Me cojio un extraño en un concierto de rock
( Relatos Em Grupo )


Mi novio y yo habíamos acudido a un
concierto de rock, nos habían regalado
las entradas a través de un amigo. A
pesar de no ser seguidores de este
tipo de música, nos acercamos para
ver que onda. El concierto se
celebraba en un pequeño gimnasio de
una escuela secundaria de la ciudad,
pero nos quedamos muy
sorprendidos cuando al llegar a las
puertas había una fila enorme de
gente esperando para entrar. Era
evidente que el lugar iba a estar
repleto de gente, si es que alcanzaban
a entrar todos.

Tanto mi novio como yo no
imaginamos que el ambiente estaría
tan pesado. Pensábamos que la
música sería más tranquila de lo que
realmente terminó siendo. Casi todos
chicos eran más jóvenes que nosotros,
con edades que superaban por muy
poco los veinte años; amantes de las
motos, el rock, la cerveza y
seguramente las peleas. Mientras
hacíamos la cola para ingresar,
comenzaron los inconvenientes. Un
adolescente junto a dos amigos
comenzó a piropearme, y hacer
comentarios sobre mí.

-¡¡Mirá que linda rubia!!, está para
partirla -comentó uno de ellos.
Yo me agarré fuerte del brazo de mi
novio, que escuchó claramente lo que
aquél muchacho había dicho. Sabía
que se podía enojar por eso, y no me
equivocaba. Yo frenándolo trataba de
que no se metiera en peleas por un
simple comentario, pero lejos de
hacerme caso encaró a aquél chico.

-¿Qué te pasa, imbecil? -le dijo
mirándolo fijo a los ojos.

Los chicos largaron la carcajada,
burlándose de él. Parecía inevitable
que aquello terminase en pelea, y
volviendo a tomar a mi novio por el
brazo lo empujé hacia dentro del
gimnasio, intentando evitar problemas.
Aún podían oírse las risas de los
jóvenes desde el interior,
afortunadamente ya habíamos
entrado evitando incovenientes.

-No hagas tonterías amor, no
necesitas demostrarme nada
peleando con esos pendejos. Yo sé
que me querés, y eso es lo que a mi
me importa. Ahora quedate tranquilo,
vamos a divertirnos y disfrutar del
recital -le dije, algo molesta por su
maldita costumbre de pelearse cada
vez que alguien me dice algo.
-Bueno, esta bien. Perdoname -se
disculpó él.


Estábamos atrás del todo, casi en el
fondo del salón. Todos tan apretados
que podía olerse la humanidad, y el
calor se cortaba con un cuchillo. Yo,
encima, ni siquiera iba vestida acorde
a las circunstancias, ya que llevaba un
vestido blanco corto en vez de
haberme puesto un jean mucho más
apropiado para ese tipo de evento.

El concierto comenzó con los gritos
del líder del primer grupo que saltó al
escenario para goce de todos los
jóvenes que allí se congregaban, y que
cantaban a coro y saltaban al ritmo de
la batería. Los organizadores, a pesar
de que no cabía un alma, no paraban
de entrar más y más gente, y cada vez
estábamos más apretados.

De vez en
cuando podía notar como a mis
espaldas alguno pasaba tocándome la
cola casualmente, pero lejos de decirle
algo a mi novio intenté concentrarme
en el concierto y disfrutar dentro de lo
posible. El calor era sofocante y
apenas se podía respirar entre la
gente. Para colmo noté que los chicos
que acababan de colocarse detrás de
nosotros se habían quitado las
remeras, y cuando giré la cabeza me
llevé una flor de sorpresa.


-¡¡Ohhh, hola bebé!!. Miren quien
tenemos acá -dijo uno de los chicos.
Eran los tres maleducados de afuera,
que casi terminaron a las trompadas
con mi novio. Menos mal que él no
notó la presencia de ellos, sino la
pelea se hubiese armado ahí mismo.
Los chicos me miraban y se reían por
mi cara de susto. Uno de ellos me
ofreció un trago de su botella de
cerveza, que con una forzada sonrisa
rechacé. Mi novio estaba a mi lado y
no me soltaba la mano, pero era
ajeno a lo que pasaba detrás de
nosotros. La música volvió a sonar, y
cuando comenzaba a adaptarme al
ruido sentí que alguien se me
acercaba al oído:

-¡Qué flor de culo que tenés mamita! -
yo me hice la desentendida, no quería
problemas. Pero él insistió.
-Digo que estás muy buena.
Volví a hacerme la sorda y dejar pasar
aquellos comentarios como si no
fueran hacia mí. Pero como aquél
chico no tenía bastante con solo
decírmelo, sino que también me
agarró una nalga por encima del
vestido y la apretó fuerte con la mano
entera. Yo di un saltó y mi novio lo
notó:
-¿Que te pasa?
-Nada, nada -respondí.
Porqué carajo nos habíamos metido
en aquél lugar me preguntaba, y
porque no nos habíamos marchado al
llegar.

