Mi primera reunión
( Relatos Voyerismo )


Ahí estaba yo, a la edad de diecisiete años, presidiendo una reunión de mis padres; para hacer exacta, de los inversores en la compañía de mi padre. No recuerdo por qué, pero tuvieron que dejarme sola con un grupo de cincuentones para animarlos. De tenerlos a gusto, dependía que papá consiguiera inversores o no. Al principio pude entretenerlos con algunas canciones, pero sabía que no era suficiente. Y quedó en claro cuando el mayor de ellos se levanto para despedirse.

-        Bueno, ya se hizo tarde y tus padres no sé a dónde han ido, así que me marcho.

Un golpe de creatividad de mi parte consiguió detenerlo.

-        No, espere, también sé bailar, ¿sabe?

Entonces coloque un disco de Joe Cocker y empece a bailar. No tenía idea de lo que hacía pero procure que mi baile fuera lo más sensual del mundo. Debía sacarle jugo a mis clases de tango y danza árabe. Mi cuerpo se movía cadencioso, al ritmo de la música, dejaba que mis caderas se llenaran de euforia con cada golpe que daban al aire. Nunca había visto una bailarina de tubo pero pensé que seguro me vería como alguna de ellas. Mi pelvis oscilaba de atrás hacia adelante, dejando que mis nalgas se explayaran.

Los cincuentones regresaron a su asiento y a sus copas. Sus miradas eran vidriosas llenas de lujuria, sus lenguas se relamían los labios, y sus respiraciones se iban agitando. Mientras, Yo, me bamboleaba con la música. Era consciente de que los había atrapado. Pero en esa misma trampa había caído yo. Me encantaba ser observada, me encantaba tener la vista de todos puesta en mí. Sin pensarlo fui más allá. Empecé a juguetear con el tirante de mi vestido bajándolo para dejar descubierto mi hombro, después vino el otro. Ambos tirantes quedaron colgando, balanceándose al compás de mi cuerpo, sus movimientos prometían hacerse esclavos de la gravedad y caer más y más.

Me deshice del vestido. Era un vestido violeta, corto, tan corto que todo el tiempo había estado mostrando mis piernas largas y esbeltas. Deje que los tirantes continuaran su camino y se llevaran con ellos el resto del vestido, quede mostrando mi ropa interior, un bra y una tanga blanca. El ritmo había cambiado, ahora era un tango “por una cabeza”, y me resulto graciosa la relación, aunque en realidad eran cinco, cinco cabezas, diez si nos ponemos exigentes.
Los cincuentones se arremolinaban en sus asientos, la mirada avispada y las ganas a flor de piel. Yo iba de un lado al otro de la sala deslizándome en ropa interior y tacones. Recordé muchas otras miradas que alguna vez había sentido, la de los chicos en la escuela, la de los hombres en la calle, la del profesor de matemáticas, la de mi tío Alberto, la de mi padre (no estoy segura), en fin, pensé que tenía a todas esas miradas junto con la de los cincuentones puestas en ese momento.

No podía parar, se había posesionado de mí un demonio que me zumbaba al oído y decía “sigue, sigue”. Primero fue el bra. Al mismo tiempo que me libraba de él, y dejaba libres mis tetas, grandes, lechosas, oscurecidas de la aureola, los cincuentones lanzaban exclamaciones. Me acerqué a ellos, rosando con mis pezones sus bocas y bigotes, tentándolos con la carne joven, turgente y deseosa. Mis pezones se habían levantado para retarlos para que se llenaran sus ojos y sus bocas con ellos. Algunos tomaron mis tetas con sus manos, las acariciaron, las apretujaron, las besaron. Después deje que uno de ellos me quitara los calzones, las voces de los otros corearon. Me comían con los ojos, se acercaron a acariciarme, a rozarme con sus manos, son su boca. Me tendieron en el piso y probaron de mí, de mi cuerpo, de mis axilas, de mi entrepierna.

Sus penes me acariciaban su calor me llenaba, se metían entre mis manos, en mis tetas, en mi boca. Me alimente de todos sintiendo como metían sus carnes por mis labios, sus dedos en mi vagina y en mi ano. Descargaron muchas veces sobre mi cuerpo llenándome de su simiente. Mojándome con su esperma, y yo seguía pensando en todas las miradas que habían tenido en sus pupilas mi cuerpo alguna vez, y cuantas veces no desearon hacer todo esto conmigo. Hacerme gritar, jadear, derretirme.

Gocé a cada uno de los cincuentones, al mismo tiempo en mi vagina y en mi ano, en mi boca y en mis manos, en mis tetas. Gocé que se corrieran en todo mi cuerpo. Mi papá consiguió los contratos de inversión. Regresaron cuando todos se habían ido. No preguntaron ni dijeron nada, y yo me cuestione si lo habían planeado, si intuían lo puta que sería su hija. A saber. Al día siguiente iría a la oficina de uno de los cincuentones, prometió darme un regalito. Ya les contaré. Mientras tanto lúbrico pensamientos.


Comentarios


HOLA ME ENCANTO TU RELATO ME GUSTARIA CONOCERTE PARA PODER COGER O POR LO MENOS PLATICAR COSAS EROTICAS TE DEJO MI CORREO israel_toluca_1991 ESPERO PODERTE CONOCER
perfil CALUC
Por:CALUC en: 22/01/2015


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Detalles



Nombre do Relato


Codigo do Relato
5013

Categoria
Voyerismo

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