A los pies de madre e hija
( Relatos Fetichismo )


Una fantasía que algún día quisiera poder cumplir: ser esclavo de los pies de madre e hija.

Eran las 16:30 de la tarde. Yo subía por la escalera de mi piso como tantas otras veces por la tarde cuando venia de la universidad. Iba por la escalera del segundo piso cuando la vi a ella. Era una mujer metida en los 40 años, pero que se conservaba bastante bien. Tenia el pelo largo y rizado, teñido de negro, morenita de piel y muy alta, tenia un porte de mujer dominante. Aquella tarde llevaba un vestido largo de color negro que le llegaba casi hasta los tobillos, pero dejaba ver sus bonitos pies calzados con unas chancletas de piel de color blanco. Empezaba a subir por unos de los laterales y ella a bajarlo, pero los dos no cambiamos, así que me pegue a la pared para que ella pudiera pasar, me quede como hipnotizado al verla como bajaba, era como si una reina pasara por delante de mí.

De repente ella se dio la vuelta, y me dijo con tono muy dominante: “chico!”, “¿Te gustaría ser mi esclavo?”, a lo que yo respondí, con una voz muy tímida, como si estuviera hablando a una diosa: “Sí”. Entonces ella me dijo que me tumbara en las escaleras, yo así lo hice, aunque muerto de miedo y vergüenza por si alguien pasaba por allí y nos veía. Ella subió unos peldaños, hasta estar a la altura de mi pecho, me miro a los ojos, no se me olvidara aquella situación, yo tumbado en las escaleras y ella arriba, como una diosa esperando aplastar a su esclavo, y así fue, puso su zapato encima de mi pecho y me dijo: “para ser mi esclavo antes tienes que pasar unas normas de conducta. ¿Estas preparado?”, yo conteste que si, pero como he dicho antes muerto de miedo por si alguien nos descubría en esa situación tan embarazosa.

Con todo esto, yo tenia la polla bastante tiesa, se me había salido del calzoncillo y me estaba haciendo daño con el pantalón, pero no me importaba, mas bien me excitaba mucho. “bien”, me dijo, “la primera es lamer la suela de mis chancletas, un buen esclavo debe de estar siempre preparado para lamer las suelas de su ama”, y acto seguido puso su chancleta sobre mi boca. Yo empecé a lamerla con toda mi lengua llena de saliva. Ella movía la suela por donde yo quería que la limpiara, primero por abajo y luego fue subiendo hacia arriba, igual que mi excitación, cada vez subía mas de tono, sentía ganas de bajarme los pantalones y correrme allí mismo, pero eso no era nada con lo que me esperaba.

Cuando termine de lamer su suela, ella se quito la chancleta y miro la suela. Me dijo: “esta bastante bien para ser la primera vez. Ahora ponte en ese descansillo de rodillas”. Yo me incorpore y me puse tal y como ella me había dicho. Ella subió hasta donde yo estaba, y allí fue sacando el pie derecho de la chancleta hasta llegar al borde, pero sin tocar el suelo con ninguna parte de su piel. Yo miraba como lo sacaba muy excitado, incluso creo que solté algo de liquido seminal, tenia los huevos llenos de leche esperando manchar esa chancleta. Ella me miró y me dijo: “quiero que te quedes besando y oliendo la chancleta hasta que yo te diga”. Yo no me lo creía, era pleno agosto, y me imaginaba que aquellas chancletas debían de tener un olor bastante fuerte, y no me equivoque, baje la cabeza hasta poder oler su pie y el aroma de su chancleta, empecé a besarlo, primero por la parte donde se quedan marcadas las huellas de los deditos, y así hasta la parte del talón, estuve oliéndolo durante por lo menos 5 minutos de pura gloria. De repente ella me dijo: “levántate y vuélvete a tumbar donde estabas antes”, me levante y me volví a tumbar en las escaleras, ella me volvió a poner la chancleta en el pecho, y al sacar el pie me dijo: “un buen esclavo esta siempre dispuesto a besar la planta de los pies de su ama”, y diciéndome esto me puso el pie en los labios.

Aquello era una delicia, aquellos pies tenían la planta completamente sudada e impregnada de olor, los bese como si fueran el ultimo beso de mi vida. Aquí fue donde tuve mi máxima excitación, la polla estaba a punto de reventarme la cremallera de los pantalones. Ella miró atrás y pudo ver el enorme bulto de mis pantalones. De repente quito el pie de mi boca y lo volvió a meter en la chancleta. Subió dos escalones por encima de mi cabeza y dijo: “levántate y arrodíllate aquí que te voy a poner el collar”. Me levante y me puse de rodillas junto a ella, mirando sus pies. Ella sacó un collar de perro del bolso y me lo puso. Me dijo: “ahora vas a subir a mi casa y me vas a servir, mis pies nunca volverán a estar cansados. Quiero que cojas mis chancletas, te los pongas en la boca y subas a cuatro patas como si fueras un perro con tu ama”. Se quedó descalza, y cogí sus chancletas con la boca, el olor de la suela subía por mi nariz, y me empalmaba constantemente mientras que subía detrás de ella.

Al mismo tiempo, podía ver como sus plantas se iban ensuciando, y rezaba porque al llegar arriba me hiciera lamérselas con la lengua. Cuando entramos en su casa, me hizo pasar al salón, allí me encontré a una hermosísima mujer, era igual que ella pero más joven, de unos 20 años, por lo que deduje que seria su hija, y así era, estaba sentada en un sofá viendo la tele. Vestía una falda negra, con medias negras y zuecos negros.

Mi futura ama, me coloco en el centro del salón, me dijo que me desnudara por completo, y después me ato las manos a la espalda. Me tumbo en el suelo boca arriba, yo estaba casi inmóvil, no podía moverme con las manos atadas, ellas me miraban, estaban de pie junto a mí, de repente, la hija sacó su pie del zueco, y me lo puso en la nariz, me dijo que lo oliera, aquel olor termino de empalmarme, mi polla iba a reventar, la madre, al ver el hinchazón, empezó a darme masajes con sus chancletas por los testículos, apretándolos y acariciándolos poco a poco, al principio me dolía un poco, pero consiguió que el dolor se convirtiera en placer. Al rato de todo esto, la hija se quitó las dos medias, y me las metió en la boca diciendo que las limpiara con mi saliva, eso me gusto, empecé a llenarlas de saliva, a jugar con mi lengua y la seda, nunca había experimentado el gusto que da tragar saliva con sabor a medias.

Después, la hija me abrió la boca, y metió su lindo pies con todos sus deditos, todos cabían. Yo tenia la boca llena, entre las medias y su pie, pero lo lamía todo, abría sus deditos y metía la lengua todo lo que podía. Limpiando entre ellos. Su madre mientras, se sentó en una silla enfrente de mí, coloco un pie encima de mi pierna, y el otro con la chancleta en mi polla, y empezó a hacerme un shoejob (una paja con las chancletas). Ni que decir tiene que en 5 minutos, de pura felicidad, me corrí en sus chancletas. La hija sacó su pie y sus medias de mi boca. Y la madre, muy contenta, me dijo que me había portado muy bien, y que seria su esclavo de por vida. Me ordenaron que me tumbara en el suelo, a lo largo del sofá, con las manos atadas a la espalda, tal y como las tenia, así ellas podrían descansar sus pies en mi cuerpo, la hija colocó sus pies en mis testículos, y la madre sus chancletas en mi cara, restregándome los restos de mi corrida. Y yo feliz por servirlas.
                                




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Codigo do Relato
2716

Categoria
Fetichismo

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