La mano del chico volvió al
ataque, como pude me puse de
costado y le dije con cara seria que
parara, sino quería tener problemas
con mi novio. Aquello pareció causarle
gracia, y al comentárselo a sus amigos
rieron a carcajadas. Volvió a
comentarme al oído:


-Te voy a coger mi amor, te la voy a
meter hasta el fondo.
Mientras mi novio cogoteaba tratando
de ver al escenario, yo me di la vuelta
tratando de que él no se diera cuenta
y mirándolo lo más seria que pude le
dije:
-¡¡Pará!!, en serio. ¡¡Pará!!

Para todo esto mi novio seguía de mi
mano, y mirando el recital
tranquilamente.
-Decíselo a tu novio si querés, así
aprenderá como se coge una rubia
como vos- insistió el pendejo.
Volví la mirada hacia adelante, más
asustada que otra cosa. Imaginaba
que cuando mi novio se diera cuenta
de todo, aquello podía terminar en
algo muy desagradable para nosotros,
pues los chicos eran tres y dispuestos
a pelear si la ocasión se les
presentaba.
-¿Nena, el culito lo tenés virgen? -otra
vez hice oídos sordos.
-Me gustaría metértela por el culito, y
que veas como entra una verga de
verdad.
Sus palabras eran cada vez más
fuertes, y estaban empezando a tener
cierto efecto. Yo trataba de
distraerme con el concierto y
olvidarme de todo, pero el pendejo
continuaba una y otra vez. No
conforme con lo hecho, me tomó de
las nalgas con ambas manos,
apretujándolas y manoseándolas a su
gusto. Con una desfachatez
seguramente potenciada por algo de
alcohol. Yo ya no entendía muy bien
que pasaba dentro de mí, pero lejos
de rechazar a aquel extraño sentía
cierta sensación de gusto por sus
palabras... por su atrevimiento... por
sus caricias.
-Muñeca, debes tener la concha bien
mojada ¿ó me equivoco?
Mi novio me miraba de vez en cuando
y me sonreía, ajeno totalmente a la
situación. Si tú supieras, pensaba yo.
El pendejo seguía en lo suyo, y pronto
se apretujó contra mi cuerpo. Podía
notar su bulto a través de mi vestido,
sus manos fueron subiendo de mi
culo, pasaron por mi cintura y
subiendo comenzó a delinear mi
espaldas y tocar por los costados mis
pechos. Empujó metiendo las manos
de a poco, tratando de no hacerlo tan
evidente, hasta llegar a tomar mis
pechos, uno en cada mano. Yo estaba
dura, quieta, inmóvil y sin reacción.
Mientras aquél desconocido
manoseaba mis pechos, jugaba con
los pezones por sobre la tela y los
pellizcaba de vez en cuando. Su
manoseo estaba brindándome un
enorme placer, aunque intentaba
negármelo.
Intentaba sin mucho convencimiento
separarme de aquél extraño, pero se
estaba complicando sin que mi novio
notara nada.
-¡Pará ya, imbecil! -le grité, sacándole
las manos de mí bruscamente. Para
todo esto mi novio se percató que
algo pasaba, y mirándome preguntó:
-¿Que te pasa?
-No, nada, nada. Es que me han
empujado -contesté, quitándole
importancia. Él se dió la vuelta, y al
verlos los reconoció inmediatamente.
-¡¡Ustedes!! -gritó eufórico. Y tomando
al pibe del cuello lo enfocó para darle
una piña. El adolescente enseguida
gritó "Oso", yo sin saber muy bien que
significaba entendí al ver uno de sus
amigos tomando a mi novio también
del cuello, un gordo que parecía tener
cerca de treinta años.
-Soltalo, sino queres tener problemas
-dijo.
Yo tomando a mi novio del brazo le
supliqué que por favor lo dejara, que
evitáramos problemas.
-Dejalo cariño, por favor. Solo ha sido
un empujón. Sigamos viendo el
concierto, no les hagas caso, por favor.
Me sentí muy relajada cuando los
ánimos se calmaron, mi novio volvió a
darse la vuelta para volver a mirar el
recital y volvió a tomarme de la mano.


