yo misma generaba con los fluidos de mi cuerpo.
   Luego de un rato de estar haciendo esto, quien me penetraba oralmente me dijo que tome una gran bocanada de aire por que me acabaría directo por la garganta, yo me asusté por que pensé que me ahogaría antes de que termine, pero no había demasiada posibilidades de discusión. Así que respiré lo más profundo que pude, cerré los ojos y luego de que, habiéndose ya incrustado en mi garganta, comenzara a masturbar lo que quedaba afuera de su miembro, sentí como esa aparato se ensanchaba en mi garganta y esa leche espesa a la que ya me estaba acostumbrando pasaba directo a mi estomago como un surtidor de combustible que me cargaba por completo. La eyaculación duró varios segundos, así que cuando retiro su miembro fuera de mi garganta, pero no fuera de mi boca, tuve que tragar lo que aun seguía saliendo para despejar mis vías respiratorias y tomar aire de una vez.
   Luego de ver que no se retiraba, intuí que estaba esperando a que le limpiara con mi boca y lengua, así que sin producirme prácticamente nada de asco, ya que en las últimas horas se había convertido una práctica habitual, retiré esos restos que le quedaban, sobretodo en la zona del glande, los cuales simplemente tragué junto con mi saliva.

   Para ese instante, los otros dos ya no estaban sobre mi cuerpo y quien había estado masturbándose sobre mis pechos se sentó entre mis piernas y mi dijo.

-        Mírame bien por que voy a ser el primer negro en tu vida.

Lo cual no entendí en un comienzo, pero se me aclaró completamente cuando, colocado entre mis piernas, las separó y llevó mis rodillas casi hasta mis hombros con claras intenciones de penetrarme, ahora si, con su pene. A mi se me llenaron los ojos de lagrimas e instantáneamente comencé a gimotear. Si bien me había adaptado a realizar, o dejar que me realicen, un sinfín de cosas que jamás se me hubiera cruzado por la cabeza hacer con nadie, aun hasta ese momento estaba con la esperanza de que no tendría que cobijar dentro mí a ninguno de esos seres. Para una chica, y más de mi edad, dejar que un hombre esté dentro de una es algo muy especial y yo no quería que ellos lo hicieran. Además, si bien no era virgen, sabía que cuando me introdujeran semejantes “cosas” me harían ver las estrellas con la dilatación.

-        No te preocupes niña, no tengas miedo. Se que no estas acostumbrada y se que antes o después te va a terminar gustando.
-        No…snifff… Por favor, no lo haga… se lo pido…sniiif… si quiere sigo haciéndoselo con la boca… snif, snif… pero no me haga eso…
-        Tranquila, te la voy a meter lentamente y vas a ver como después de un par de entradas y salidas empiezas a gozar.
-        Nooo, por favor... se lo pid… nnggghhhhahhhh, más despaciooooo… naaagggghhhh…

   Y ya fue tarde, ese descomunal aparato entraba por mi intimidad, y yo con la cabeza tirada nuevamente hacia atrás, y mordiéndome el labio inferior para no gritar, sentía como el contorno de ese invasor glande se internaba en mí. Si bien la sensación de lleno ahora sí que era descomunal, no se si por las penetraciones que me habían estado haciendo con sus dedos, por ya haber tenido algún orgasmo, por estar más que húmeda, o no se que, pero la cuestión es que si bien la sensación de invasión era sicológica y físicamente fuerte, por lo menos no sentía tanto dolor como creí que tendría en un principio.
   Sujeta con mis manos de los laterales de la reposera, incline hacia delante mi cabeza para ver cuanto más de esa tortura faltaba y vi que el negro, que no se recostaba en mi, sino que se sostenía con sus brazos apoyados a mi lado y extendidos, con lo cual yo podía ver entre medio de nuestros cuerpos, ya había introducido más de la mitad de su hombría en mi interior. Yo, con mis rodillas a la altura de su cintura me quedé observando como, para mi total asombro, esa extremidad desaparecía en mi interior, y aliviada dejé caer mi cabeza hacia atrás para tomar nuevamente aire no pudiendo creer que dentro de mí hubiera tanto espacio.

