Paola con el plomero en casa...
( Relatos Heterosexuales )


Paola con el plomero …
Hola soy Paola y vuelvo a comentarles algo que me sucedió en casa.
Aclaro que mi casa es un infierno vivimos muchos, es grande la familia y cada uno trata de tener su cuarto. Desgraciadamente se rompió un caño en el baño y debí llamar al plomero, ya que fui yo la que parece que lo rompí.
Esperando que llegara el plomero, abrí la puerta de mi cuarto y asomé la cabeza al pasillo. A Salvador y a su sobrino (creo que se llamaba Martín, pero no recuerdo bien) se les oía
trajinar en el baño. Mi casa tiene un largo pasillo a lo largo del cual
se van distribuyendo las habitaciones. Uno de los baños, el que yo usaba con mi niña, estaba en el extremo más alejado de la puerta de entrada a la casa y mi habitación más o menos por la mitad el pasillo. Y como la puerta del baño estaba abierta, desde mi
posición pude ver cómo trabajaban los plomeros. Salvador estaba inclinado
sobre la mesa, así que solo podía verle las piernas, pero a su sobrino si podía
verle bien. Le calculé unos veintitantos años. No es que fuera una belleza, pero
tenía un cuerpo muy bien formado…bastante apetitoso para una chica de mi edad.
Así que ya que estaba sola, aburrida y harta de esperar, decidí… divertirme
un poco. Algo, no sé…por entretener a mis hormonas.
Volví a meterme en mi cuarto y me dirigí al espejo de la cómoda. Como hacía calor yo llevaba unos pantaloncitos muy cortos, que me parecieron bien para mi propósito, y una remera top que revelaban como nunca mis tetas de madre, bastante escotada, perfecta. Pero había algo que fallaba…el corpiño. Me lo saque y la visión que me devolvió el espejo me gustó mucho más. Mi tetas parecían querer salirse de la ajustada camiseta (tengo bastante busto, aunque siempre he querido tener más). Di unos cuantos pasos hacia atrás y avancé hacia el espejo, fijando mi vista en unas bamboleantes tetas que me convencieron de su poder hipnótico. Me descalcé y me solté el pelo, que lo llevaba atado en una cola.
Suspiré. Todo bien. Adelante, pues.
Volví a salir al pasillo y me dirigí con paso decidido hacia el baño, pero justo cuando me quedaba menos de 2 metros de pasillo para llegar, oí cómo Salvador le ordenaba a su sobrino ir a la casa de sanitarios a recoger no-sé-que-cosa para las cañerías. Llegué para ver cómo el muchacho salía de la cocina y avanzaba por el pasillo sin apenas mirarme. Bueno, si, me miró…las tetas, por supuesto. Pero ni siquiera levantó la vista o se paró. Sin embargo no me desanimé, pensando que como no tardaría en llegar, pues no pasaba nada si le esperaba en la cocina, tomándome un cafecito o algo… para hacer tiempo.
Entré y saludé a Salvador…
-" Salvador…hola "
-" ¡Hola Paola! Tú por aquí! ¿ya saliste del
encierro?"
-" Pues si…, voy a tomar algo, ¿gusta un café?"
-" Bueno, me tomaría una cerveza bien fresquita".
Mientras sacaba la cerveza de la heladera y calentaba el café en el microondas le observé. El caso es que no estaba nada mal aquel hombre… un poco…bueno, no…BASTANTE mayor para mí, pero mis hormonas al parecer aquel día no atendían a razones. Me percaté de que él me miraba de reojo y le noté nervioso. Normal. Mis pantalones eran tan cortos que me llegaban al inicio de los muslos y tan pegados que se me notaba bastante la forma de mi sexo. Y encima sin sostén. Eché una cucharada de azúcar al café y al mirar hacia abajo, vi que tenía los pezones a punto de romper la tela de la camiseta. Me avergoncé un poco, porque además me noté húmeda. Y eso que llevaba una bombachita puesta.

-" Y bueno, Paola…contame, ¿ya tenes pareja?
Mi sobrino me dijo hace un rato que estabas muy buena, pero el pobre es muy tímido.
-¿Ya lo conoces, no?"
-"Si…"
-" ¿Y qué te parece?"
-" Que está bien.."
" ¿Bien?" jajaja- "¿solo bien?"- jajaja.

