Área de "descanso"
( Relatos Gay )


Área de “descanso”.
Hace unos días tuve que ir a Murcia a hacer unas gestiones. A la ida iba más apurado de tiempo, pero a la vuelta paré en un área de descanso de la autovía. En un principio por curiosidad, porque no tenía ni idea si esa área era zona cruising.
Había un turismo aparcado al borde de la cuneta y dos camiones detrás. Aparqué delante del turismo, me bajé de mi coche y fui caminando hacia la parte de atrás de los camiones, donde había visto una mesa con bancos de madera.
En el turismo no había nadie y en los camiones tampoco, por lo menos en la parte de las cabinas visible. Quizás estaban descansando o quizás no.
Me senté en el banco a fumar un cigarrillo y a observar el lugar así como posibles movimientos. Una valla rodeaba el perímetro de la zona de aparcamiento e intenté ver si había algún lugar desde donde se pudiera pasar al otro lado, que estaba repleto de arbustos y matorrales, pero no pude ver ningún agujero o puerta por donde se pudiera acceder.
No tardó mucho en aparecer de entre los arbustos un hombre de mediana edad, regordete, bastante calvo y con gafas, que salió de la zona de maleza a través de un agujero que había en la valla delante de mi coche y que yo no había visto antes. Se metió en el turismo que había detrás del mío y se fue. Por la prisa con lo que lo hizo me dio la impresión que ya iba servido.
Esperé un poco pensando que detrás de él saldría alguien más, pero no salía nadie, así que me fui para allá, atravesé la valla por donde él había salido y caminé unos pasos hacia unos arbustos altos. Nada más llegar al otro lado de ellos había dos hombres más recios y grandotes que el que se había marchado e inmediatamente pensé que esos eran los camioneros. Seguramente me habían oído llegar, pues estaban los dos de pie y quietos a unos dos pasos de distancia el uno del otro, pero les tranquilicé metiéndome una mano por debajo de los pantalones y agarrándome el paquete para que vieran que a mi también me gustan esos juegos.
Inmediatamente, los dos se sacaron las pollas, juntaron las bocas y empezaron a chupetearse las lenguas haciendo bastante ruido mientras se estiraban las pollas mutuamente con una mano y con la otra se pellizcaban los pezones que se podían ver, pues los dos llevaban camisas de manga corta desabotonadas que dejaban sus velludos y voluminosos pechos al descubierto. Imaginé que eso era lo que estaban haciendo antes de llegar yo, porque lo hicieron al unísono, como si estuviera ensayado.
Los dos se veían fuertes y eran ambos más altos y grandes que yo, pero uno de ellos tenía una barriguita bastante pronunciada y tanto la polla que salía por debajo como los huevos se veían diminutos en comparación con su robusto cuerpo. La mano del otro la cubría completamente mientras le daba pequeños tirones.
(Si por casualidad estás leyendo esto y te sientes identificado, espero que no te molestes. Por lo que a mi respecta me gustan de todos tipos; con unas se juega de una manera y con otras de otra. Todas tienen su función!)
Esa misma mano me hizo el gesto que yo estaba esperando de ven y únete y señaló con el índice al lugar donde tenían sus vergas
No me hice de rogar; me acerqué, me arrodillé entre los dos y agarrando sus pollas una en cada mano las puse juntas hasta que los capullos se tocaron y las lamí al mismo tiempo dejando una buena dosis de saliva pasando a chuparlas las dos juntas hasta donde pude un par de minutos.
Tengo que reconocer que a esa distancia y en mi boca la polla del de la barriguita cervecera no parecía tan pequeña, aunque lo era bastante más que la del otro, pero lo que cuenta es que me entraba la punta de las dos en la boca sin problemas
En un vídeo clip de una página de Internet había visto un juego que se había quedado en mi memoria juguetona y aproveché esa situación para ver si funcionaba como aparentemente había funcionado en el video.
A mi, particularmente, me gusta que mi glande esté protegido por una buena capa de prepucio, ya que cuando lo destapo o me lo destapan, lo notó mucho más sensible y por tanto da más gustito. Imagino (solamente puedo imaginar) que las personas que no tienen esa protección lo deben tener más insensibilizado, aunque también creo que el tenerlo demasiado sensible tiene sus inconvenientes, ya que cuando me corro después de una larga y buena mamada, acostumbro a sentirlo hiper-sensibilizado y enrojecido, casi dolorido, y tengo que esperar si quiero más.
Estos dos velludos hombretones, por lo que parecía, tenían ambos los capullos ya muy acostumbrados a todo.   
Los junté los dos por la parte del frenillo y sin dejar de lubricarlos con mi saliva froté subiendo y bajando ambas pollas. Paraba de vez en cuando y me metía las dos en la boca hasta donde entraban y luego seguía frotando, cosa que por los ruidos que se oían por encima de mi cabeza estaba dando el resultado esperado, pues me pareció que preferían que se las frotara como lo estaba haciendo a que se las mamara, ya que cuanto más frotaba sus capullos más apretaban hacia delante hasta el punto que yo casi no podía mover las manos.
Al cabo de muy poco tiempo noté una cierta tensión por parte del de la barriguita cervecera y efectivamente, como era de esperar, se corrió llenando de leche sus barrigas, sus pollas y mis manos al tiempo que jadeaba mientras seguía chupando lengua más frenéticamente.
Uno. Ahora con todo lubricado con el semen de él, seguí sin parar hasta que casi enseguida también expulsó su leche el otro. Dos.
De entre los dedos de mis manos caían gotas de ese líquido blancuzco y espeso que tan bien conocemos. Ellos se echaron mano al bolsillo y sacaron un paquete de pañuelos de papel cada uno y con la habilidad del que está acostumbrado a estos momentos se limpiaron, pero yo, que también llevaba uno, no podía meterme ninguna la mano en el bolsillo tal y como las tenía. Los dos se dieron cuenta y me ofrecieron uno cada uno, que acepté con sonrisa de complicidad.
El más regordete fue el primero que se subió los pantalones y tirando el pañuelo con el que se había limpiado al suelo se marchó sin decir nada. (Es de buena educación decir por lo menos hasta luego o gracias a la persona que ha hecho que te corras y, por favor, no tires los pañuelos pringados al suelo. No te cuesta nada llevarlos a la papelera que suele haber en esos sitios.)
Antes de que el segundo hiciera lo mismo me bajé los pantalones y dejé al descubierto mi, hasta entonces, ignorada polla que había estado sufriendo lo suyo en silencio hasta tal punto que había dejado unas lagrimitas en mis calzoncillos. Le miré mientras me la meneaba un poco y él, nobleza obliga, se puso a mi lado, me puso una mano en el trasero apretando con el dedo medio la parte de dentro, se agachó sin arrodillarse y se la metió en la boca dándole unas cuantas chupadas profundas y rápidas. Se la sacó de la boca y me hizo una paja también rápida. Al poco vi como salía mi semen y se filtraba por la alfombra de agujas de pino donde yo, momentos antes, estaba arrodillado.
Me dio la palmadita de rigor en el culo y se marchó no sin antes decirme en voz baja:
“Muy bueno, tío.”
Para mí había sido algo muy rápido, como un trámite que él, en agradecimiento, se había sentido obligado a hacer, pero por otro lado había disfrutado un montón haciendo que se corrieran de aquella manera. Otra vez será mi turno.




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Detalles



Nombre do Relato


Codigo do Relato
4731

Categoria
Gay

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