Con la bombacha enlechada
( Relatos Cuerno )


Me llamo Santiago. ¡Buenos Días! Voy a contarles una historia de infidelidad, aunque debo aclarar que a sabiendas que el hecho factico existio en mi la reacción emotiva es supongo un poco distinta a lo que se considera debe ser la más habitual entre los hombres que pasan por esto.
En realidad no disfruto ni sufro ante la evidencia de saber a mi mujer empernada por otro hombre, en realidad por más que he mirado y buscado dentro de la concha de mi mujer jamás vi en ese agujero un cupido con su flechita apuntándome. Siempre he pensado que el amor es uno de los desencadenantes del sexo, pero no estoy seguro de que el sexo sea desencadenante del amor.
Yo amo a mi esposa y no voy a negar que me encanta cogérmela, pero cuando la estoy bombeando pienso en gozármela y que ella me goce, en cuanto ella se baja la bombacha me olvido del amor y me acuerdo de lo puta que se pone cuando la clavo con mi dedo mayor en su orto. Es como comer dulce de leche, lo como porque me gusta no porque lo ame.
Muy bien hecha esta introducción para que conozcan el perfil de lo que les voy a contar paso a los hechos.
Mi mujer se llama Mirta, en estos días va a cumplir sus 37 años. Es gordita (algo más de 100 kilos), muy culona y tetona, rubia teñida y se pintarrajea.
Trabaja en una empresa de seguros en un puesto administrativo menor archivando papeles y ese tipo de cosas.
Desde hace unos días está limpiando un archivo y para hacerlo más cómoda se queda después del cierre de la empresa 2 o 3 horas.
El viernes pasado me conto que era el último día y que se llevarían todo el papel en desuso, que la empresa había contratado a un peón para sacar las cajas a un patio trasero desde donde, a la mañana siguiente, un camión las retiraría.
Esa noche llego más tarde que nunca y algo rara, inmediatamente sospeche algo, Mirta entro al baño inmediatamente después de llegar y como yo soy un voyeur perverso hijo de puta no me pude resistir y mire por el ojo de la cerradura, no la podía ver, apenas si notaba su sombra y algo volando al canasto de la ropa, mi área de visión abarcaba una parte de ese canasto vi que su mano revolvía dentro como acomodando algo.
Luego oí la ducha y supe que Mirta se estaba bañando, me quede en la sala mirando televisión hasta que ella salió, cubriéndose con un toallón, vino a la sala, me beso y me dijo que iba a prepararse algo a la cocina para comer.
Cuando fue a la cocina corrí al baño y busque en el canasto, la encontré echa un bollito en el fondo, era lo que me imaginaba su gran bombacha, no tarde en comprobar los grumos de leche en el interior de calzón.
Mi primera reacción fue cagarme de risa, Esa noche se habían garchado a mi esposa, me la imagine empomada vaya uno a saber por quién y me divirtió la travesura. También me invadió una curiosidad incitante.
Me dieron ganas de divertirme y de paso poner más arriba la medida del engaño de mi mujer haciéndola contarme la intimidad de su entrega.
Fui a la cocina, me le acerque por detrás y tomándola de la cola de su cabello le hice levantar la cabeza y le pregunte sin preámbulo:
-        Putona… ¿Quién te cogió?
Se quedó paralizada de la sorpresa…
-        Que quee uhh ehhh que dices, ¿estás loco?
-        Mira… Mirta… te prometo que lo que me digas no va a crear ningún problema… no va a haber un escándalo ni un reproche, es más terminaremos riéndonos juntos, pero me parece que lo que tenés para contar es demasiado morboso para dejarlo pasar. Regálame esta historia y veras que será muy excitante para los dos.
Todavía Mirta ensayo un último intento por negar su aventura, pero tajantemente la interrumpí.
-        Con los detalles Mirta, por favor.
Hizo un silencio y comenzó a narrar con voz tímida.
-        No sé porque paso, cuanto tome conciencia nada tenía vuelta atrás. Comenzó esta mañana, como te conté fue un peón que la empresa contrato para sacar unas cajas de archivo viejas, para no hacerlo en horario de oficina mi jefa me indico que hasta que se vaya toda la gente acomodáramos las cajas dentro del archivo para después de hora el peón las saque al patio trasero.
Yo marcaba las cajas y Tello, ese es el apellido del peón, las prepararía para sacarlas luego.
Estuvimos hablando mientras trabajábamos y así supe que Tello es boliviano, tiene 45 años y es casado, y también le conté sobre mí y así estuvimos conociéndonos.
Pasado el mediodía paramos a comer unos sándwiches ahí mismo, en mi escritorio, y continuamos charlando, Tello utiliza muy bien el doble sentido y lo introducía a menudo en nuestra conversación.
Ya, por las 3 de la tarde sus comentarios con doble sentido se hicieron más sugerentes, demostraba una calentura inocultable que me lo hacía cada vez más atrayente. A cada instante yo iba perdiendo un poco más mi control relegando a un lugar cada vez más distante mi pudor de mujer casada.