A pesar del mal momento sufrido, el
pendejo volvió al ataque
susurrándome cosas al oído.
-Lo que le pasa a tu novio es que no
se le para, por eso te tiene
desatendida. Lo que vos necesitas es
una buena verga. Tendrías que ver que
buena pija tengo.
Yo tragaba saliva y esta vez no hice
caso, tratando de que la cosa no
terminara en pelea. Ya no sabía que
hacer, si le comentaba a mi novio se
armaba flor de quilombo, si me
callaba estaba resignándome a lo que
me hiciera aquél desconocido. Era
mejor no hacer caso, así se calmaba
un poco. Pero la cosa siguió, otra vez
mis pechos fueron agarrados por sus
manos mientras seguía susurrándome
al oído.
-Verás que cogida te voy a pegar. Vas
a ver las estrellas, bomboncito.
No me quedó otra que pedirle a mi
novio que nos fuéramos del lugar.
-Ahora no mi amor, está por tocar el
grupo que me gusta -contestó-
Cuando terminen nos vamos,
¿Querés?.
Estaba metida en un buen lío, del que
seguro no saldría ilesa. Hice oídos
sordos nuevamente, tratando de no
hacer caso a lo que me dijera aquél
adolescente. Pero él insistía una y otra
vez.
-Me gustas mucho bebe, tengo la
verga como una piedra. Vas a ver que
cogida te voy a pegar.
Entre sus frases y su manoseo
insistente a mis pechos apretujaba los
pezones y los retorcía sobre la tela del
vestido y mi corpiño, sin saber que
aquello me producía un gran placer. Ya
no podía evitar sentir calentura, y eso
me estaba trastornando bastante,
disfrutar de un manoseo indiscreto de
un desconocido.
-Vaya tetas que tenés, nena. Casi no
me entran en las manos. Así me
gustan, grandes como las tuyas...
mmm, vaya que lindos pezones.
Cerré los ojos, pues lo estaba
disfrutando realmente. Los latidos de
mi corazón se aceleraban y mi
bombacha comenzaba a
humedeserce, no podía evitarlo. Por
un lado deseaba que todo aquello
terminara, pero por otro lado deseaba
que no tuviera fin. Tan lleno de gente
estaba aquel lugar que nadie se
percataba del manoseo al que estaba
siendo sometida. Mi novio con el
cogote en alto trataba de ver el
escenario, mientras yo sólo escuchaba
la música. De vez en cuando le
apretaba la mano, ya que no podía
tenerme casi en pié debido a las
caricias que me estaba
proporcionando aquél extraño. Las
manos de aquél pibe volvieron a mi
culo y siguieron con su labor de sobar
y sobar, sin importarle realmente
nada. Pero más allá llegó su
atrevimiento cuando una de sus
manos se introdujo por debajo de mi
vestido, y comenzó a acariciar la parte
interna de mis muslos. Cuando sentí
sus manos pidiendo permiso entre
mis piernas, se me escapó un suspiro.
-Mmm, que buenos muslos tenés,
suaves. Vas a ver que bien lo vamos a
pasar -volvió a susurrarme el pendejo.
De pronto lo noté metiendo un dedo
entre mi bombacha, pensaba que se
disponía a masturbarme pero mucha
fue la sorpresa al notar que lo que
trataba era de bajármela, tirando
hacia abajo. Yo intentaba moverme
para separarme de él, pero lo hacía
con movimientos no muy descarados
para que mi novio no se percatara de
nada, y terminara peleando.
-Déjame quedarme con tu bombacha
bebe, al menos tendré un recuerdo
tuyo -me decía, mientras seguía
intentando bajármelas. Yo me resistía
y me la sostenía como podía, por
encima del vestido, con la única mano
que tenía libre.