-        Has visto mi niña que no era para tanto, ya la tienes adentro.
-        Por favor, no te muevas que aun me haces daño.
-        Tranquila que falta un poco aun.
-        Eh ???... Basta, ya está toda, ¿Qué más quieres?

   Me arrastro hacia el hasta que mis caderas quedaron en el aire por fuera de la reposeerá y llevando mis rodillas nuevamente contra mi, hasta que casi tocaban mis hombros me penetró aun más profundamente sintiendo, ahora si, como el extremo de ese inmenso gusano Empujaba con su punta mi matriz contra mi estómago.

-        Deteeeente… iiiinnnnhgggg….
-        ¿La sientes?
-        Siiiii… saaaaaaalteee… retrocede, por favor, auuuccchh.
-        Ya vas a pedir que no te la saque.

   Y lentamente comenzó a retirar a ese monstruo de mi interior, lo retiro hasta que su cabeza quedaba nuevamente cobijada entre los labios de mi vagina, esperó unos instantes para que me recuperara, y comenzó a penetrarme nuevamente, ya sin la incomodidad anterior pero aun resultándome un esfuerzo descomunal el recibirlo. Luego de unos eternos minutos en los que, para mi fortuna, se tomaba su tiempo dejando que pudiera adaptarme a semejante esfuerzo, ya estaba fallándome de lleno. Yo, con mi respiración sumamente agitada, mantenía mis piernas abrazadas a su cadera para tener de donde sujetarme cuando me penetraba muy profundo, y el moviéndose en forma natural ya usaba sus manos y boca para lamerme u oprimirme los pechos y apretar también mis muslos y nalgas.

-        Has visto que te acostumbrarías.
-        Nnghhh, despacio… más despacio…

   La verdad es que yo no quería que fuera más despacio por el dolor, el cual ya casi no sentía, la verdad es que sabia que si seguía penetrándome con semejante miembro y me seguía acariciando, tarde o temprano terminaría teniendo otro orgasmo, cosa que detestaría sucediera. Pero antes que lo hiciera yo, lo hizo él, después de que acelerara sus acometidas, lo cual me acercó bastante al orgasmo, comenzó a bombear sus semillas en mi interior. Podía sentir ese tibio líquido llenando mi conducto y salir escupido contra mi matriz. Y al fin terminó, sabia que vendrían los otros, pero ya era uno menos y además había aguantado el orgasmo.
   Luego de quedase dentro mío unos instantes, en los cuales ambos permanecimos inmóviles, salio de dentro mío y junto con él comenzaron a fluir hacia el exterior de mi vagina los líquidos que había depositado unos instantes atrás. Pero sin darme descanso, o mejor dicho, como si fuera una continuación del mismo acto sexual, otro de ellos tomó su lugar.
   Introduciendo su miembro, que era de similar tamaño, comenzó a penetrarme directamente con ritmo normal sabiéndome mojada y lista. Su vaivén era distinto, sentía como su miembro presionaba más contra el lado derecho de mi interior, no se si por que miembro tendría forma distinta o por que él buscaba ese efecto, pero fuera por lo que fuera, el resultado era que el contorno de la cabeza de su miembro rozaba en todas las penetraciones con mi punto G, así que luego de unos instantes de penetrarme, y habiéndome agarrado ya bastante excitada por quien había estado en su lugar antes, fue cuestión de segundos hasta que me llevara a las puertas de un nuevo orgasmo. Orgasmo que, sabiéndolo inevitable, quería se produjera de una vez para librarme de esa sensación de excitación que me producía, y que me avergonzaba que así fuera.
   No se si mi cuerpo se había puesto en mi contra, pero ahora que quería que respondiera como sus instintos le marcaban, haciéndome acabar de una vez, me prolongaba la cruel agonía de estar eternamente a las puertas del orgasmo por inagotables momentos. Y no sé si, por querer acabar de una vez (espero que si), o si por la excitación, le empecé a susurrar a mi penetrante invasor.

-        Dámela, uffffff... si más rápido marica…

   En ese instante se detuvo, solio de dentro de mí y girando mí cuerpo me puso boca abajo con mis piernas separadas. En ese instante, temiendo lo peor, estuve por salir corriendo aunque eso me costara mucho más.

