sexo
( Relatos Heterosexuales )


Estás buenísima Diana…..buenísima! ......... ¡Eres una mujer realmente caliente y hermosa! .......... – me susurraba Alfredo entre clavada y clavada -¡No sé como te ha de gozar tu marido…..estas riquísima y seguro tu esposo se ha de vaciar en cada cogida que te da verdad?.....y tu hermosa Dianita……estas no solo para dejarte coger por tu esposo……ni por mi tampoco…..eres una mujer para varios hombres…..eres una ricura de putita!-
Sus palabras no me herían, por el contrario me excitaban mucho más todavía.
El sentirme suya sabiendo lo que él representaba para mi marido y sabiendo donde estábamos en ese momento, me estimulaba de una manera por demás incontrolable.
Echándose encima de mí, volvió a besarme en esa forma única, tan apasionada, entrelazando su lengua con la mía, acaloradamente, degustándome con avidez y delectación.
No tardo mucho más en correrse dentro de mi.
Mis besos, mis caricias, mis miradas, mis piernas que lo retenían, todo le confirmaba que quería, deseaba, anhelaba que me acabara adentro.
Así lo hizo. Ni siquiera fue necesario decírselo. Él comprendió las señales. Así que tras una última y certera estocada se disolvió en mi interior, fluyendo efusivamente por cada resquicio de mi sexo, apagando momentáneamente las llamaradas de pasión que él mismo había provocado.
Arqueando la espalda me acople aún más a él, gozando como nunca esa vibrante y caudalosa descarga, recibiendo chorro de semen dentro de mi más que felicísima conchita.
Fusionados el uno en el otro gemíamos y suspirábamos emotivamente, nos deshacíamos de placer entregándonos por completo a ese goce procaz y prohibido que tanto nos agrada y complace.
Por supuesto que con semejante chotazo a mano no iba a privarme de sentirlo por donde mas estragos provoca, así que, tras un breve interludio pletórico de besos y caricias, ya lo tenía tras de mí perforándome el culo con impetuosa dedicación y suficiencia.
Ambos estábamos bien plantados en el suelo afirmado contra el escritorio, moviéndonos al mismo ritmo, atrás – adelante, atrás – adelante, una y otra vez, consiguiendo una penetración plena, completa, absoluta.
Sus inquietas manos no dejaban centímetro de mi cuerpo por recorrer. Me amasaba las tetas, me hurgaba la concha, todo sin dejar de bombearme el culo a quemarropa, descerrajándome un pijazo tras otro sin tregua ni descanso.
Echada sobre el escritorio con a boca bien abierta yo jadeaba sin respiro, agitando mis cabellos de un lado a otro, gozando plenamente de la Suprema Virilidad que el ser mas despreciado por mi esposo me dispensaba.
Nuevamente me acabo adentro. No iba a privarme de ese gusto.
Derrumbándose sobre mi esforzada espalda, rodeándome la cintura con un brazo, los dedos de una mano bien encajados en mi sexo, Alfredo soltó un caudal incontenible que se derramó por mis muslos y piernas, empapándome con esa agradable y pegajosa efusividad.
Durante un buen rato me quede ahí, sometida a su encanto, disfrutando de las lascivas delicias que tan espectacular polvo me regalaba.




Escriba aquí su comentario sobre el relato:

Opps! Debes iniciar sesión para hacer comentarios.

Detalles



Nombre do Relato


Codigo do Relato
1861

Categoria
Heterosexuales

Fecha Envio


Votos
0

Relatos enviados por el mismo usuario