-Déjame quedarme con tu bombacha
bebe, al menos tendré un recuerdo
tuyo -me decía, mientras seguía
intentando bajármelas. Yo me resistía
y me la sostenía como podía, por
encima del vestido, con la única mano
que tenía libre.
-¡Pará ya!, por favor -suplicaba,
poniéndole cara de pobrecita. El chico
seguía en su intento cada vez con más
fuerza, mientras sus amigos parecían
divertirse con la situación. Yo estaba
bastante asustada, aunque al mismo
tiempo esa situación me provocaba
cierto placer, me odiaba a mi misma
por eso, pero era inevitable. En su
insistencia tiró bruscamente, llegando
a rasgar la tela. Eso pareció gustarle,
así que en vista de que bajarla le
resultaría difícil, comenzó a intentar
arrancarla. Tiraba una y otra vez hacia
él, y mi bombacha iba rajándose cada
vez más, las costuras iban cediendo y
ya se metían entres mis labios
mayores, rozándome el clítoris. Con
los tirones llegó a hacerme un poco de
daño, quedando prácticamente una
tira abrazada a mi cintura y pasando
entres mis piernas. Un último tirón
bastó para arrancarla por completo.
Con mis movimientos mi novio volvió
a percatarse de algo, pero no entendía
muy bien que pasaba.
-¿Que te pasa? -volvió a preguntarme.
-Nada, nada. Solo me tropecé.
El pendejo había conseguido su
objetivo, y después de olerla
descaradamente se la pasó a sus
amigos. Yo sentía como un aire
fresquito se colaba entre mis piernas,
por debajo del vestido. Su mano
volvió a meterse entre mis piernas,
metiéndome un dedo entre los labios
mayores y recorriéndola.
-Mmm, que linda concha que tenés -yo
cerraba los ojos. Aquella sensación me
tenía confundida, parecía todo un
sueño, pero era real, demasiado real
como para poder evitarlo.
-Mi amor, por favor, vámonos -le
supliqué a mi novio.
-Espera un poco, media hora más y
nos vamos.
-Es que tengo mucho calor, y además
quiero volver -a pesar de mi
insistencia, no me hacía caso. Estaba
destinada a caer en las manos de un
desconocido sin desearlo, ¿o ya
comenzaba a desearlo?.
-¿Tenés calor preciosa? -me
preguntaba el pendejo- Yo voy a
apagar ese fuego, vas a ver.
El adolescente volvió a insistir,
metiendo su mano entre mis piernas
subió lentamente hasta llegar a mi
concha. Noté como uno de sus dedos
volvió a meterse delicadamente en mi
interior. Se detuvo alrededor de la
primer falinje, y la recorrió desde el
clítoris hasta cerca del ano. Mientras
tanto se acercó a mi oído y me dio un
pequeño mordisco en el lóbulo de la
oreja izquierda, tapándose con mi
cabeza de las vista de mi novio que
seguía atentó al escenario.
-Vaya, veo que estás caliente, bien
caliente y mojada. Vas a ver que bien
entra mi dedo -y diciendo esto metió
su dedo por completo, sintiendo
seguramente toda mi humedad.
-Esta perra esta que se funde -le decía
a sus amigos, mientras su dedo siguió
abrazado en mi interior, con los otros
jugaba con los vellos de mi pubis. Fue
inevitable que yo soltara algunos
gemidos, que se perdieron con la
música. El vestido ya se me pegaba
por el sudor, el calor del lugar y la
situación me estaba haciendo
transpirar. De vez en cuando miraba
de reojo a mi novio, pero él seguía
entretenido, mientras un desconocido
me estaba metiendo mano de lo
lindo. El habilidoso dedo de aquél
joven se introducía una y otra vez en
mi concha, proporcionándome un
placer exquisito.
-¡Vaya!, que concha tan estrecha.
Ummm, que rica debe estar -me
repetía una y otra vez al oído.
De repente dejó de tocarme, por un
momento creía que todo había
terminado, pero no era así. Lo vi
hablando con sus amigos,
seguramente preparando alguna
maldad. Me asusté mucho cuando sus
amigos se me arrimaron, pensé que el
manoseo se volvería colectivo pero
me equivocaba. De pronto lo sentí
meterse por debajo del vestido,
desde atrás. Mi novio no lo veía,
mientras él se ocultaba entre sus
amigos y mi vestido. Notaba su
cabeza haciendo bulto en la parte de
la cola, y su aliento me chocaba tibio
entre las piernas. Al principio las cerré,
pensando que todo aquello había ido
demasiado lejos y debía ponerle punto
final. Pero su lengua rozó mis glúteos
y creí morirme, sus manos separaron
mis nalgas y su lengua paso caliente y
húmeda por mi ano. Eso fue suficiente
para hacerme abrir un poco las
piernas, su lengua volvió a pasar por
afuera de mis labios mayores, que
luego se dedico a separar para ahora
chupar mi interior. Ya para ese
entonces, yo estaba totalmente
entregada.