-        No te preocupes, no te estoy por hacer eso, relájate y eleva levemente tu vagina para poder penetrarte desde atrás.

   Esta nueva posición no me gustaba del todo, pero con el susto que tuve por un momento me resulto casi un alivio, y pensando que sería peor que se ensañe con mi agujerito posterior, obedecí elevando mis caderas para facilitar la penetración vaginal. Una vez que estuvo dentro de mí en su totalidad, me volvió a hacer bajar las caderas haciéndome juntar las piernas. Ahora, yo estaba recostada como si estuviera leyendo en la cama, con mis piernas extendidas juntas y mis cuerpo apoyado sobre mis codos mientras el me penetraba vaginalmente pero desde atrás pasando por entre medio de la parte posterior de mis piernas. Por la posición sentía ese descomunal miembro, pero ahora mucho más apretado en mi interior, y ya habiendo pasado el susto de unos instantes atrás, lo cual me retrotrajo levemente en mi excitación, ya sentía nuevamente el insipiente orgasmo y llegaba a la conclusión de que aquel miembro no acariciaba mi punto G por su forma, sino que quien me penetraba buscaba eso. Yo, que a esa altura, yo gesticulaba con mi rostro como típicamente lo hacia cuando me masturbaba, y que gimoteaba, en parte por la fuerza que ese miembro hacia contra las paredes de mi vagina, pero principalmente por que estaba ya comenzando a tener el orgasmo, vi como uno de los otros hombre, se sentaba delante mío con las piernas separadas una a cada lado de la reposera, y dejaba ante mi ese descomunal aparato, y digo descomunal no por reiterar sino por que este era quien había acabado en mi pecho la noche anterior, era el poseedor de esa inmensa extremidad que deseaba no tener que cobijar dentro mío nunca.
   No necesité demasiadas instrucciones para saber que quería, y así, sujetándolo con las dos manos, una en la base y la otra por la mitad, la que deslizaba de arriba a abajo para excitarlo, me sumergí de lleno con mi boca en la parte que sobresalía y que ya no tenia con que sujetar, lo cual era más de lo que podía engullir con mi boca.
   Y fue cuestión de minutos hasta que el orgasmo se desató en su máximo esplendor, empecé a sentir ese tremendo orgasmo que amanecía como uno mucho más feroz que el de la noche anterior. Yo ya no gimoteaba sino que decididamente estaba gimiendo como una posesa. Me aferraba con manos y boca a ese miembro intentando no hacer el espectáculo que sabia estaría haciendo, pero resultaba imposible evitar. Ya llevaba mas de un minuto de mi orgasmo, cuando entre medio de mis propios gemidos y gritos de placer, sentí que quien me penetraba estaba volcando algún tipo de lubricante en mi orificio anal facilitando la penetración que comenzó a hacerme por allí con dos de sus dedos sin dejar de penetrarme en forma vaginal. Y he de reconocer que, no se si por estar en medio de un orgasmo o por que el lubricante realmente surtía efecto, pero no me causaba dolor alguno el que me lo hiciera. De hecho, hizo que mi orgasmo resultara ser la experiencia más feroz que habría pasado hasta ese momento.
   Ya habrían pasado dos o tres minutos y yo seguía gimiendo mientras el orgasmo más largo de mi entera vida me volvía algo así como una ninfómana que arremetía con su boca sobre lo que me entraba de aquel descomunal aparato que lamía y masturbaba, gritando sobre él como si de un micrófono se tratara, y a la vez elevaba mis caderas para, poder apretar ese miembro con los músculos de mi vagina, y para sentir más profundamente los dedos que ingresaban por mi retaguardia. Y como si todo esto fuera poco, también a quien me estaba penetrando, le llegó su hora. El sentir ese miembro, que me penetraba en una de las posiciones más apretadas que podría hacerme, y que ahora además se dilataba dentro mío mientras escupía su semen en mí, me terminó de dar el empujón que me faltaba, para finalizando un orgasmo de casi cinco minutos, perder nuevamente el conocimiento gracias al placer (no pedido) que esos sujetos me daban.

Continuará…




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