Los días fríos, un café caliente.
( Relatos Heterosexuales )


Una tarde oscura, fría. El cielo está tristemente gris, deseando soltar toda la lluvia acumulada en estos días.


Hoy, llevo un vestido ajustado que casi no deja lugar a la imaginación. Es rojo, color fuego, color pasión. En mi escote estaría encantado de perderse cualquier varón que no tema a conducir en estas curvas tan peligrosas. Mis piernas son largas, bien torneadas y el zapato que llevo tiene un tacón vertiginoso, con lo cual hace que mis caderas se muevan casi al ritmo de un tambor.

Empieza a llover. No llevo paraguas. Tengo que buscar refugio. Diviso una cafetería a lo lejos. Acelero el paso para llegar lo antes posible y así no empaparme. Al entrar observo que no hay clientes, sólo está el camarero.


-Buenas tardes.
Dice según entro por la puerta.
-Buenas tardes.
Le respondo yo.
-¿Desea tomar algo?
-Sí, por favor. Sírvame un café vienés.
-De acuerdo


No sé que me ocurre, pero siento un cosquilleo en todo mi cuerpo. Mi mente se permite fantasear por un momento con el chico que se encuentra detrás de la barra. La verdad, que está de "toma pan y moja". Sentí como sus ojos verdes cristalinos se han clavado en los míos y como ha bajado su mirada hacia mis turgentes pechos, por los cuales todavía se deslizan algunas gotas de lluvia. Me he fijado en sus manos y no lleva alianza, así que no está casado. Me sirve el café. Me lo llevo delicadamente a los labios y paso mi lengua por éstos. Él, es un poco tímido, porque me mira de reojo intentando que no me percate de ello, pero sé que lo hace. Él, comienza la conversación.


-¿Cómo una mujer tan bella como usted está sola en un día tan frío?
-¿Sola? Ahora mismo estoy muy bien acompañada. Ah! y trátame de tú.


Se ha quedado mudo. Veo como se ruboriza mientras no me quita ojo de encima. No creo que sea tan inocente como quiere hacerme creer. Su cara me dice todo lo contrario. Me da mucho morbo este hombre. Probablemente me insinúe pero de una forma elegante. Que no crea que soy una "putita" que sólo busca hacerle una "mamada" al primer tío que se le cruce. Yo quiero sexo, quiero un orgasmo que recorra todo mi cuerpo, que me haga estremecer y gemir de placer.


-¿Vas a cerrar pronto?
Le pregunto.
-En diez minutos.
-No ha parado de llover ¿Crees que podría quedarme aquí hasta que pare?
-Claro, no hay problema.
-Perfecto, así podemos conocernos un poco mejor.


En ese momento, se apresura a bajar la reja. Me ha entendido perfectamente. Hay que decir que mis ojos no paraban de devorarlo poco a poco y quizás mi excitación se ha notado más de lo que creía. De repente noto una presencia por mi espalda. Sí, es él. Me huele, me acaricia. Quiere notar mi piel. Sus manos son de hombre, grandes y fuertes. Cuando me doy cuenta, tengo la espalda apoyada sobre su regazo y está recorriendo todo mi cuerpo. Introduce la mano entre los pechos, los acaricia, aprieta. Mis pezones se ponen erectos.


Estoy muy excitada. Lo nota. Desliza suavemente, con actitud algo tímida, sus manos hasta el "jardín de las delicias". Se frota contra mí, me presiona contra él. Sigue con su juego y encuentra mi clítoris. Lo roza muy lentamente... Mmm! Como me gusta.... Giro el taburete para poder ponerme frente a él. Le tiro de la camisa y hago que los botones se dispersen por todo el lugar. Miro hacia sus pantalones y me relamo... Ya tiene preparado el "hacha de guerra". Nos besamos apasionadamente. Mientras me va desnudando, le desabrocho el cinturón, el pantalón, bajo la bragueta... Ahí está mi trofeo. Cuando logro darme cuenta, me encuentro desnuda encima de la barra y con mi clítoris dentro de su boca. Su lengua es gruesa, esponjosa, rápida... Ahh... Mmm... Me gusta. Sigue así, no pares ahora.... Ahh.... Ahhhh... Ummm.... Ahh... Ahhhhhh...... Ahhhhhhhhh.......!!


Mi turno. Bajo de la barra de forma muy elegante. Me arrodillo ante ese miembro varonil, vigoroso, que me hará gemir de placer. Lo acaricio suavemente con la lengua, lo introduzco en la boca, muevo la cabeza, jugueteo, saboreo, chupo, mientras él me observa atentamente. Lo oigo gemir. Le gusta, lo sé y tampoco lo dudaba. Me levanta a horcajadas, me posiciona de nuevo sobre la barra. Se coloca encima de mí mientras me besa. Que brazos tan fuertes tiene. Está muy excitado. Se dispone a penetrarme. Ahhh...! Ya lo ha hecho. Siento como su miembro recorre todo mi ser, como me posee... El ritmo se acelera... Ambos gemimos de placer y.... Ahh.... Ahhh... Mmmmm... Ahhhhh... Ahhhhhhh......!! He llegado de nuevo al clímax. Tengo un fiel lacayo que sólo quiere complacer a su Ama. Me levanta y me coloca sobre él. Me muevo como si cabalgara un caballo de pura raza. Siento su pene hinchado, duro. Sé que no durará mucho más. Me pongo en la recurrida posición llamada "el perrito". Acelera el ritmo, más rápido, más, sí... Escucho un gemido que sale desde lo profundo de su ser. Sí, ha disparado cada una de las balas de su recamara en mi húmedo interior. Está exhausto. No es para menos, ha hecho un buen trabajo.


Me bajo de la barra, recojo el vestido, me pongo sólo los zapatos. Se gira hacia mí y me pregunta:


-¿Te volveré a ver?
-Después de este buen rato ¿Crees qué no volveré otro día a por un buen "café"?
-Pues te esperaré encantado. Aún no me has dicho cómo te llamas.
-Prefiero que sea un misterio, que sea un juego. Así me llamarás como desees. Yo haré lo mismo contigo.


Se dirige hacia la puerta y levanta la reja. Me mira fijamente.


-Hasta otro momento, Afrodita.
-Nos veremos por aquí, Eros.


Ha parado de llover. Está todo en silencio. Solo es interrumpido por el sonido de mis zapatos...


Desde lejos oigo una voz que grita:


-Ah! y a este café, invito yo.




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Detalles



Nombre do Relato


Codigo do Relato
1910

Categoria
Heterosexuales

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