En un abrir y cerrar de ojos aquél chico
estaba bajo mis piernas chupándome
toda, iba de la concha hasta el culo,
pasando su lengua por la entrada de
mi ano. Un pequeño grito se escapó
de mi garganta, afortunadamente
nadie escuchó, el griterío y la música
taparon todo. Mi novio seguía
mirando delante, sin percatarse de lo
que estaba ocurriendo. De pronto,
aquella maravillosa lengua volvía a
chupar mi intimidad, instintivamente
yo abría más mis piernas y la
desconocida lengua continuaba, ahora
había llegado dificultosamente a mi
clítoris y sólo tardó unos segundos
hasta hacerme llegar por primera vez
al orgasmo, intenso y maravilloso.
Tuve que apoyarme en una chica que
había delante mío para no caer, la
joven me miró a la cara y sonrió,
desconociendo también todo lo que
estaba ocurriendo. El chico salió de
debajo de mi falda y volvió a
chuparme en la oreja izquierda,
ocultándose de la vista de mi novio y
al tiempo que me decía:
-Mmm, que concha tan sabrosa tenés.
¿Qué tal lo pasaste?, ¿La pasaste
bien?, ¿Eh?. Ahora verás que tengo la
pija dura, no como la de tu novio.
Levantó la parte de atrás de mi
vestido y noté como algo gordo, tibio
y húmedo se metía entre mis muslos,
sin duda era su pene. Bajé mi mano
libre y se la agarré de la punta con la
mano entera, humedeciéndome de su
calentura toda la palma. En un giro
rápido de cabeza la contemplé
sorprendida y excitada, era bastante
grande y gorda. Aquél pendejo tenía un
pene exquisito, a pesar de su cuerpo
menudo debía poseer cerca de veinte
centímetros de verga, era bastante
gorda y su glande quedaba expuesto
casi por la mitad. Comencé a jugar con
esa maravilla, desesperada me la
puse entre las piernas y la refregaba
sobre los labios mayores, estaba que
reventaba de la calentura. Nuestros
fluidos se mezclaban en los actos, él
no dejaba de chuparme y morderme
el cuello. ¿Qué me estaba pasando?,
no podía parar, estaba desesperada y
excitada, deseando que aquella verga
se me metiera dentro. Comencé a
masturbarlo con mi mano derecha,
tratando de ocultarle a mi novio los
movimientos que estaba haciendo.
Durante el trabajo me la restregaba en
la nalga derecha, izquierda, por entre
medio y por mi concha. Notaba como
su capullo humedecía mis dedos, él
hacía movimientos hacia atrás y hacia
delante para favorecer la maniobra.
Yo no aguantaba más, y parecía que él
tampoco.
-Quiero metértela, quiero cogerte, vas
a ver como entra mi verga caliente en
ese jugoso agujerito. La posición casi
no lo permitía, ya que los dos
estábamos de pié y yo tampoco podía
inclinarme mucho hacia adelante, pues
no había espacio y podía resultar
sospechoso para mi novio, en cambio
necesitaba que me cogiera, lo
necesitaba realmente. Seguimos
jugando, yo con mi mano abrazaba su
verga y humedecía mi mano en su
glande para luego recorrerla y lubricar
su tronco, él me mordía en el cuello y
apretaba su pelvis contra mi culo, el
contacto de su piel contra la mía era
impresionante. Nuestras respiraciones
iban en aumento y nuestro gusto
también. Acercándose a mi oído,
suplicaba:
-Te la tengo que meter, te tengo que
coger ya, aunque sea lo último que
haga en mi vida -eso me calentaba
aún más y necesitaba inventar alguna
excusa creíble para poder retirarme...co


Comentarios


Esperamos con ansias la continuasion
perfil Salvador
que buen relato, tan real ¡¡¡ que paso despues ???
perfil madurokaliente


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