Comencé a responder sus dobles sentidos con otros doble sentidos, le miraba sin disimulo su ya marcada bragueta que se mostraba cargada de pija.
Ya ambos habíamos puesto las cartas sobre la mesa, yo le sentía a él ese olor tan especial a macho alzado y el, seguramente olfateo mi concha en celo.
A las seis de la tarde los empleados de la agencia comenzaron a retirarse y poco a poco fuimos quedando solos.
No estaba nerviosa, pero en mi había una sensación de deseo indisimulable, no me cabía duda que no iba a tardar demasiado en acontecer lo que estábamos predestinando entre el peón de carga y yo. Me sentía verdaderamente una perra que se dejaba cortejar anhelante por un macho naturalmente procreado para demostrar quien coge y quien se deja coger.
El primer contacto fue su mano en mi nalga, no dije nada solo me reí nerviosa por el grado de calentura que me dominaba.
Aunque Tello demostraba no ser tímido con las mujeres tal vez por la ansiedad o por el instinto de calentar más a mi cortejante me agache a buscar supuestamente algo en una caja dejándole mi gran culo a su disposición haciendo que se levante un poco mi pollera presentado mis nalgas gordas desnudas ante sus ojos.
Y vaya si lo dispuso, no tardo ni segundos en apoyarme el bulto en mis ancas.
Yo, ya entregada, no solo me dejaba hacer, sino que además, comencé a abanicar mi cola sobre la bragueta del hombre. Él se volcó sobre mí y acercándose a mi oído me confeso que estaba muy caliente por mí, que tenía muchas ganas de cogerme y que por eso su pija estaba durísima.
Siempre moviendo mi cola contra su pelvis le respondí que yo necesitaba esa pija gorda que me estaba apoyando.
Me manoseo las tetas durante un rato luego se separó de mí, di vuelta la cabeza para mirarlo ya instalada en cuatro patas como una perra, vi que se desprendía el pantalón y lo dejaba caer, del calzoncillo se le salía parada, dura, venosa una cabezona verga mucho más grande que la tuya.
Me dijo que se la chupara y me abalance con desesperación para tragármela, se la chupe como si fuera la última pija de la tierra, le lamí los huevos duros y colmados. le mame con ganas su pito, pero evidentemente no le alcanzo, se fue poniendo cada vez más dominante y sus manos comenzaron a empujarme la cabeza para clavarme esa pija cada vez más dentro de la garganta.
Después de varios minutos de bombearme la boca, la pija de Tello era verdaderamente un hierro al rojo vivo, me dijo que iba a cogerme, no teníamos forros pero ni pensé en retirar mis agujeros, mi hambre de verga era más grande que el miedo a las enfermedades, era el único riesgo ya que como tú sabes yo no puedo tener hijos.
Me pidió que me ponga en 4 patas y fue detrás mío, me subió la pollera hasta la cintura y me bajo la bombacha, me pincelo la concha varias veces con su herramienta, me dio dos o tres nalgadas y comenzó a darme, me la metía lentamente al principio, acelerando rápidamente sus bombeos hasta que en minutos me cogía duramente dándome fuertes estocadas, yo gemía con cada arremetida mientras el a mis espaldas resoplaba como un toro dándome su duro ariete, tuve 3 orgasmos y el no acababa, en medio del tercer orgasmo me pidió el orto, en las convulsiones del éxtasis de la acabada le hice que si con la cabeza. El boliviano no perdió el tiempo, me escupió el culo se aceito la pija con los jugos de mi concha y guiándola con la mano me la fue hundiendo en el agujerito de atrás.
-        Estaba grande y me ardía, pero mi culo se abrió irremediablemente a la potencia viril del peón, en pocos minutos mi ano había sido vencido y se abria rendido al gallardo visitante, el comenzó a pistolearme bien el culo, me daba sin piedad, me cago a vergazos durante media hora y ambos en el paroxismo acabamos entre gritos, mientras me llenaba de leche Tello me dijo entre jadeos lo mucho que le había gustado culearme y que me había portada como hembra bien puta y complaciente.
Nos pareció escuchar un ruido, así como estábamos él se vistió y yo me alce la bombacha.
Terminamos el trabajo, y me vine a casa.
Así Mirta termino de contarme su aventura, me miro expectante esperando un comentario mío.
Explote en una carcajada y le dije:
                      - Sí que eres una gran puta.
La agarre del pelo y la lleve al baño le arranque toallón y le abrí las nalgas, su culo estaba rojo y abierto y sus nalgas marcadas seguramente de las nalgadas que le dio el peón mientras se la cogía.
Me saque la pija y la comencé a mear en las nalgas, ella me puteaba pero no se resistía mucho, también le orine la cara y la nalguee durante un rato, me puteo un rato más, luego me miro, ambos largamos una carcajada. Nos besamos y me pregunto si quería un café.




Escriba aquí su comentario sobre el relato:

Opps! Debes iniciar sesión para hacer comentarios.

Detalles



Nombre do Relato


Codigo do Relato
5363

Categoria
Cuerno

Fecha Envio


Votos
1

Relatos enviados por el mismo usuario

4614 - Los descuidos de Ana