Me giré hacia él y le alcance la cerveza. Salvador alargó la mano para cogerla y vi que le temblaba ligeramente. Me estaba mirando las tetas.
Yo saqué más tetas todavía, vamos, que las "eché para adelante", como se suele decir, en un
movimiento reflejo, porque en seguida me arrepentí, ya que él levantó la vista y me miró. Casi será decir que me clavó la vista. Una mirada inquisitiva.
Una mirada que me calentó.
Entonces ya no respondí de mis actos. Me sentía como una leona enjaulada, ardiente, con unas ganas terribles de garcharme todo. Me acerqué lentamente hacía él sosteniéndole la mirada y alargué una mano hacia su pecho. Lo noté duro, fuerte, y comencé a deslizarla hacia arriba hasta tocarle el hombro, el brazo… y su tacto me excitó más aún. Salvador seguía mirándome fijamente, sin moverse, sin apenas atreverse a respirar. Yo volví a dirigir mi mano hacia su vientre y la fui bajando hasta tocarle el bulto por encima del pantalón vaquero. Tenía un paquete enorme, su tacto a través de la tela me hizo estremecer. Entonces Salvador se retiró, dio un paso hacia atrás y dijo algo así como que él podría ser mi padre.
Yo, a mi vez, avancé, salvando la distancia que él había establecido y me apreté contra su pecho, sintiendo la dureza de su verga a la altura de mi bajo vientre, respirando el olor a su sudor. Le puse ambas manos a los lados de las caderas y le apreté más contra mí. Y ese fue el resorte.
Reaccionó tomándome de la cintura y poniéndose de espaldas en la amplia mesa de
la cocina.
-" Serás putita… ¿qué es lo que quieres,
niña?".
Lo dijo jadeando, tratando de controlar una situación que ya se le había escapado de las manos. Pero yo, a pesar de ser joven, sabía que a los hombres les gusta el papel de "machos dominantes" y mostré como que me dejaba hacer. Total, mi objetivo se iba a cumplir, la forma me daba igual, corría de su cuenta, él era el experimentado… y esa idea me excitó tanto…
Mi respuesta fue tomarlo del cuello y atraerle hacia mis labios, pero él rehusó. A cambio me agarró la vieja camiseta por el escote y de un tirón la rompió dejando en plena libertad a mis pechos, que salieron disparados. Hundió la cabeza entre mis senos y agarrándomelos con las dos manos comenzó a lamerme, para luego dedicarse a chupar alternativamente mis adoloridos pezones. Yo estaba tan excitada que creí que me moría. Tenía ganas de que aquel placer durara siglos, pero Salvador no parecía estar apurado, porque comenzó a bajarme trabajosamente los pantalones mientras me comía las tetas que estaban por reventar..
Cuando por fin lo pantalones cayeron al suelo yo me abrí de piernas todo lo que pude, gimiendo y maldiciéndole, y no sé de dónde me salió aquella vena tan agresiva, pero lo cierto es que en toda mi vida sexual anterior jamás he estado tan excitada como aquella vez. Me metió los dedos por la concha, comprobó satisfecho lo caliente y húmeda que estaba, y celebrándolo con un gruñido se inclinó y le dio un par de lamidas a mi hinchado clítoris
mientras se bajaba el cierre y sacaba una enorme pija, dura como una
piedra que me dejo embobada.
Me penetró sin miramientos. Al principio solo metió, casi apoyando simplemente, la punta de su pija entre mis labios vaginales, pero ante mis quejidos decidió no andarse con ceremonias y comenzó a salir y a entrar de mi concha con una facilidad pasmosa. Yo no sabía dónde agarrarme, sentía unos irrefrenables deseos de morderle… hasta que me llegó el primer orgasmo. Y un segundo y un tercero … hasta que él me la saco. Sacó su enorme verga de mi conchita y, con un grito contenido, me acabo como si fuera la primera vez, rociándome de lechita caliente los muslos y el pecho.
Se apoyó con las dos manos en el borde de la mesa, mientras yo estaba agotada. Estaba rendida y lo mejor es que mis nervios habían desaparecido por completo. Cerré los ojos y ya comenzaba a abandonarme a un agradable sopor cuando noté cómo Salvador se subía el cierre y me tiraba los pantalones a la cara.

-" Paolita, anda vistiéndote que mi sobrino
no tardará en llegar.
-¡¡Vaya, pendeja tremenda puta que estás
hecha!!… Hace años que no cojo así!!…
-Por cierto, ¿sigues interesada en conocer a mi sobrino?".


Le respondí que sí, me bajé de la mesa y le di un beso en la mejilla. Entonces tocaron a la puerta de entrada y salí corriendo a mi cuarto, para vestirme. Me lavé un poco, me puse un vaporoso vestido de verano y me dirigí de nuevo hacia el baño…
Próximamente les contare si me pude coger al sobrino de Salvador.




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Detalles



Nombre do Relato


Codigo do Relato
5169

Categoria
Heterosexuales

Fecha Envio


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